domingo, 20 de marzo de 2016

Del santuario de Hornuez a Valdevarnés y Maderuelo (19 de marzo de 2016)

La quedada se había concebido como un reencuentro de jóvenes viejas glorias. En ese sentido cumplió con las expectativas. La excursión o paseo no era sino un pretexto para propiciar el reencuentro y, todo hay que decirlo, el que hizo de guía no estuvo especialmente inspirado. Por si fuera poco, el tiempo tampoco acompañó.


El café, en Maderuelo


Nuestra idea era hacer una ruta lineal desde el santuario de Hornuez a Maderuelo, pasando por las hoz de Valdevarnés. Esto era en teoría. Porque de la hoz no hubo ni rastro.




El santuario de Hornuez se halla emplazado en medio de un sabinar, o enebral como dicen aquí en Segovia, de gran valor. Hay sabinas añosas y de enorme porte. Un cartel recuerda a La Borrega, un ejemplar de sabina albar que fue abatida en el otoño de 2010 por un fuerte temporal de viento. Tenía unos 20 metros de altura y una edad que podía oscilar entre los 800 y los 1.000 años.


Santuario de Hornuez




Dando tumbos por los caminos acertamos a pasar, menos mal, por el pueblo de Valdevarnés, donde un vecino nos abrió su bodega para que nos resguardáramos de la lluvia y pudiéramos comer de lo nuestro cómodamente sentados en una mesa larga con bancos.


Moral de Hornuez


Valdevarnés


Dado que la lluvia no cesaba, el trayecto entre Valdevarnés y Maderuelo lo hicimos caminando por el arcén de la carretera, en lugar de tomar el camino que pasaba junto a la fuente del Pilarejo y por debajo de la vía del tren.
En Maderuelo, a orillas del embalse de Linares, dimos por concluida esta ruta. A media tarde sale el sol y damos un paseo por la villa medieval. Son apenas dos calles paralelas, bellamente empedradas, que llevan hasta la iglesia de Santa María.


Embalse de Linares





domingo, 13 de marzo de 2016

De Martín Muñoz de Ayllón al pico de la Buitrera, bajando por la ermita de Hontanares (12 de marzo de 2016)

Tardó la nieve en llegar a nuestras montañas este invierno, pero acabó por caer y por fin podemos decir que tenemos bastante nieve. Para muestra nuestra ruta de hoy. Una circular desde Martín Muñoz de Ayllón, subiendo de manera muy directa al pico de la Buitrera y descendiendo dando un rodeo por la ermita de Hontanares.

Un poco antes de llegar a Martín Muñoz de Ayllón, las vistas son espectaculares. Contrastan los verdes prados con la nieve del pico del Lobo, que hace de telón de fondo. Hacemos una breve parada con el coche para tirar algunas fotos.


 
 
Martín Muñoz de Ayllón es una pequeña aldea segoviana que, pese a su nombre, pertenece al municipio de Riaza y no al de Ayllón. Por encima de su caserío se encuentra la iglesia de San Martín de Tours.
Era conocida antiguamente por sus canteras de pizarra. Se dice que de ellas se extrajo piedra para construir el palacio de La Granja y pavimentar la catedral de Segovia.
Hace décadas el pueblo se quedó prácticamente abandonado, pero en estos últimos años, según nos cuenta un vecino al concluir la ruta, se han recuperado varias casas que amenazaban ruina e incluso se han transformado en viviendas varias antiguas tenadas que se destinaban en otro tiempo a encerrar el ganado. En la rehabilitación del pueblo y de sus casas se nota la mano de una pareja de arquitectos que decidieron afincarse aquí en 1996. Se ha utilizado la piedra del lugar, imitando la arquitectura tradicional, gracias a lo cual las casas presentan un aspecto bastante homogéneo.
Incluso se ha abierto una galería de arte, la AP Gallery (acrónimo de Arte & Paisaje), pensada para exponer obras que convivan con la naturaleza y entren en diálogo con el paisaje.
 
 
 
 
Aparcamos el coche en la plaza Escorial, en la que hay una fuente donde llenar la cantimplora, y salimos del pueblo pasando junto a la iglesia de San Martín de Tours.


Anuncio de apagón


El teleclub




Iglesia de San Martín de Tours
 
 
Cruzamos el arroyo Vadillo por un rústico puentecillo y tiramos de frente por un ancho cortafuegos, ganando altura rápidamente. Pronto nos vemos en terreno nevado, sacando sus raquetas los que las han traído.




Cruzando el arroyo Vadillo
 
 
Ascendemos de forma muy directa hacia el cerro de Mesa Peñota. Aunque el cortafuegos se desdibuja, el rumbo a seguir no ofrece dudas y resulta bastante evidente.






 


 
Tras arduo esfuerzo, alcanzamos el cordal y viramos a la izquierda, en dirección a nuestro objetivo, visible al fondo. Pasamos junto a varias rocas, completamente cubiertas por el hielo, y finalmente nos encaramamos al pico de la Buitrera (2.046 m.). Tenemos a nuestros pies el valle del río Lillas, por el que se extiende el Hayedo de la Tejera Negra. En dirección contraria, impresionan las vistas del pico del Lobo, totalmente nevado. Afortunadamente no sopla viento alguno, lo que nos permite sentarnos a comer en la misma cumbre, algo que es un lujazo.
















 
 
Bajaremos en dirección a las praderas y collado de Zopégado (1.942 m.). Desde aquí afrontamos un sube y baja por los cerros Zopégado (1.942 m.), Cerro Gordo (1.904 m.) y Merino (1.799 m.), que va minando nuestras fuerzas.








 
 
En la bajada del cerro Merino hay que destrepar tres canales en las que se acumula la nieve. Hay que manejarse con cuidado para no darse de bruces. Peligra la vida del artista.






 
 
En el collado de la Fuente  (1.625 m.) torcemos a la izquierda y descendemos por el robledal hasta que entramos en el bosquete de pinos que se extiende por encima de la ermita de Hontanares, situada a unos 4 kms. de Riaza.






Ermita de Hontanares
 
 
Desde aquí nos quedan otros 4 kms. hasta Martín Muñoz de Ayllón, que están señalizados con carteles. Al principio se sube ligeramente por pista asfaltada hasta el alto de Piedras Llanas (1.475 m.) y a partir de ahí comienza a descenderse entre el robledal, siguiendo una estrecha senda hasta salir a un primer cortafuegos y luego a otro.
 
La ruta tendrá unos 16 kilómetros y un desnivel no inferior a los 800 metros. De vuelta, pararemos en Riaza para dirigirnos a su preciosa plaza castellana y entrar en el bar La Fonda, todo un clásico. En un recorte de periódico que han pegado en la pared, leemos que Pedro Sanz, pastor de Rades de Abajo, aldea próxima a Pedraza, pronosticó en base a las cabañuelas que 2016 sería un año de abundantes lluvias y temperaturas moderadas.
 
 
En la AP Gallery
 
 
Bibliografía
Nuestra excursión une las rutas nº 19 y 20 del libro Las mejores excursiones por la Sierra de Ayllón, de Miguel Ángel Díaz y J. Alberto López, publicado por la editorial El Senderista.

Enlaces
2016, un año muy llorón (El Adelantado de Segovia)

sábado, 5 de marzo de 2016

De la estación de El Espinar al collado de Cerromalejo y Cercedilla (5 de marzo de 2016)

Hemos vuelto a coger el tren para ir en busca de la nieve. Como la semana pasada. Y hemos vuelto a hacer una ruta lineal terminando en Cercedilla. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido la semana pasada, esta vez ha funcionado el servicio de trenes para volver de Cercedilla a Madrid. Que en ello haya tenido que ver la no presencia de Paco es algo indemostrable, como irresoluble fue durante casi un siglo la conjetura de Poincaré.
 
Pasadas las diez de la mañana llega nuestro tren a la estación de El Espinar. Tras tomar el café en un bar en el que ya hemos entrado otras veces, echamos a andar por la carreterita que viene de San Rafael, pasamos junto a un vivero y un poco más adelante torcemos a mano izquierda por la calle de las Esperillas, que desemboca en un camino de tierra.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En este primer tramo seguimos la bautizada como Ruta del Arcipreste, que está señalizada con carteles en las bifurcaciones, alcanzando el tendido de alta tensión a la altura de la fuente de los Navazos. A nuestra derecha queda el cerro de Cabeza Reina.
 
 
Me ríen las gracias
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Un poco más adelante, tras pasar por una cancela que está abierta, conectamos con el GR-88, que viene de San Rafael, y lo tomamos a mano izquierda. Se trata de una ancha pista que se interna en el corazón de la garganta de El Espinar o alto valle del río Moros. Se nota que la quitanieves ha trabajado por aquí, echando a ambas márgenes de la pista la nieve caída la semana anterior. Por entre el pinar acertamos a avistar una manada de unos ocho o diez jabalíes, que se alejan trotando por la nieve tras advertir nuestra presencia.
 
 
 
 
Dejamos finalmente la Ruta del Arcipreste, que tuerce a mano derecha siguiendo el cordel de las Campanillas. Algo más arriba abandonamos también la pista principal, que se dirige a La Panera y optamos por la que se separa de ella a mano derecha, que es la más oriental de las que recorren la garganta de El Espinar.
 
 
 
 
 
 
Empezamos a disfrutar de la nieve, en la que hay abierta huella de pisadas, raquetas e incluso esquíes. A veces, todo hay que decirlo, nos hundimos un tanto, lo que ralentiza nuestra marcha. Pero perseverando alcanzamos en suave ascenso un refugio sin nombre en el mapa, que ya conocemos por haber comido junto a él el año pasado, bajando precisamente de la Peña del Arcipreste. Junto a este refugio paramos un rato con idea de reponer fuerzas antes de afrontar la subida al collado de Cerromalejo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Veinte minutos más arriba, en una marcada curva hacia la izquierda, abandonamos la pista para tomar un sendero que va remontando en paralelo al arroyo de la Garganta. Nuestro próximo objetivo es el collado de Cerromalejo, lo que nos va a exigir salvar 300 metros más de desnivel. Con calma vamos remontando la pendiente. A ratos nieva. Son momentos mágicos, en los que los copos revolotean y los pinos, cubiertos de nieve y hielo, nos ofrecen una estampa espectral.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Concentrándonos en cada paso que damos en la nieve, alcanzamos finalmente el collado de Cerromalejo (1.774 m.), que separa las cumbres de la Peñota y la Peña del Águila. Se nos abre el panorama hacia la vertiente de Cercedilla y nos entra un subidón. Por si fuera poco, se abre en estos momentos una ventana de buen tiempo, lo que posibilita que paremos a comer, medio de pie, medio sentados en las piedras parcialmente cubiertas por la nieve. Deben ser cerca de las tres y media de la tarde.
 
 
En el collado de Cerromalejo
 
 
 
 
En la bajada desde el collado de Cerromalejo a Cercedilla constatamos que la nevada caída la semana pasada debió ser gorda y que la nieve acumulada es abundante. En algún momento de la bajada, pese a seguir huellas, nos salimos de lo que es la bajada normal.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Salimos finalmente a una pista (PR M-30) por debajo de los 1.400 metros de altura, que a mano izquierda conduce a la Fuenfría. Seguimos hacia la derecha y bajamos directamente a la estación de Cercedilla, exactamente como hicimos la semana pasada, tras rebasar el cerro del Reajo Alto, coronado por una torreta de vigilancia de incendios.
El GPS del Señor BS marcaba 16,3 kms. al final de la ruta, con un desnivel de unos 700 metros.