Marotti ha coronado el Mont Blanc (4.808 m.), la mítica montaña, rodeada de extensos glaciares, que hace de frontera entre Francia e Italia y que además es el techo absoluto de la cordillera de los Alpes.
Dos son las localidades situadas al pie de la gran montaña. En la vertiente francesa se encuentra Chamonix y en la italiana, Courmayeur (Valle de Aosta). Estas dos poblaciones han experimentado un espectacular crecimiento en las últimas décadas y hoy son dos centros turísticos de primer orden, que ofrecen al montañero todo tipo de servicios, a condición de que este esté dispuesto a rascarse el bolsillo.
La primera ascensión documentada al gigante de los Alpes, efectuada por la vertiente francesa, data del 8 de agosto de 1786 y sus protagonistas fueron el médico Michel Paccard y el cazador de rebecos y buscador de cristales Jacques Balmat.
En memoria de Balmat y Paccard
Marotti y sus compañeros ya están en Chamonix (1.000 m.), dispuestos a emular a Paccard, Balmat y el gran Tartarín de Tarascón. Su intención es ascender al Mont Blanc por la vía Goûter, que está considerada la ruta normal. Pero antes se dirigen a la Maison de la Montagne, donde se informan de que la previsión del tiempo es inmejorable para los días venideros. Es lo que se llama una ventana de buen tiempo, que les llena de optimismo. Les advierten también de que es absolutamente imprescindible saber manejarse con crampones y piolet para poder alcanzar el objetivo, a lo que por otra parte están habituados. Y por último, les aconsejan no intentar bajo ningún concepto la ascensión si no se encuentran completamente aclimatados. Al escuchar esto último, a Marotti se le escapa una sonrisa burlona y casi le entra la risa floja. Y es que hace apenas un par de semanas ha regresado de Nepal, donde ha estado a seis mil metros. A Marotti le sobra sin duda aclimatación para dar y tomar.
La Maison de la Montagne
El gigante desafiante
Un teleférico que puede tomarse en Les Houches y luego un tren de cremallera permiten alcanzar el Nid d'Aigle o Nido de Águilas (2.385 m.), donde hay un refugio de montaña. Desde aquí arranca un sendero que se dirige al refugio de Tête Rousse (3.165 m.). Luego hay que remontar un peligroso corredor, en el que se pueden desprender piedras, para alcanzar el refugio de l'Aiguille du Goûter (3.815 m.), donde se duerme la noche previa a intentar la cumbre. Dormir lo que se dice dormir no suele ser fácil por varios motivos. El refugio suele estar lleno hasta las trancas. La altitud afecta en muchos casos a los organismos. Y además, el día de la verdad hay que levantarse y ponerse a andar nada más dar la medianoche en el reloj. Esta suma de factores hacen que lo normal sea no pegar ojo.
Refugio de l'Aiguille du Goùter
Marotti y los suyos se ponen en movimiento e inician la subida final a la luz de los frontales. La gloria les espera. El avance se hace lento. Pronto superan los cuatro mil metros. Pero el tiempo acompaña y el frío es soportable. Ya no hay marcha atrás. La nieve dura cruje bajo los crampones. A un lado queda la cumbre del Dôme du Goûter.
Tras rebasar el refugio de Vallot (4.360 m.), viene la que quizá sea la rampa más empinada. Luego hay que encaramarse a la arista que conduce a la cumbre. Las primeras luces iluminan el horizonte y el día comienza rápidamente a clarear. En un suspiro, el cielo se torna de un azul luminoso. La arista somital se estrecha más aún si cabe. Caminando por un pasillo abierto entre paredes de nieve, Marotti y sus dos compañeros alcanzan la soñada cumbre. Es un momento de éxtasis. Pero la relajación está prohibida. Queda aún por delante un complicado descenso que se hará interminable.
En la cumbre
Éxtasis
Aiguille du Midi