viernes, 3 de junio de 2011

Vivac en el Torozo (Gredos) - 21 y 22 de mayo de 2011

Esta salida gredense se planteó como un vivac y a ella se apuntaron diez animosos senderistas, aunque a la hora de la verdad solo cinco se quedaron a pasar la noche y de ellos tan solo uno, el autor de estas líneas, vivaqueó; los restantes cuatro prefirieron apretarse entre las estrechas paredes de un reducido chozo pastoril. Eran dos mozos, dos buenos mozos hay que decir, y dos mozas, lo que me induce a pensar que buscaban apelotonarse a ver si surgía algo. Yo ya soy perro viejo en ésto. A mí no me la dan con queso...

El sábado nos juntamos en San Esteban del Valle los que veníamos de Madrid y los que lo hacían de otros puntos, como Pedrezuela o Villalba. Y también Marcelo, con el que hacía tiempo que no coincidíamos, que se incorporó desde Ávila.
Habíamos quedado en San Esteban entre 11:00 y 11:30, pero como suele ser habitual, algunos nos presentamos allí rebasada la hora. Todo un tanto caótico. Y los había que no sabían si se iban a quedar a dormir o no. En fin, todo un lío para decidir cómo íbamos a hacer la travesía, dónde íbamos a empezar, dónde íbamos a dejar coches, qué íbamos a llevar en la mochila, etc. Por si fuera poco, la pareja Chanquet-Simón quería escalar en la zona de los riscos del Tío Pasito para luego acercarse al punto elegido para el vivac.
Los Chanquet-Simón decidieron subir en coche al puerto de Serranillos y se las piraron rápidamente antes de que se los comieran las moscas.
Los demás nos fuimos hasta el puerto del Pico, a dejar allí algún coche, para luego continuar hacia el punto de inicio, que era la pista de tierra que conduce al vivero forestal de El Sidrillo.

Entre pitos y flautas, serían ya la una y cuarto del mediodía cuando empezamos a andar, en dirección a la que llaman garganta del Placero o del Placejo, según los mapas. Nuestra idea es alcanzar por esta garganta el collado del Boquerón, que deja a mano derecha los Riscos del Tío Pasito y se ve ya nítidamente desde aquí.

 
El collado del Boquerón se divisa con nitidez desde el principio

Al remontar la pista, se deja enseguida el vivero a la derecha. Un poco más adelante, en una curva a la izquierda sale un desvío, pero hay que continuar de frente, siguiendo una conducción de agua.

La pista continúa, pero por poco tiempo

La pista se acaba y teóricamente sigue habiendo hitos "que progresan por terreno bastante despejado". Esto es lo que dice la teoría, pero en la práctica cuesta un poco ver los hitos y el terreno no está muy despejado que digamos. Pero pérdida no tiene y de hecho estamos ya en plena garganta. La duda es si bajar al cauce del arroyo y andar junto a él, si cruzarlo o si mantenernos a este lado a media ladera. Nos decantamos por la última opción, pues nos parece que a esta altura el arroyo está bastante cubierto de vegetación. Pero no se avanza muy cómodamente, hay que sortear piornos y, en algunos casos, hacer alguna pequeña trepada o agarrarse a las rocas con la ayuda de las manos.

Más adelante, cuando el terreno empiece a despejarse de verdad, sí que bajamos al arroyo para seguir remontando por su cauce. El arroyo no lleva mucha agua y a buen seguro se secará avanzada la estación.

Se asciende penosamente por la garganta

La subida es dura, con bastante pendiente, y vamos aproximándonos a la base de los Riscos del Tío Pasito o de Villarejo. Se escapan algunas gotas de lluvia, pero la cosa no irá a más. De todas formas, se agradece que esté nublado, porque si el sol picara, hubiéramos pasado un calor horroroso.
 El collado del Boquerón ya se intuye allá arriba, pero estos últimos metros de subida se hacen larguísimos, casi eternos. Parece que no vamos a terminar nunca de subir. Cada uno sube a su ritmo y el grupo va desperdigándose. Pero no hay un alma por estos lares, si exceptuamos a las cabras montesas, las reinas de Gredos.

Los Riscos del Tío Pasito
La cabecera de la garganta del Placejo

Una vez alcanzado el collado del Boquerón (1.779 m.), vemos ya el Espaldar de los Galayos y La Mira, esta última con algunos neveros todavía.
Desde aquí vemos, hacia levante, l
os Riscos Morenos (1.868 m.), a los que sube una pista para todoterrenos, y el Risco Gordo o Yelmito (1.785 m.), un poquito a la derecha, que es la máxima altura de los Riscos del Tío Pasito.

Son las cuatro y pico, habrá quien no llegue aquí hasta casi las cinco, y es el momento de comer algo y reponer fuerzas. Tras los postres nos tomamos unos chupitos de Llambiaes de Chochinos, muy celebrados por el populacho.

Un descanso

Se reanuda la marcha, continuando hacia poniente por el sendero balizado con hitos que viene del puerto de Serranillos y se dirige hacia El Torozo. Pero el terreno por aquí es muchísimo más cómodo y, según caminamos, vamos dejando a nuestra espalda el Cabezo de Mijares, que nos es familiar. Recordamos el vivac que hicimos por allí hará unos tres años y también nos acordamos de Los Altruistas de Navarrevisca.

El Cabezo de Mijares

Vista de la Abantera y del barranco de las Cinco Villas desde el Alto de los Corralillos

Salvamos algo más de 200 metros de desnivel hasta llegar al Alto de los Corralillos (2.002 m.) y a partir de aquí descendemos un poco hasta el collado del Risco (1.935 m.), desde el que ya se ve el chozo en el que algunos nos vamos a quedar a dormir.
Alcanzar la cumbre de El Torozo o Peñas Cagás (2.021 m.) es ya pan comido.

El Torozo ya está cerca

En el Torozo

En el Torozo

A la bajada del Torozo, nos dirigimos hacia el chozo, que está rodeado por un cercado de madera. El sitio es encantador, con buenas hacia el norte (el valle alto del Alberche, el pueblo de Hoyocasero, la Serrota, la sierra del Zapatero, etc.).
En el collado del Risco, a la bajada

Despedida

 Dentro de la parcela en que está el chozo hay fuente y, hechas en piedra, dos rústicas mesitas con sus bancos.

Chozo de los Cervunales

Aquí mismo nos despedimos de los que no se quedan a dormir y se vuelven para casa, que van a bajar al puerto del Pico por el sendero que está balizado como PR. Allí han dejado dos coches. Luego vivirán su particular Odisea. Y es que no es aconsejable andar un sábado a la noche con poca gasolina en el depósito por estas tierras abulenses. Según nos contaron, pasaron momentos angustiosos. Hubo quien se veía ya con el coche tirado en el arcén.

Para los que nos quedamos a dormir es ya el momento de examinar las instalaciones. El chozo es pequeño (4-5 plazas). Nos encontramos el suelo algo sucio, pero eso tiene remedio. Con la ayuda de unas ramas de piorno, que usamos a modo de escoba, le damos un buen barrido. Y empezamos a preparar la cena mientras los hermanos Chanquet-Simón aparecían. Endibias al roquefort con nueces. Tallarines. Sopa japonesa de miso, importada directamente de Fukushima.

A la hora de dormir, decido hacerlo fuera y me acomodo en un lateral del chozo, en el que hay un poyo de piedra, cubierto por un tejadillo hecho con ramas. Algo me resguardará del rocío.

Los capullos en sus crisálidas

Chozo de los Cervunales

Vistas hacia el norte

A la mañana siguiente, decidimos bajar al punto de partida por el barranco de Rioseco, cuya cabecera arranca del collado del Risco. Es una bajada vertiginosa. Aunque desde arriba se ve la carreterita asfaltada a la que tenemos que salir y parece que está al lado, tardaremos más de tres horas en llegar hasta ella.

Garganta de Rioseco

Garganta de Rioseco

Tramo final por carretera

Antes de iniciar la vuelta, entramos en el bar Oliver de San Esteban del Valle a tomar unas raciones. Ensalada. Croquetas. Revuelto de setas. En este bar custodian un libro de reseñas y piadas de las zonas de escalada del Torozo y de los Riscos de Villarejo. Un libro curradísimo, con croquis de las vías hechos a mano. Una labor de chinos.

Bar Oliver

El libro de reseñas y piadas

Así era San Esteban

Es día de elecciones autonómicas y municipales. Aquellos que no han votado por correo quieren llegar a tiempo de hacerlo. Me surge la duda de si Seche pudo hacerlo, pues recibimos un inquietante mensaje suyo, en el que nos decía que andaba metido en un atascazo antes de cruzar el túnel de Guadarrama.

BIBLIOGRAFÍA:
Ver ruta nº 1 (El Torozo por los riscos del Tío Pasito) de “Senderismo para masoquistas” (Ediciones Desnivel). Se sale de San Esteban del Valle, se sube por la garganta del Placejo hasta el collado del Boquerón y luego se baja por la loma que se descuelga desde la Atalaya.

ENLACES:
Subida al Torozo por el collado del Boquerón (Sistema Central)
Subida al Torozo desde el puerto del Pico (Andrés Campos)
Senderismo por el Barranco de las Cinco Villas










1 comentario:

  1. Aventuras no os han faltado. Leyendo la crónica me quedo con un nombre...Los Riscos del Tio Pasito, encantador...
    mdp

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