viernes, 4 de enero de 2019

De Monasterio de la Sierra a la Ciudad Encantada y la necrópolis de Gozmediano (29 de diciembre de 2018)

A 1.160 m. de altura, aislada a los pies de la sierra de Neila, se encuentra la localidad burgalesa de Monasterio de la Sierra, así llamada debido a que en sus alrededores, concretamente a unos 4 kilómetros, a orillas del Arlanza, se esconden los restos del monasterio franciscano de Alveinte, construido en el siglo XV. Sus escasos 20 habitantes viven de la huerta, la ganadería y la elaboración de miel.



Monasterio de la Sierra


Tras aparcar en la plaza, a la que da el bar, tomamos la calle dedicada a Miguel de Cervantes, que nos conduce a la dehesa del pueblo, salpicada de ancianos robles de enorme porte y arrugado tronco. El roble rebollo convive aquí con el roble albar, con el que llega a hibridar. Al haberse abandonado casi en su totalidad las actividades silvopastoriles tradicionales, el terreno ha sido invadido por robles más jóvenes y por matorral.



Vetustos robles










Pronto alcanzamos la Ciudad Encantada, un sorprendente paraje en el que las rocas han adoptado caprichosas formas como fruto de la erosión.


























Antiguas colmenas


Un poco más adelante llegamos hasta las Calderas de Matalhierro, un conjunto de pozas y pequeñas cascadas, que han sido moldeadas por la acción del agua en el cauce del arroyo Valladares, afluente del Arlanza.



Calderas de Matalhierro





Después de comer sentados al sol sobre unas rocas, nos acercamos a lo poco que queda de la necrópolis de Gozmediano (o de Aguamediano). Dispersos por el robledal pueden verse algunos sarcófagos de piedra pertenecientes a un asentamiento o poblado que hubo aquí en época medieval. Junto a las iglesias de Monasterio de la Sierra y de Salas de los Infantes se conservan otros sarcófagos antropomorfos, que fueron también traídos de aquí.








Nos queda ya el último tramo de esta excursión. Tras dejar a mano izquierda el desvío al pico San Vicente (1.360 m.), una bajada nos lleva hasta un roble centenario, catalogado como árbol singular.














Han sido en total 16 kilómetros de caminar en su mayor parte por un espléndido robledal, con unos 520 metros de desnivel. Antes de abandonar el pueblo, entramos en el bar Puri a tomar un refrigerio. Algunos íbamos con intención de comprar la miel que anunciaban, pero ya se había agotado.




No hay comentarios:

Publicar un comentario