Nos hemos quedado anodadados con la avalancha de noticias de esta semana, desde los papeles de Panamá a la detención de Mario Conde, pasando por la dimisión del ministro Soria y la complementaria que Hacienda le ha solicitado al Sr. Aznar. Estamos de fango hasta las orejas, señores. Pero no todos. Una aldea poblada por irreductibles e incorruptibles senderistas se mantiene incólume frente a la corrupción. Esa aldea, fiel a sus principios y a su ideario de pureza, se llama Sendas de Madrid.
Un vivo ejemplo de esa trayectoria sin tacha es el Sr. BS, que tras unos meses sin prodigarse mucho en las rutas parece volver por sus fueros. El clan de los Bravo ha vuelto, liderado por el mismísimo Sr. BS en su mejor versión, con una de esas originalísimas rutas al más puro estilo BS. Dieciseis miembros del equipo BS han respondido, pese a la previsión de lluvia, a la llamada de su capitán, demostrándole una vez más su inquebrantable adhesión: MaríaBS, SecheBS, MaiteBS, ÁlvaroBS, CristinaBS, JaviBS, GinaBS, AlfreBS, RaquelchuBS, GeorgeBS, TeoBS, KasiaBS, VicenteBS, EnriqueBS, MarcosBS y YolandaBS.
El equipo BS en Tres Cantos, al finalizar la ruta
El punto de inicio de esta ruta estaba en la entrada a la finca Valdeloshielos (Tres Cantos), a la que se llega desde Madrid por la autovía de Colmenar, tomando la salida 23 y cruzando dicha autovía por un paso elevado en la primera rotonda.
De ahí mismo arranca el cordel de Valdeloshielos, una antigua via pecuaria por la que echamos a andar en este día de paraguas y chubasquero, como corresponde a un abril abrilero. Dejaremos a nuestra derecha las marcas del Camino de Santiago (flechas amarillas) y del GR-124 o Senda Real (blancas y rojas).
Cruzamos el arroyo de Tejada en un exuberante paraje al que tienen una especial querencia las oropéndolas, los pinzones y otros pájaros, según nos cuenta YolandaBS.
Pronto nuestro camino discurre limitado por su izquierda por la tapia de El Pardo, que encierra el que probablemente sea el principal pulmón verde de la ciudad de Madrid.
El comandante BS a la cabeza del grupo
Pronto nuestro camino discurre limitado por su izquierda por la tapia de El Pardo, que encierra el que probablemente sea el principal pulmón verde de la ciudad de Madrid.
Llegamos al mirador de Valdelaganar, en el que se ha instalado un panel informativo. Desde este punto tenemos una espléndida panorámica de parte del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, un espacio natural que se extiende desde las cumbres de la Cuerda Larga a las inmediaciones del Monte de El Pardo, incluyendo dentro de su perímetro el singular enclave de La Pedriza, y que da cobijo al buitre negro y al águila imperial, dos especies amenazadas.
El monte bajo de encinas se extiende por un paisaje suavemente ondulado y surcado por el río Manzanares, ese arroyo aprendiz de río, como lo definió Quevedo en un poema. Y es que el encinar es el biotopo que más superficie ocupa dentro del Parque Regional, algo más del 60 % del total del mismo.
Un poco más adelante comenzamos a divisar la mancha de agua del embalse de El Pardo, que a pesar de las últimas lluvias se encuentra bastante bajo de nivel, mientras algunas rapaces, en su mayoría procedentes del vecino Monte de El Pardo, planean por encima de nuestras cabezas.
Llegamos finalmente al puente de la Marmota, un hermoso puente de piedra que salva precisamente las aguas del río Manzanares. Este puente, nos recuerda MaríaBS, fue levantado a mediados del siglo XVIII y su nombre no hace referencia a las marmotas, que no se dan por aquí, como es bien sabido, sino que es una corrupción del término mamotar, con el que era conocido un cerro cercano al puente, que presentaba y presenta forma de mama femenina. Forma de teta, hablando sin pelos en la lengua. Este cerro aparece con el nombre de Cabeza de Mamotar en diferentes documentos y textos medievales. Nos hubiera gustado comer junto al puente, pero un fuerte chubasco nos lo impide, por lo que decidimos seguir andando en dirección a Colmenar Viejo.
El monte bajo de encinas se extiende por un paisaje suavemente ondulado y surcado por el río Manzanares, ese arroyo aprendiz de río, como lo definió Quevedo en un poema. Y es que el encinar es el biotopo que más superficie ocupa dentro del Parque Regional, algo más del 60 % del total del mismo.
Cerro de la Marmota
Un poco más adelante comenzamos a divisar la mancha de agua del embalse de El Pardo, que a pesar de las últimas lluvias se encuentra bastante bajo de nivel, mientras algunas rapaces, en su mayoría procedentes del vecino Monte de El Pardo, planean por encima de nuestras cabezas.
Jara
Llegamos finalmente al puente de la Marmota, un hermoso puente de piedra que salva precisamente las aguas del río Manzanares. Este puente, nos recuerda MaríaBS, fue levantado a mediados del siglo XVIII y su nombre no hace referencia a las marmotas, que no se dan por aquí, como es bien sabido, sino que es una corrupción del término mamotar, con el que era conocido un cerro cercano al puente, que presentaba y presenta forma de mama femenina. Forma de teta, hablando sin pelos en la lengua. Este cerro aparece con el nombre de Cabeza de Mamotar en diferentes documentos y textos medievales. Nos hubiera gustado comer junto al puente, pero un fuerte chubasco nos lo impide, por lo que decidimos seguir andando en dirección a Colmenar Viejo.
Al cabo del rato, la lluvia nos da un pequeño respiro, aprovechando el momento para sentarnos a comer, un tanto desperdigados, entre unas encinas.
Proseguimos la marcha, no por la senda que discurre junto a la orilla del río Manzanares, que pasamos de largo, sino por el camino de la Marmota, otra antigua cañada o vía pecuaria.
Nuestro camino discurre ahora entre suaves colinas, alternándose los pastos, con algunas vacas sueltas, y las manchas arbustivas de encinas, enebros y jaras. Las nubes se han levantado un tanto, dejándonos ver La Maliciosa y la Cuerda Larga cubiertas de nieve.
Enebro
El camino pasa junto a la depuradora de Navarrosilla y desemboca en el Polígono Industrial Sur, en lo que es una entrada triunfal en Colmenar Viejo. Al pasar junto a una nave, salta la sirena de una alarma, lo que achacamos a la presencia entre nosotros de TeoBS, un sin papeles en situación irregular, al que la Europol busca desde hace tiempo infructuosamente.
Solo nos resta tomar en Colmenar Viejo el tren para retornar a Tres Cantos en un trayecto de apenas ocho minutos de duración.
El comandate BS ha liderado con su acostumbrada brillantez una ruta más, moviendo magistralmente sobre el tablero sus piezas, que éramos cada uno de nosotros. Larga vida a nuestro comandante. Hasta la victoria.
Y llegamos a la estación de Colmenar Viejo
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¡Qué crónica tan perfecta! Una gran ruta y una gran compañía :D
ResponderEliminarGracias al escritor y a los fotógrafos y que sean muchas más rutas como estas.
Un abrazo :)
Hoy he hecho esta misma ruta y me ha encantado el día acompañado sin sol sin lluvia y una temperatura de 14 grados
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