domingo, 18 de febrero de 2018

Al pico de la Maliciosa y a la Bola del Mundo desde el valle de la Barranca (18 de febrero de 2018)

Hoy tocaba una de crampones. Nuestros compañeros se desplazaron hasta el valle de la Barranca y echaron a andar desde el aparcamiento del hotel La Barranca, que está siendo reformado.
Ascendieron a la Maliciosa pasando por la fuente de la Campanilla y el collado del Piornal. A continuación se dirigieron a la Bola del Mundo, donde pararon a comer, descendiendo después al punto de partida.
Ha sido un espléndido y soleado día invernal.


Parada y tentempié


Cramponeando a gusto


En la Maliciosa


Una gran pareja de baile


En la Bola






Rueda deshinchada


Una de picatostes con chocolate

sábado, 17 de febrero de 2018

Nochevieja en Oña (del 30 de diciembre al 2 de enero de 2017)

En la antigua villa condal de Oña, muy vinculada a los orígenes de Castilla, hemos pasado una nochevieja más. Han sido unos días fríos y con niebla densa a primera hora de la mañana, que tardaba largo tiempo en disiparse.
Su casco urbano, declarado Conjunto Histórico-Artístico, presenta un fuerte sabor medieval. Sus casas se adosan entre sí, formando estrechas calles, que se abren en las plazas del mercado, del ayuntamiento y del monasterio. Algunas de las casas, especialmente las situadas entre las calles del Pan y del Agua, lucen blasones en sus fachadas.

Nos hemos alojado en el Albergue Municipal, que se ubica a orillas del río Oca y ocupa el edificio de la antigua estación del ferrocarril Santander-Mediterráneo. Unas instalaciones cómodas y acogedoras para desparramar y recibir el nuevo año.








El monasterio benedictino de San Salvador, fundado en el año 1011 por el conde castellano Sancho García, es el monumento más emblemático de Oña.
En el año 1072, su iglesia se convierte en el primer Panteón Real de Castilla, al traer el Cid el cuerpo del rey Sancho II el Fuerte, asesinado en el cerco de Zamora, para enterrarlo aquí. También reposan aquí los restos del rey Sancho III el Mayor de Navarra, así como los de otros infantes, condes y personalidades. 
Sus jardines se hallan rodeados por un muro de casi cuatro kilómetros de perímetro y cuentan con un conjunto de estanques y ría, diseñados en el siglo XVI, en los que los monjes criaban truchas y anguilas.






















Desfiladero del río Oca
Nada más dejar atrás Oña, el río Oca forma un abrupto desfiladero de paredes verticales. Puede recorrerse siguiendo un estrecho camino que discurre entre la carretera N-232, la vía del tren y el río. Es un cómodo paseo de 2,5 kilómetros que arranca junto a nuestro albergue.


Tiene 1.200 metros de altura y puede ascenderse a él desde el mismo pueblo de Oña, tomando el camino de la sierra, que se inicia junto al monasterio de San Salvador. Se deja a la izquierda el Mazo de Oña y se remonta el barranco de Valdehayas hasta las campas que separan las cumbres de la Mesa de Oña y del Cuchillos, cubiertas de enebro y otros matorrales.




Mesa de Oña
Este monte, conocido también como Mesa del Abad, se eleva hasta los 1.205 metros de altura. Constituye la prolongación natural, hacia poniente, de los Montes Obarenes.
En su parte superior forma una amplia meseta, resultando difícil precisal cuál es su punto más alto.



Parque Natural de Montes Obarenes - San Zadornil
Tiene una extensión de casi 50.000 hectáreas y lo conforman un conjunto de sierras calizas (Oña, La Llana, Humión, La Verdina, Pancorbo, Foncea, etc.) que se extienden por el área delimitada entre las poblaciones de Oña, Frías, Sobrón, Miranda de Ebro y Pancorbo. Al norte queda el río Ebro y al sur, las llanuras de La Bureba.
La Casa del Parque se encuentra dentro de los jardines del monasterio de San Salvador de Oña. En invierno suele estar cerrada, aunque suelen concertarse visitas para grupos llamando por teléfono.


Valle de Tobalina
Se extiende entre la sierra de Árcena y los Montes Obarenes.
Lo atraviesa el río Ebro.
Toma su nombre de la toba, una característica piedra caliza que abunda en la zona.
Está integrado por un total de 45 pueblos y aldeas, destacando de entre ellos el conjunto monumental de Frías. Su capital es Quintana Martín Galíndez.


Frías
Es la localidad más pequeña de España que ostenta el título de ciudad.
Se asienta sobre un peñasco tobáceo y cuenta con uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar española de época medieval, destacando el castillo roquero de los Velasco, edificado entre los siglos XII y XV.









Es el punto más alto del conjunto de sierras que forman parte del Parque Natural de los Montes Obarenes (1,436 m.).
Hemos subido hasta esta montaña desde el pueblo de Orbañanos en otro día que ha amanecido con niebla. Al alcanzar el portillo de Jarrilla salimos de la niebla y disfrutamos de un sol magnífico.
En su cumbre hay una cruz metálica de 8 metros de altura, vértice geodésico y dos buzones montañeros.














Desfiladero y cascadas del río Molinar
Es una estrecha garganta de paredes verticales, que se encuentra entre las localidades de Ranera y Tobera.
La mano del hombre también ha dejado aquí su huella en las ermitas del Santo Cristo y de Santa María de la Hoz.







Poza de la Sal
Es un conjunto amurallado de estrechas calles, que se extiende al pie del castillo.
Posee minas de sal, que afloraron a la superficie por un fenómeno diapírico. La actividad salinera y la extracción de sal han condicionado durante siglos la actividad y la economía de sus gentes.
Es cuna del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.

Artículos
Verde burgalés (El País, abril de 2017)

Enlaces

jueves, 15 de febrero de 2018

De Tablada a La Peñota, con bajada a Cercedilla (10 de febrero de 2018)

Dicen que en el monte, después de una caminata, cualquier cosa sabe bien. Estuve a punto de prepararme un bocata de salchichón El Pozo para comprobarlo, pero no quise arriesgarme tanto y me hice, como tantas veces, uno de tortilla francesa para llevar en la mochila. 
Hoy vamos a tomar de nuevo el tren, esta vez el que va a Segovia, para bajarnos en Tablada, que es la estación siguiente a Cercedilla, e iniciar allí una ruta que se va a hacer bastante más dura de lo previsto.


Estación de Cercedilla


Estación de Tablada


En el pinar nevado reina un absoluto silencio. No hay por aquí indicios de actividad senderista, a excepción de nosotros. Algunas huellas en la nieve delatan la presencia de corzos y de otros animales salvajes.


La chavalería se queda en el albergue Divina Pastora




En el pinar nevado


Tomamos el sendero balizado que asciende hasta la Peña del Arcipreste. Las recientes nevadas dificultan encontrar las marcas de pintura blancas y verdes, que en algunos casos han quedado enterradas. Tampoco hay huella. Cuesta incluso acceder al pie de la Peña del Arcipreste, semicubierta por la nieve.






Peña del Arcipreste


A partir de este punto caminamos por el cordal que viene del alto de los Leones, siguiendo el GR-10. Aquí si que hay huella abierta en la nieve. Por delante nuestro, ascienden unos senderistas que llevan raquetas, pero no tardaremos en rebasarlos. Coronamos primero el cerro de Matalafuente (1.673 m.) y luego la Peña del Cuervo (1.706 m.). Maldición. Las huellas se terminan. Nos toca abrir huella de aquí en adelante. 








Todo se ve aún color de rosa




La Peñota y detrás Peña del Águila


Ascendemos al cerro del Mostajo (1.717). Tenemos ya casi a mano nuestro objetivo, La Peñota (1.945), que en realidad son tres picachos escalonados. Pero es una impresión engañosa. La gran acumulación de nieve va a hacer el avance penoso a partir de aquí. Progresar apenas unos metros se hace un mundo y el tiempo se nos irá poco a poco echando encima. No habrá tiempo ni ganas de sacar más fotos. Durante algo más de tres horas, sin siquiera parar para comer, peleamos con la nieve. Las más de las veces nos hundimos hasta las rodillas. Hay veces que incluso hasta la cintura. Casi a las seis de la tarde, algo exhaustos por el esfuerzo realizado, logramos conectar con la bajada hacia el collado de Cerromalejo. Afortunadamente hay huellas de pisadas por este lado. Menos mal.


La Peñota casi a mano pero...


Luz de atarceder bajando al collado de Cerromalejo


Apretamos el paso a la bajada y sobre las seis y media paramos por fin a comer en las inmediaciones del collado de Cerromalejo. Tras la breve pausa emprendemos el descenso por el pinar, siguiendo la Vereda de los Poyalejos (topos rojos en los pinos) y luego el Camino de los Campamentos. Por aquí pasaron, hace exactamente dos semanas, Freddo y Marotti, una pareja de tomo y lomo. En la bajada final a la estación de Cercedilla nos veremos incluso obligados a ponernos los crampones, aunque solo sea para cinco minutos. Y es que el hielo ha hecho de la senda una pista de patinaje. A las nueve menos cuarto damos la ruta por concluida.