domingo, 15 de febrero de 2015

De Alameda del Valle a los Altos del Hontanar (14 de febrero de 2015)

Día de San Valentín. ¿Qué es lo que significa este día? Nos gusta hacernos preguntas, al estilo de Hamlet con aquella frase de To be or not to be. Puede tener que ver con El Corte Inglés, opina uno. O con Rodolfo Valentino, sugiere el otro. El interrogante queda ahí.
 
Los Altos del Hontanar conforman una pequeña sierra que se extiende al norte del puerto de la Morcuera y cierra el valle del Lozoya por el sur. Hoy subiremos a dos de sus más representativas cumbres, el Cerro del Águila (1.662 m.) y el pico El Espartal (1.733 m.).
 
Día gris y tristón en el valle del Lozoya. Alguna que otra gota de lluvia se escapa cuando aparcamos los coches en la plaza central de Alameda del Valle. Antes de ponernos en marcha entramos en el Bar Rufino para el café.
 
 
 
 
Salimos de Alameda en dirección a Pinilla por el camino de El Cuadrón, una antigua vía pecuaria que está señalizada como Camino Natural del Valle del Lozoya.
 
 
 
 
Crucero en las proximidades de Pinilla
 
 
En menos de dos kilómetros de llaneo tenemos Pinilla a la vista. Sin entrar en el pueblo torcemos a mano derecha por la pista que pasa junto a la cabecera del embalse y pone la directa hacia los Altos del Hontanar, introduciéndose enseguida en el robledal.
 
 








Alcanzamos el cordal en El Portachuelo (1.554 m.) con niebla muy cerrada. Vamos, que no se ve ni un pimiento. A partir de aquí no hay más que doblar a la derecha y seguir junto a la alambrada que marca el límite municipal entre Pinilla y Canencia. Sin especiales dificultades, salvo la nieve blanda, en la que nos hundimos hasta casi las rodillas en algún momento, o la ausencia de visibilidad, alcanzaremos el Cerro del Águila (1.662 m.), el collado de las Fuentes (1.615 m.) y el vértice geodésico del pico El Espartal (1.733 m.).
 
 


En el Cerro del Águila




En el pico El Espartal


En el pico El Espartal




Son casi las tres y media de la tarde cuando llegamos al refugio de la Majada del Cojo, que tiene por detrás una parte abierta en la que buscamos resguardo para sentarnos a comer. El té de los termos corre con generosidad para entrar en calor y acompañar las viandas.
 
 





 
Descendemos a Alameda por el PR que pronto deja el pinar para dar paso al melojar. Cruzamos varios arroyos y atravesamos los parajes conocidos como los Rasos de la Esacera y Los Calveros.
 
 


Emulando a Santi





 
Van a dar las seis y cuarto cuando estamos de vuelta en el pueblo. Ha sido una ruta invernal. De polainas. E incluso de raquetas en el caso de Jorge. 18 kilómetros y 630 metros de desnivel, según la descripción que hemos seguido fielmente (ruta nº 15 de Las mejores excursiones por la Sierra Norte de Madrid, de Vicente M. Ortuño, libro publicado por El Senderista).
 
 
 
 
La cerveza cayó en el Bar El Colorao. Raquelchu, a tono con el nombre del bar, tenía las mejillas muy sonrosadas. Dado que se trata de una persona muy formal, suponemos que todo era efecto del aire frío y del viento.
 

1 comentario:

  1. Veo que estaba la cosa fresquita, en algunos sitios estáis de foto pero helados.
    Chao

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