sábado, 24 de octubre de 2015

Circular desde Bocígano, pasando por Cabida y Peñalba (24 de octubre de 2015)

Nosotros, los de Sendas, no somos un refresco de moda. De hecho, llevamos más de diez años en el candelabro, como ingeniosamente solía decir la Mazagatos.
 
En nuestra caminata de hoy, iniciada en Bocígano, hemos pasado por otros dos pueblos casi deshabitados, Cabida y Peñalba, hemos ascendido al cerro de Cabeza de Cabida y nos hemos acercado también al pie de la cascada de Cañamar. Durante parte de la ruta hemos seguido unos postes de madera con marcas amarillas que han colocado hará unos dos años.
 
Bocígano (1.366 m.), que se recuesta a la solana en una ladera, es el pueblo más alto de todo el macizo de Ayllón. Su amplia plazoleta, junto a la iglesia, tiene un viejo olmo, fuente con pilón y algunos bancos para sentarse. Sus fiestas de La Machada o La Machá, celebradas en agosto, están catalogadas de interés turístico.
Desde el pueblo comenzamos a descender hacia el río Berbellido. Por momentos coincidimos con la ruta verde que se dirige hacia Colmenar, aunque pronto la dejamos a nuestra derecha para seguir la balizada de amarillo.
 
 
 
 
Cruzamos el río Berbellido por un puentecillo de hormigón y comenzamos a remontar por la margen opuesta por la senda que lleva a Peñalba, pero tomamos el segundo de los desvíos que a mano derecha llevan a Cabida, el que lo hace por la Era del Lizal (1.420 m.).
 
 
Río Berbellido
 
 
Bocígano en alto
 
 
Llegamos a Cabida (1.350 m.) tras algo más de tres kilómetros. Se cuenta que el pueblo fue fundado por cabreros. Su iglesia, dedicada a San Miguel Arcángel, es de factura rústica, sin que por ello deje de ser encantadora.
 
 
Bajada hacia Cabida
 
 
 
 
Iglesia de San Miguel Arcángel
 
 
Ascendemos por el jaral hasta el collado que separa la Peña de Carrasquilla (1.547 m.), al norte, de la Cabeza de Cabida (1.599 m.), al sur. Nos desviamos remontando el cordal hasta la segunda de estas cumbres, con vértice geodésico.
 
 
 
 
 
 
Desandamos nuevamente hasta el collado anterior, desde donde bajamos hacia el río Jaramilla por un encinar, dejando a nuestra izquierda la Peña de Carrasquilla.
 
 
Dejamos Cabida a nuestra izquierda
 
 
 
 
Por el encinar
 
 
 
 
Cruzamos el arroyo de Cañamar, un afluente del río Jaramilla, al que se une algo más abajo, y salimos al camino que asciende hacia la izquierda hasta Peñalba. No obstante, nos desviamos brevemente hacia la derecha para acercarnos hasta la cascada de Cañamar. El descenso final se hace por una estrecha, empinada y resbaladiza senda, abierta entre las zarzas y los brezos. Al pie de la cascada, que tiene una altura de unos 12 metros, nos sentamos a comer.
 
 
Cascada de Cañamar
 
 
En la subida a Peñalba nos cruzaremos con los únicos senderistas que vimos durante la jornada. Alrededor del pueblo se extiende una bonita dehesa de rebollos en la que pastan apaciblemente algunas vacas.
Peñalba (1.278 m.) es un pueblo bastante aislado, que se asienta en el fondo del valle que surca el arroyo de Cañamar, en lo más recóndito de la sierra. Sus vecinos siguen aún practicando la Quema del Judas en Semana Santa.
 
 
Dehesa de Peñalba
 
 
Peñalba
 
 
Lo que queda de un viejo olmo
 
 
 
 
Desde Peñalba nos quedan los últimos cinco kilómetros hasta Bocígano, siguiendo los dichosos postes amarillos de madera, que nos darán algún disgusto, aunque pequeño. A falta de unos dos kilómetros encontramos a nuestra izquierda el desvío que seguimos por la mañana. A partir de aquí caminamos por terreno conocido para volver a cruzar el río Berbellido por el puentecillo de hormigón.
 
 
Nos alejamos de Peñalba
 
 
Piedra hincada
 
 
Dorados otoñales en la bajada hacia el río Berbellido
 
 
Cococo... corral
 
 
Las cervezas cayeron en el bar Casa Vito, en el que ya entramos hará mes y medio. Nos ponen de tapa unos torreznos, un poco de pan con ajo y tomate, y unos mejillones a la vinagreta.
 
Enlaces
Cascada de Cañamar (por Andrés Campos)
 

sábado, 17 de octubre de 2015

Subida a la Pradera del Yelmo desde El Tranco, siguiendo la Senda de los Carboneros (17 de octubre de 2015)

Y volvimos a la Pedriza después de unos meses. Señores, la Pedriza no defrauda nunca. Este laberinto granítico es una de las joyas de nuestro Guadarrama.
Nuestra ruta ha consistido en una circular con ascenso a la Pradera del Yelmo desde El Tranco. A la subida hemos tomado la Senda de los Carboneros. A la bajada hemos enlazado con la Senda Maeso, que hemos seguido hasta el Collado de la Cueva, desde el que nos hemos desviado a mano derecha para terminar de vuelta en El Tranco.
La Senda de los Carboneros tiene su inicio junto al merendero Casa Julián. No hay más que remontar la escalera que bordea su lado derecho (marcas blancas y amarillas).
Primeros pasos antes de llegar a Casa Julián
Un joven Manzanares
La Senda de los Carboneros era utilizada en otros tiempos por los carboneros de Manzanares para internarse en el sector suroccidental de la Pedriza, a la búsqueda de robles y encinas que talar para fabricar carbón vegetal con su madera. Los amplios espacios deforestados serían progresivamente colonizados por los jarales.
 Ya estamos en la Senda de los Carboneros
Un senderista en plena forma, aunque ande con la lengua fuera
Es una subida fuerte, de algo más de 700 m. de desnivel. Pero pese a haber tan solo dos descansillos (el Mirador del Tranco y la Gran Cañada) se hace con bastante comodidad.
Un senderista de morado y presumiblemente podemita
En la Gran Cañada, en la que hallamos congregado a un grupo bastante numeroso, se empalma con la subida clásica al Yelmo desde Canto Cochino.
 En la Gran Cañada
Nos queda ahora un último empellón y un poco antes de las doce y cuarto nos plantamos en la Pradera del Yelmo. A la altura del Rompeolas hay un numerosísimo grupo de jóvenes con intención de hacer sus pinitos de escalada en algunas de las numerosas vías de iniciación.
Un arce de Montpellier
Descendemos un poco y a menos de cinco minutos salimos a otra pradera en la que nos sentamos a comer. Es un horario de almuerzo casi parisino pero no nos importa en absoluto. Y además tenemos el aliciente de contemplar la gran mole del Yelmo y a los escaladores trepando como hormiguitas por el Rompeolas.

El día ha estado hasta el momento grisáceo pero ahora el sol hace algunos tímidos intentos por salir, lo cual es de agradecer y mucho. No obstante, tan poco nos demoramos mucho y tras un breve sesteo por parte de Santi, volvemos a ponernos en pie.
Al poco conectamos con la Senda Maeso (marcas blancas y amarillas), que tomamos hacia la derecha. Se supone que pasamos junto al risco de la Lechuza, aunque no consigo identificarlo.
Un poco antes de salir a la Gran Cañada nos encontramos a unos inconscientes jovenzuelos hostigando con un palito a una víbora hocicuda bastante grande, que culebrea por una roca. No quiero ni pensar cómo pudo acabar el experimento.


Atravesamos la Gran Cañada (marcas blancas y rojas) y seguimos de frente por la Senda Maeso, dejando a nuestra izquierda el risco del Ofertorio y el Caracol.
La Gran Cañada
La Gran Cañada
El Caracol
Alcanzamos el collado de la Cueva. En lugar de seguir de frente y terminar en Manzanares, doblamos a mano derecha para bajar hacia El Tranco.
Collado de la Cueva
En las paredes que hay a nuestra derecha hay un par de zonas de escalada bastante frecuentadas por su proximidad a los coches, las placas del Halcón y las del Indio. Se divisa también un gran árbol de color oscuro. Se trata de un viejo alcornoque que está catalogado como árbol singular.
Nos topamos con algunas dificultades en el tramo final. Una valla de una urbanización con chalés dispersos, y quién sabe si ilegales, nos corta el camino. Tras un par de intentonas titubeantes, conseguimos franquear la valla por un hueco que se abre junto a un muro. Callejeando por dentro de la urbanización conseguimos salir a uno de los aparcamientos de El Tranco, en el que hemos dejado la mayoría de los coches. Y las cervezas, en Casa Julián.
Enlaces
Senda de los Carboneros (por Andrés Campos)
El alcornoque del bandolero (del blog Bandoleros del Guadarrama)