sábado, 27 de abril de 2013

Queimada en Candeleda (13 y 14 de abril de 2013)

Esta iba a ser la primera queimada que se organizaba en Sendas, un proyecto lanzado hacía más de un año por Chuso y que hasta ahora no habíamos acabado de cuadrar en el calendario.

El momento de la verdad llegó y para la ocasión nos desplazamos hasta Candeleda, pueblo abulense al sur de Gredos, que linda con la comarca cacereña de La Vera y se encuentra a solo 430 metros de altitud.

Los participantes

En su libro de viajes titulado Judíos, moros y cristianos, Camilo J. Cela comparó a Candeleda con el Arca de Noé de los tres reinos de la Naturaleza. Aguda observación. Y es que su término municipal se extiende desde la cumbre del Almanzor (2.592 m.) hasta el embalse de Rosarito (308 m.), en el que se remansan las aguas del río Tiétar.

Un fin de semana para desconectar


El refugio de La Albarea

A 12 kilómetros de Candeleda y a una altitud de 930 metros, en la Garganta Blanca, se encuentra este refugio construido por el ICONA hace décadas.




La Trocha del Puerto de Candeleda

Se trata de un camino histórico y ancestral que durante siglos posibilitó el comercio entre ambas vertientes de la sierra de Gredos y que se utilizó también como vía de trashumancia. Los primeros documentos escritos que hacen referencia al mismo datan de la época del rey de Alfonso X el Sabio. A comienzos del siglo XX fue también utilizado por otro rey, Alfonso XIII, en sus incursiones cinegéticas por el recién creado Coto Real de Caza de Gredos.

Por este viejo camino echaríamos a andar el sábado, a una hora bastante respetable que mejor no revelaremos por aquello de no quedar mal. No hay que echar por tierra nuestra bien ganada reputación.






El ascenso, a trechos exigente, pero más descansado en otros tramos, se realiza remontando la Cuerda de las Iruelas. En este topónimo, como pasa tantas veces, no hay mucho consenso. En unos sitios lo escriben sin hache (artículo de Pyrenaica) y en otros con hache (mapa de Adrados).



El topónimo iruela o hiruela haría referencia, según algunos, a una vereda o camino de uso pecuario, antiguamente empleado para el tránsito del ganado en sus migraciones estacionales.


Al alcanzar la Iruela Bajera (1.266 m.) nos topamos con un pequeño chozo pastoril en buen estado, techado con ramaje de piornos. Desde aquí tenemos unas bonitas vistas de la Garganta Lóbrega y de la cumbre de La Mira.






Nuestro ascenso continúa por la Iruela de Enmedio y seguidamente por la Iruela Cimera (1.899 m.), situada esta última bastante próxima a nuestro objetivo, el puerto de Candeleda.


Un escarabajo pelotero


El Durazno, una alargada loma sin nombre, el Risco del Francés y el Casquerazo






El último tramo de subida lo hacemos ya por terreno nevado y abriendo huella, lo que prueba que esta vertiente sur gredense resulta, en general, muy solitaria si la comparamos con la septentrional.
Tras más de cuatro horas desde el refugio llegamos al puerto de Candeleda (2.017 m.), donde nos sentamos a comer.


Mojón de piedras que marca la divisoria entre vertientes




Desde el puerto divisamos a un buen grupo de esquiadores que, con sus esquíes de travesía, hacen sus pinitos por la Garganta de Prao Puerto, que desciende hacia La Plataforma. También vemos un poco más arriba, a nuestra izquierda, las ruinas del Refugio del Rey, la loma redondeada del Cerro de la Cagarruta e incluso la silueta más rocosa del Morezón, que emerge por detrás.


Hacia el Morezón


Montañero muy seguro de sí mismo


Dada la hora que es, no parece oportuno intentar ninguna ascensión, por lo que después de comer iniciamos la bajada al refugio por el mismo itinerario de subida.




En un apacible prado cubierto de hierba nos reunimos con parte del grupo. La suave temperatura no tiene nada que ver con el frío de hace unos pocos días.






El Coto Real de Gredos

En 1904 el ayuntamiento de Candeleda cedió a S. M. Alfonso XIII parte de su Dehesa Mayor, casi un tercio de su término municipal, para crear un coto que sirviera para proteger la cabra montés, salvaguardándola de su extinción. Los ayuntamientos de Guisando y El Hornillo cedieron también parte de sus tierras. Era la primera vez que en España se adoptaba una medida de este tipo para proteger una especie animal.
Seis años después, gracias a la extraordinaria labor de los guardeses del coto, la población de cabra montés se había recuperado notablemente, ascendiendo a más de 300 ejemplares, y el peligro de extinción había quedado atrás. En julio de 1911 el Rey Alfonso XIII se acercó a Candeleda para efectuar su primera cacería en la Sierra de Gredos, hecho que tuvo una enorme repercusión mediática a nivel nacional y contribuyó a dar a conocer la zona.


La Queimada

Sábado a la noche y que corra el alcohol. Tras la cena, nuestro maestro de ceremonias comenzó a preparar la queimada. Los no iniciados en estas lides no perdíamos detalle. El orujo y el ambiente fueron caldeándose poco a poco hasta la explosión final. Como en las orgías que hacemos espontáneamente.








El amanecer

Corremos un estúpido velo sobre lo que sucedió por la noche. No hay pruebas gráficas de ello. O eso o han sido destruidas.
El amanecer tuvo la magia de tantos amaneceres en la sierra. Puedo decir que dormí como un lirón vivaqueando al lado del refugio.








El castro celta de El Raso o de El Freíllo

Este poblado fortificado, construido por los antiguos celtas en el siglo III a. C., se emplaza sobre una colina al pie de la sierra, conocida como la Cabeza de la Laguna.
Una potente muralla de casi 2 km. de longitud rodeaba al poblado.
Sus casas eran de planta cuadrada. Los muros estaban hechos de tapial, con base de piedra y la techumbre era de ramaje de piornos y barro seco, como muchos chozos pastoriles en la actualidad.


Ruinas del castro

Los Dos Hermanitos de Tejea

La disposición interna de las viviendas consistía en un ancho vestíbulo de entrada, una cocina con hogar en el centro y banco adosado a la pared del fondo, a la que se accedía desde el vestíbulo, y una o más habitaciones secundarias, más pequeñas, situadas en los laterales, que se empleaban como almacén o para guardar utensilios. La cocina era el corazón de la casa y en ella debió desarrollarse la vida familiar íntima. Se observa cómo todas las casas presentan su entrada orientada hacia el sur.

Vivienda reconstruida

Comiendo en el área recreativa de Los Riveros