sábado, 24 de diciembre de 2011

Vuelta al valle de Torija (17 de diciembre de 2011)

Faltan 7 días para la Nochebuena y la tradición manda hacer la Ruta del Polvorón, trasladándonos para ello a la villa alcarreña de Torija. Vamos a hacer una excursión un tanto inédita, que no encontrarán fácilmente en los libros de senderismo.
A pesar de la proximidad a la autovía de Barcelona, divisaremos en dos ocasiones corzos, síntomas de que estos parajes son bastante solitarios. Y es que no nos cruzaremos con gente durante la ruta.


Tras el habitual café, salimos del pueblo cruzando la autovía de Barcelona por un paso elevado. Enseguida se nos presenta una bifurcación, en la que optamos por el ramal de la izquierda. El mapa nos dice que estamos en el Camino de la Fuente, que se interna entre tierras de labor.


En una nueva bifurcación torcemos otra vez a la izquierda para entroncar con el Camino del Azafrán.

Pronto llegamos a un merendero con varias mesitas y fuente, en un paraje cubierto de pinos. Parece que se trata de la Fuente del Comisario.



Nuestro camino asciende ahora un poco hasta alcanzar de nuevo lo alto de la meseta. A nuestra izquierda, la linde del pinar y el valle de Torija, por cuyo fondo discurre la autovía; a la derecha, sembrados.



Llega un momento en que el camino se termina y nos dejamos caer a nuestra izquierda por la ladera. Abajo, junto a la autovía, destaca el edificio del puticlub Bellavista. Algún que otro berraco parece dirigirse decididamente hacia él.

El berraco parece bajar decididamente hacia el puticlub

Salimos a otro camino que hay bastante más abajo y continuamos por él, tirando hacia la izquierda en una bifurcación que se presenta.


Tras salvar una vaguada, el camino muere. Nos hemos propuesto ascender al cerro Vaciabotas (976 m.), por lo que tiramos hacia arribapor las bravas, ascendiendo por entre el pinar y alcanzando de nuevo la meseta. El tal Vaciabotas más que una cumbre es una planicie en la que se alternan los sembrados y el monte bajo, salpicado de arbustos y dispersas encinas. No apreciamos ninguna cota que destaque especialmente sobre el terreno, por lo que nos sentamos a comer sobre un apilamiento de piedras.

Reanudamos la marcha, bajando de lo alto de la meseta más o menos por donde hemos subido. Rayo se hace el desaparecido durante un buen rato y no responde a nuestras llamadas.

Seguimos bajando hasta salir a una rotonda que hay junto a la autovía y que funciona como cambio de sentido. Cruzamos la autovía por el paso elevado y remontamos la ladera contraria, sin sendero, tratando de andar por terreno despejado. Terminamos por alcanzar lo alto de la meseta y salir a un camino que pasa por detrás de una pequeña casa. Tomando este camino hacia la izquierda nos encaminamos de vuelta a Torija, de la que se divisa ya la torre de la iglesia y los muros del castillo. Según el mapa, tenemos a nuestro lado, aunque enterrado en el subsuelo, el oleoducto Rota-Zaragoza. Qué cosas.


En un cruce de caminos tiramos por el de la izquierda, descendiendo un poco y volviendo a tener vistas del fondo del valle. Es el Camino de las Laderas, que pasa junto a la ermita de Nuestra Señora del Amparo (s. XVIII), en la que se guarda la imagen de la patrona de la villa. Desgraciadamente han levantado junto a la ermita unos chalés adosados que afean un tanto el entorno.



Entramos a Torija justo por la parte de atrás de su castillo. Son prácticamente las cinco y media de la tarde, hora prevista para el comienzo del Certamen de Rondas Tradicionales Navideñas, una fiesta declarada de interés turístico provincial y que en este año alcanza su vigésimosegunda edición.



El certamen se inicia con el pregón en la iglesia. A continuación, cada una de las 10 rondas participantes, provistas de instrumentos tradicionales, como la zambomba, la botella o la huesera, interpreta un villancico popular.
Las rondas provienen de algunos pueblos de los alrededores, como Fontanar, Badiel o Cifuentes, y también de otros de fuera de la provincia de Guadalajara, como Alcalá de Henares, Coslada o Fuensalida (Toledo).


Removiendo las migas

La celebración sigue con la Ronda de Calles, donde los visitantes, entre los que nos encontramos nosotros, pueden hacer la ronda por las calles, al tiempo que degustan de forma gratuita caldo, migas, tajás de chorizo y tinto en chiringuitos instalados en la calle y llevados por los propios vecinos.


Han encendido algunas pequeñas hogueras, a las que habrá que ir arrimándose a medida que apriete el frío.

Los de una ronda han traido una gigantesca zambomba y se ven contentos cuando algún espontáneo se acerca a tocarla.

Dale, dale, dale,
dale a la zambomba,
dale, dale, dale,
hasta que se rompa.

Uno de los de la ronda nos explica el secreto para tocarla bien. Hay que cogerla con suavidad, dice, como si fuera el miembro viril.

Al cabo del rato, Maite nos anuncia eso de "Me voy a ir yendo", en una perífrasis verbal muy propia de nuestra lengua. Y los demás decidimos también imitarle, aunque algunos nos acercaremos antes a un puestecillo en que ofrecen tajás de chorizo.

ENLACE:

CARTOGRAFÍA:
Hoja nº 511 del IGN (Brihuega), a escala 1:50.000
Hoja nº 511-III del IGN (Fontanar), a escala 1:25.000









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