sábado, 21 de abril de 2018

De Garganta de los Montes al Mondalindo y Peña Negra (15 de abril de 2018)

Para la ruta de hoy, con inicio en Garganta de los Montes (1.135 m.), nos hemos congregado un octeto al que alguien se refirió, jocosamente, como Blancanieves y los Siete Enanitos. No hay ni mucho menos que ser un lince para entender el sentido de la broma.









Salimos del pueblo siguiendo el camino que se dirige a Canencia, que abandonamos para flanquear la Peña Gorda (1.482 m.) por su ladera oriental.












Llegamos a un collado herboso que da vista al vallejo en el que se esconde la Chorrera de Rovellanos. Desde aquí ascenderemos de forma bastante directa hacia nuestro primer objetivo, el pico de Mondalindo.




Caminamos en paralelo a la valla metálica que separa los términos municipales de Garganta de los Montes y de Canencia. Ganamos paulatinamente altura y entramos por vez primera en contacto con la nieve, que poco a poco irá haciéndose más profunda, lo que nos obligará a ajustarnos las polainas.




Superamos en nuestro ascenso al menos dos cotas, que en los mapas llaman Peña Ahorcada y Cerro de los Castillejos, sorteando rocas, piornos y neveros por donde mejor nos parece, puesto que no hay hitos de ningún tipo.






Se hace larga la subida. Se nos resiste la cumbre. Por si fuera poco, la niebla se nos ha ido echando encima y ha empezado a lloviznar a ratos. Es de estos momentos en que uno piensa que hubiera sido mejor quedarse en casa. Parece que no vamos a llegar nunca pero no, finalmente alcanzamos el vértice geodésico del Mondalindo (1.833 m.). Hay varias placas conmemorativas, entre ellas una que recuerda a Raúl, uno de los fundadores de Luz de Cruce, y a su novia, ambos fallecidos en el accidente ferroviario de Santiago, hará ahora hace cinco años.






Continuamos ahora en dirección a la Peña Negra (1.837 m.), coronada por varios repetidores, que dista apenas kilómetro y medio de donde estamos. Es un tramo en el que se desciende unos cincuenta metros para luego volver a ganarlos. Prácticamente no distinguimos los repetidores hasta que estamos al lado de ellos, debido a la niebla. Durante el tiempo que nos sentamos a comer, la niebla va disipándose, se abre algún claro y llega incluso a asomar el sol. 








Reanudamos la marcha, encaminándonos hacia El Reajo (1.742 m.), coronado también por repetidores. La nieve irá poco a poco quedando atrás y por cortafuegos, pistas y senderos vamos bajando hacia Garganta de los Montes, pasando junto a la entrada del albergue rural que hay a las afueras.
















Con el pueblo ya a la vista, habrá aún tiempo de que nos pille el último chubasco de la jornada. En total han sido 16-17 kilómetros, con 850 metros de desnivel. Rematamos la faena, con perdón por la alusión taurina, entrando en el bar El Carillón, donde pedimos dos raciones de braviolis que están estupendas. Nos sacan a cada uno una taza de caldo que es cortesía de la casa, además de la tapa que acompaña a cada una de las dos rondas de bebidas. Estos son detalles que no se olvidan.









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