sábado, 5 de noviembre de 2011

Nueva visita al Josemi y a Irati (Puente de Todos los Santos de 2011)

Al final, y en el último momento, nos acercamos nuevamente a los dominios del Josemi. Se habían barajado otras opciones. El Bierzo. La Montaña Palentina. Pero por hache o por be al final acabamos donde el Josemi. Y como el tiempo nos acompañó, el plan salió redondo. Nada extraño en una zona de gran belleza y en la que siempre nos quedan rincones por descubrir. Da igual por donde ande uno. Todo es bellísimo.

Hiriberri

En Hiriberri (Villanueva de Aézkoa en castellano) es donde vive el Josemi y donde tiene el albergue, o más bien el caserón en el que deja dormir al que aparece por ahí. En la guía de El Senderista sobre el Pirineo Navarro es mencionado como refugio, aunque habría que matizar que no se trata del típico refugio de montaña, pues se halla en el mismísimo pueblo. 

Conversando con Josemi junto al albergue

Josemi andaba esta vez apoyándose en una muleta. Según nos contó, hace unos meses le operaron de la cadera y anda aún renqueante. Pero seguro que pronto lo vemos moviendo la pelvis a lo Elvis, me cagüen la órdiga. Estos morroskos navarros son duros de pelar.

Terrible, terrible

Josemi tiene ahora una perra, la Txiki, que hizo buenas migas con Rayo. Sigue teniendo también en el salón-cocina del albergue el mismo calendario de Playboy con chicas ligeras de ropa que tenía el año pasado. La próxima vez vamos a tener que llevarle otro calendario de chicas potentes para que se renueve un poco, de chicas neumáticas, de chicas Josemi.

La Txiki

Josemi le tiró los tejos a Maite en varias ocasiones. Es algo habitual en Josemi tirarle los tejos a nuestras chicas. Forma parte del juego. Está escrito en el guión.

- "Te podrías quedar una temporada de enfermera y cuidarme un poco".
- "Pero Josemi, si no tengo uniforme de enfermera...".
- "Da igual, da igual...".
- "Y además, tampoco tiene el título", añade otro.


Josemi le otorgó a Josete dos títulos: el de Mecánico o Mecánico Ajustador y también el de Fogonero. No le falta razón. Josete sabe hacer de todo. Lo mismo encender o apagar el calentador que ajustar la cisterna o encender y alimentar el fuego. Es nuestro MacGyver.


Cenamos dos noches en el albergue. Como es habitual, me puse manos a la obra, ya sabéis que para preparar las cenas casi siempre estoy dispuesto. De todas formas conté, como siempre, con la ayuda de todos. Y con la cazuela que trajo Juanito. La primera noche hicimos la consabida porrusalda con bacalao. La segunda empezamos con una sopa de fideos para aprovechar los restos de la porrusalda. Y a continuación vino una innovación que fue bastante alabada. Quinori al curry con verduras, setas shiitake y algas japonesas arame. Sí, sí, como lo oyen. Pues parece que no estaba mal del todo. No os digo que es una receta que me pasó Santi porque probablemente no me íbais a creer.

Todos con el Josemi

La tercera noche sí que cenamos fuera. Concretamente en el pueblo de Aribe, donde nos reunimos con Alejandra, la hermana de Maite, y su pareja, que casualmente estaban pasando estos días por la zona.

En cuanto a las excursiones, esta vez no caminamos propiamente por la Selva de Irati, como otras veces, y optamos por explorar otros rincones.


Sendero local al collado de San Francisco

El día en que llegamos dimos un corto paseo por la tarde desde el mismo pueblo de Hiriberri.
Fue un paseo fructífero que nos permitió recolectar una buena cantidad de endrinas a las afueras del pueblo.
Seguimos un sendero local, el SL NA-50, que sale de la parte alta del pueblo, sube hasta el collado de San Francisco y tiene una longitud de poco más de 6 kilómetros (ida y vuelta).

La salida desde el pueblo se hace por un camino que inicialmente discurre entre prados y campos. Más tarde dominarán los pastizales.



En el collado de San Francisco se abre un extenso claro con amplias vistas. El sol está ya bastante bajo.

En el collado de San Francisco

Iniciamos el descenso por un sendero que se interna en un solitario bosque de hayas y avellanos.



Subida al monte Adi desde Sorogain

El monte Adi es una de las elevaciones más importantes de la parte más occidental del Pirineo Navarro. Se dice que en sus laderas se asentaba el glaciar más occidental de toda la cadena pirenaica.

Decidimos subir a su cumbre desde las praderas de Sorogain (860 m.), en las que se ubican varias bordas pastoriles y un albergue que encontramos cerrado "por causas ajenas a nuestra voluntad", según reza el cartel. Es posible continuar con el coche desde aquí, ya por pista, y llegar hasta la localidad francesa de Urepel, en la que nació el famoso bertsolari y pastor Xalbador. Pero nuestra idea era dejar los coches aquí, en Sorogain, y así lo hicimos.

El día promete solecito

Buscando el GR

Nuestra idea es seguir en la subida el GR-11 o Ruta Transpirenaica, balizado con marcas blancas y rojas. Lo cierto es que nos despistamos y antes de llegar al arranque del GR nos metimos por una pista que iba ganando altura, pero en la que las marcas brillaban por su ausencia. Sin embargo, no nos importó y decidimos continuar hacia arriba.

¿Será por aquí?

Ganamos altura

El valle por el que teníamos que haber subido va quedando abajo

La pista discurría por la parte alta del hayedo y, tras una serie de revueltas, nos llevó hasta lo alto de un cordal secundario, momento que aprovechamos para darnos una corta tregua.

Disfrutando como un enano

Reanudamos la marcha

A partir de aquí, abandonamos la pista y nos dejamos guiar por la intuición, dirigiéndonos hacia lo que debía ser el cordal principal. Creemos distinguir la silueta del Adi y más a la derecha la del Iturrunburu.

Poco a poco va estando todo más claro y a la salida del bosque nos encontramos de frente con la cumbre del Adi. Ya queda poco.

El Adi

Caballo y caballero

Nos sorprende la gran extensión que ocupan aquí las matas de arándanos. En algunas zonas forman una auténtica alfombra que parece no tener fin. Es una pena que no sea época de arándanos. Teníamos que haber pasado por aquí mes y medio antes.


No nos hemos encontrado a nadie en la subida y es que la hemos hecho por un itinerario inusual. Son las ventajas que a veces tiene el despistarse. Pero la cumbre del Adi (1.459 m.) nos la encontramos muy concurrida. ¡Cumbre al fin! ¡Gailurra! ¡Tontorra!

En la herbosa cumbre

Llegan los rezagados

Las vistas son estupendas hacia los cuatro puntos cardinales. Hacia el sur, la pequeña localidad de Zilbeti y el valle de Esteríbar y un poco más allá, el San Donato (o Beriain) y la sierra de Aralar; al este, las estribaciones del Pirineo, con las montañas de Roncesvalles en primer plano y detrás cumbres mucho más altas, algo cubiertas de nubes, que no acertamos a adivinar. ¿Ori? ¿Anie? ¿Mesa de los Tres Reyes? ¿Castillo de Acher? ¿Bisaurín? Vaya usted a saber. Al norte, el valle francés de Alduides; al oeste, la enorme mancha arbórea de Quinto Real y algunas de las cimas más emblemáticas del Baztán, como el Mendaur o el Saioa.

Tres tíos güenorros

Dos güenorros y una güenorra

Rayo, en plan pancho

La temperatura es muy suave y no sopla el viento. Ya puede caer el euro, mientras no nos quiten momentos como estos.

Ñam ñam y guau guau

Tras comer y descansar, iniciamos el vertiginoso descenso hacia el collado de Adatun, que se encuentra unos 250 metros más bajo. Bajada recta y empinada. Al otro lado del collado se levanta la cumbre del Iturrunburu.


La pendiente es fuerte. Bajamos pegados a la alambrada. Afortunadamente la hierba está seca. Con hierba húmeda y barro hubiéramos asistido a más de una galleta, a pesar de los bastones.


En el collado de Adatun (1.213 m.) entroncamos con el GR-11, que viene por nuestra izquierda desde el puerto de Urkiaga.

La cumbre del Adi desde el collado

Es el momento de jugar un poco con los montones de hojarasca. Se despiertan los instintos futboleros de algunos.


Para volver a Sorogain descendemos por el GR-11, el que queríamos seguir en la subida.

El sendero desciende por el hermoso hayedo de Odia. Tenemos además la suerte de disfrutarlo en solitario. No nos topamos con nadie. Es un bosque de cuento. No solo hayas. También boj, brezo o acebos. Y el musgo, que coloniza los troncos de los árboles.





Ya abajo del todo, giramos la cabeza para echarle un último vistazo a la silueta del Adi.

Último vistazo al Adi

Una ruta excelente por una de las montañas navarras más genuinas. Una ruta y un día para enmarcar.

Las cervezas nos las tomamos en el pueblo de Mezkiritz, en su Herriko Txokoa, de camino a Hiriberri. Según leo en un cartel tienen aquí la costumbre de organizar anualmente una Oktoberfest. El próximo fin de semana se celebrará la IV Edición. Aunque en tal caso, sería más bien una Novemberfest.

Herriko Txokoa de Mezkiritz


Subida al monte Okabe desde el collado de Irau

Al día siguiente decidimos pasar a Francia para subir al Okabe, montaña que, según el mapa, está toda ella en territorio francés, aunque pegadísima a la frontera con España.
Es una montaña a la que ya subimos algunos hace 4 años, pero desde el puente de la Cuestión, que se encuentra dentro de la Selva de Irati.
Para llegar al punto de partida de hoy, el collado de Irau, hay que entrar a Francia por la estrecha carretera que desde Orbaitzeta sube al collado de Azpegi, al pie del monte Urkulu. Y luego seguir y seguir. Bajar mucho para luego volver a subir mucho. Es un largo recorrido en coche, casi hora y media, por carretera de montaña. El paisaje es espectacular. Y el precipicio está ahí mismo para darle un poco de emoción al viajecito.

El monte Errozate desde el coche

Después de pasar el nacimiento del río Nive, un hotel y las cuatro casas que forman Beherobi, un poco antes de llegar a Ezterenzubi o Estérençubi, hay que torcer a la derecha por una estrecha carreterita en la que pone Iraty. Y es que estamos en Francia, por si alguien no se había dado cuenta. Lo que a un lado es Irati, al otro pasa a ser Iraty. Y a partir de aquí se vuelve a subir. Carretera estrecha, fuerte pendiente y curvas de herradura. El coche se ahoga en segunda en algunos momentos.

Tras algunas dudas llegamos al fin al collado de Irau (1.008 m.) o Irauko lepoa, donde aparcamos los coches. La idea es subir al Okabe desde aquí. Podíamos haber seguido un poco más, haber hecho algunos kilómetros más en coche y haber empezado a subir desde el collado de Surzai o incluso desde el Chalet de Pedro, pero decidimos que ya estaba bien de coche.

La cumbre de Iraukotontorra, junto al collado

El viento sopla de lo lindo. Nada que ver con el apacible día de ayer. Hay que abrigarse un poquito, ponerse el gorrete y taparse bien las orejas.

Para subir buscamos las marcas rojas y blancas del GR-10, que encontramos esta vez sin dificultad.

En el comienzo de la subida

Un indignado

El sendero remonta una ladera herbosa. Rayo se separa a intervalos de nosotros y trota arriba y abajo a su libre albedrío.

Por la ladera herbosa
Un breve descanso

El monte Errozate a nuestras espaldas

Pronto se divisa ya la amplia planicie, con forma de mesa redondeada, en la que se asienta la necrópolis de Illarrita, al pie mismo de la cumbre de Okabe. Hacia allí nos dirigimos.

La planicie de Illarrita




Y enseguida damos vista al Ori, que nos ofrece su airoso perfil. Y alcanzamos la necrópolis de Illarrita o Ilharrita, a 1.385 m.  Más de 20 crómlechs o círculos sagrados formados por piedras aparecen desperdigados por la pradera. Son construcciones que datan de la Edad del Hierro (800-300 a. C.). Se trata de monumentos funerarios de incineración. En el centro de los círculos se depositaban las cenizas de los difuntos, en vasijas cerámicas que se enterraban en el suelo.

Llegando a un área con varios crómlechs, con el Ori al fondo

De aquí a la cumbre del Okabe solo nos queda remontar una corta cuesta.

En la cuesta final sigue viéndose la cumbre del Iraukotontorra

Un caballo y el Ori

En la cumbre del Okabe

La Selva de Irati y el Ori

Hacia el Errozate

En una hondonada al pie mismo de la cumbre buscamos resguardo contra el viento. No se está nada mal. Y tampoco es tarde.

Holgazaneando

Rayo nos imita

Comenzamos a descender por otra vertiente hasta enlazar más abajo con el sendero de subida.

Descendiendo


Olite

De vuelta a Madrid nos detenemos en Olite, que posee uno de los conjuntos monumentales más destacados de toda Navarra. En euskera se la conoce como Erriberri.

Palacio Viejo o de los Teobaldos, actual Parador de Turismo

A partir del siglo XIII Olite se convirtió en una de las sedes de los reyes de Navarra. 
Con el rey Carlos III el Noble (1337-1425), quien la eligió como residencia predilecta, alcanzó su época de máximo esplendor. En este periodo fue construido el Palacio Nuevo, en estilo gótico, declarado monumento nacional en 1925. Durante la Guerra de la Independencia, el general carlista Espoz y Mina ordenó quemarlo, a fin de impedir que lo tomaran las tropas francesas. A partir de 1937 comenzaron las labores de reconstrucción.

Paseando por la Ronda del Castillo

Olite es también la capital navarra del vino, con siete bodegas instaladas en su término municipal, que producen rosados, tintos jóvenes, crianzas, reservas, grandes reservas, etc. Y también el verjus, un vino que ya se conocía en tiempos de Carlos III el Noble, elaborado con racimos de uvas agraces.

ENLACES:
Un rato feliz con Josemi en Irati (Puente de Todos los Santos de 2010)

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