domingo, 3 de febrero de 2019

Al pico de Abantos desde El Escorial (2 de febrero de 2019)

Aunque ha sido una jornada fría y de fuerte viento en algunos momentos, hemos disfrutado bastante de la caminata. Quedaba ya muy poca nieve en los Montes del Escorial (apenas una fina capa de no más de 2-3 centímetros de espesor en los lugares de máxima acumulación). En varios momentos del día ha nevado ligeramente, dándole a la ruta un ameno y bonito colorido. 

Subimos en coche hasta el Restaurante Horizontal, próximo a la pequeña presa del Romeral. Tras abrigarse cada cual como pudo, acudiendo al archiconocido método de la cebolla (tres, cuatro o cinco capas, según los casos), y pertrechándonos con gorro, braga regulable y guantes, para protegernos cabeza, pescuezo y manos, nos pusimos en movimiento.

Unos metros por la Horizontal, una trepada por sendero y otro tramo llano por pista de tierra nos permiten enlazar con el GR-10 (marcas blancas y rojas), que nos llevará por el pinar hasta la cumbre de Abantos, pasando cerca ya del cordal junto a la fuente del Cervunal (o del Romeral), cerada por el hielo. 
















Fuente del Cervunal




Al alcanzar la cresta cimera, la sensación es la de encontrarnos con un portalón abierto de para en par, por el que entraran todos los vientos. La furia de Eolo casi nos tumba, pero agarrándonos uno a otro del brazo, en un hermanamiento, logramos sobreponernos al embate del viento y avanzar hacia nuestro objetivo, el pico de Abantos (1.753 m.), cuyo vértice geodésico casi se puede tocar desde aquí.






En otros cinco minutos hacemos cumbre. Además del vértice geodésico, hay cruz y una batería de placas solares y antenas de telecomunicaciones. A duras penas, mientras el ventarrón nos golpea, logramos echar unas fotos para testimoniar el momento y es que Marcelo, pese a su pasado escurialense, es la primera vez que llega hasta aquí.








Descendemos unos 20 minutos por el GR-10 en dirección noroeste, caminando junto al cercado de piedra que se construyó para delimitar los dominios pertenecientes al Real Sitio del Escorial y que hoy hace de divisoria entre las provincias de Ávila y de Madrid. Al parecer, a este paraje que atravesamos se le conoce como el Nevazo de la Pulga, un insólito nombre.

A la altura de una cancela metálica cerrada con un candado, debemos saltar el cercado de piedra y pasar a la vertiente escurialense para ir en busca del Real Pozo de Nieve, una robusta construcción de inicios del siglo XVII (1609), con bóveda de cañón y techumbre de teja árabe a dos aguas, que se levanta a unos 1.650 metros de altitud. Sus enormes dimensiones (8,5 metros de diámetro y 14 metros de profundidad) permitían que en su interior pudieran acumularse hasta 20.000 arrobas de nieve (230 toneladas).








Descendemos ahora campo a través por el pinar hasta salir a una pista que discurre unos metros más abajo y torcemos por ella a la derecha para, en suave subida, alcanzar un cortafuegos abierto en el cordal que se descuelga desde el pico de Abantos en dirección noreste. Unos metros más abajo, nos sentamos a comer protegidos por unas rocas, pese a que nieva débilmente, aunque para ser precisos lo que cae, más que copos, son pequeñas bolitas de hielo.






Después de unos reconfortantes tragos de té caliente, reanudamos la marcha. Bajamos por el amplio cortafuegos hasta dar con un camino que sale a mano derecha, torciendo casi 180 grados. Cómodamente descendemos hasta el área recreativa de la Penosilla, situada en un rincón muy coqueto del pinar. 


Ahora nieva


Ahora sale el sol


Área recreativa de La Penosilla


Desde aquí mismo pierde altura una senda que nos permite enlazar con otra senda horizontal que la cruza y que suponemos que puede ser la Senda de la Tubería Enterrada. Tomaremos esta última, que desaparece próxima ya al punto en que dejamos el coche.


Y vuelve a nevar




Por la Senda de la Tubería Enterrada








Restaurante Horizontal



No hay comentarios:

Publicar un comentario