Iniciamos la marcha pasando por el Embalse de Puente Alta.
Alfredo que, con la intención de recolectar endrinas, no encontraba ninguna, comenzó a coger moras... distracción que provocó que perdiéramos su rastro y el de Santi que le acompañaba en la susodicha actividad.
El grueso del grupo esperó y esperó pero al ver que no aparecían decidió continuar, después de haber agotado todas las posibilidades de búsqueda, gritándoles, llamándoles al móvil, volviendo sobre nuestro pasos, dejando notas en el camino, etc.
Seguimos por una pista que, en un momento dado, se cruzaba con otra, en la que casi con toda seguridad nos encontraríamos con los "perdidos", que habrían remontado siguiendo el río Acebeda, que era lo que en principio se iba a hacer. Y así fue, allí estaban ellos tan tranquilos, cogiendo moras y alguna endrina que, para alegría de Alfredo, iba llenando el frasco (¿le llegará para invitarnos a un pacharán?)
Nos encontramos un azud:
Nuestra siguiente intención era continuar camino hacia la fuente de la Reina, atravesamos la acebeda con su inmenso pinar, vimos pasar un par de corzos, un par de caballos salvajes¿?, unas cuantas vacas, un ratoncillo que, sin miedo o sin vergüenza, se acercaba a nuestros pies...
Pasamos por rincones bucólicos.
Finalmente decidimos parar a comer porque así nos lo pedían nuestros estómagos, y entre bocado y bocado, conversación, risas y siesta, se nos hizo un poquillo tarde y decidimos que seguiríamos nuestro camino hacia la collada del río Peces (menudo cuestón, debimos de hacer la mitad del desnivel en ese tramo), casi se me salen los higadillos.
En la collada nos hicimos estas fotos.
A continuación bajamos atravesando el pinar de Gonzalo por una pista que en algunos momentos desaparecía y nos obligaba a consultar el mapa.
Un pedregal que impresionaba, de donde habrá salido tanta piedra?
Llegamos a unas praderas cercadas que no nos quedó más remedio que atravesar con riesgo de ser atacados por algunas vacas que nos miraban con ojos desafiantes. Desde aquí unas vistas impactantes de la Mujer Muerta.
Regreso a Revenga pasando de nuevo por el embalse de Puente Alta, donde Alfredo seguía a la búsqueda de la endrina (o quizás sardina?) perdida.
Y por fin, el premio final, unas cervecitas en un bar de Revenga, eso sí, no nos pusieron nada de picar. Tacaños! se quedaron sin propina.