miércoles, 15 de julio de 2015

De Weinsberg a Heilbronn (14 de julio de 2015)

Era hoy martes, me levanté, vi por la tele el último encierro sanferminero, desayuné en familia y me dije: Voy a ir a caminar, porque, parafraseando a Krahe, al que ya se añora, no todo va a ser follar.
Dicho y hecho, fui al centro de Heilbronn en autobús y allí, frente al ayuntamiento (hoy era, por cierto, día de mercado y en un puestecillo me compré una porción de tarta de melocotón), tomé el tranvía (línea S4) en dirección a Öhringen para bajarme en Weinsberg, en un trayecto de apenas 12 minutos.


Rathaus (Heilbronn)


Weinsberg es, según reza un cartel, el pueblo de las fieles mujeres, del poeta Justinus Kerner y del vino.
Lo de las fieles mujeres (die treuen Weiber) tiene que ver con un episodio de la guerra que en el siglo XII enfrentó a güelfos y gibelinos por el control del Sacro Imperio Germánico. En concreto, el rey Conrado III, de la dinastía de los Hohenstaufen, puso cerco en 1140 a Weinsberg, plaza fortificada que estaba bajo control de los güelfos, y trató de forzar a la guarnición que defendía su castillo para que se rindiera. En esto las mujeres de Weinsberg idearon un ardid y arrancaron de Conrado III la promesa de que las dejaría libres y les permitiría llevarse consigo todos los bienes y pertenencias que fueran capaces de cargar de una vez. Tomándole la palabra, las mujeres de Weinsberg salieron del castillo asediado cargando a la espalda solo a sus hombres. Weinsberg cayó en manos de los Hohenstaufen pero hombres y mujeres lograron salvar la vida. Del viejo castillo, fundado en el siglo XI y bautizado posteriormente como Burg Weibertreu a raíz del episodio referido, quedan hoy solo sus ruinas, situadas en lo alto de una colina cuyas laderas están cubiertas de viñas.
El médico y poeta romántico Justinus Kerner (1786-1862) residió aquí gran parte de su vida, pudiendo visitarse su casa, la Kernerhaus, que ocupó desde que fue construida en 1822 por el arquitecto Hildt hasta su muerte. En el jardín la Justinus Kerner Verein organiza de vez en cuando veladas literarias, además de gestionar las ruinas del Burg Weibertreu.
Weinsberg es también tierra de vino, como puede fácilmente deducirse de su nombre. Y es que aquí, al igual que en toda la región de Heilbronn, abunda el viñedo, siendo Riesling, Trollinger y Lemberger las tres variedades de uva más cultivadas. Esto romperá probablemente con el topicazo tan extendido de que Alemania es solo tierra de cerveza.








Wachturm




Kernerhaus




Burg Weibertreu


Subido a la colina en la que se levanta el burgo


Vista de Weinsberg


Johanneskirche


Se ven incluso las chimeneas de Neckargartach


En homenaje a los ricos caldos que se producen en Weinsberg dejo aquí la letra de una antigua canción o Trinklied que solía entonarse para acompañar unos buenos tragos de vino y que Clemens Brentano y Achim von Arnim incluyeron en su libro Des Knaben Wunderhorn, una colección de canciones populares publicada a comienzos del XIX: 

Der edle Wein
ist doch der veste Schieferdecker,
sein güldener Schein
macht aller Menschen etwas kecker,
ich wundre mich,
das er so klettern kann und steigen
und macht dass sich
die grossen Häupter vor ihm neigen

Tras un reposado paseo por Weinsberg di comienzo a la caminata y es que no todo iba a ser follar.
En un principio me dirigí hacia el sur hasta el Stadtsee, en el que hay un club de pesca. Me interné luego en el bosque que se extiende por estos montes que llaman Heilbronner Berge, alternándose los robles, las hayas, los pinos, los serbales y los castaños de Indias.




En el impenetrable bosque


Torciendo hacia el noroeste terminé llegando a la Jägerhaus a casi las dos y media de la tarde, en cuyo Biergarten funciona la cocina ininterrumpidamente. Sentado en una larga mesa, me pedí una pizza de salmón y una jarra de cerveza.
Desde aquí bajar a Heilbronn no es ya ningún misterio y fui pasando sucesivamente por el albergue juvenil, el Trappensee y el Pfühlpark (junto a las vías del Strassenbahn), desembocando en la Bismarckstrasse.


En el Biergarten




Albergue juvenil


Kilianskirche


La lucha entre güelfos y gibelinos
Entre los siglos XII y XVI dos dinastías o facciones, los Hohenstaufen (de Suabia) y los Welfen (casa de Baviera) se enfrentaron en una guerra civil por el control del Sacro Imperio Romano Germánico. A los segundos los apoyaba el Papa de Roma.
El conflicto estalló al morir sin descendencia el emperador Enrique IV y se extendió a suelo italiano, donde a los Welfen se les comenzó a llamar guelfi (güelfos) y a los Hohenstaufen ghibellini (gibelinos), debido a que estos últimos tenían su residencia principal en el castillo de Waiblingen.

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