sábado, 27 de enero de 2018

A la Peña del Águila desde Cercedilla (27 de enero de 2018)

Freddo y Marotti, una pareja anarquizante a lo Sacco e Vanzetti, quedan en la estación de Atocha para coger a las ocho y media de la mañana el tren de Cercedilla, desde donde tienen pensado hacer una ruta circular en torno al valle de la Fuenfría, con la propina de la ascensión a la Peña del Águila.

Al poner el pie en Cercedilla (1200 m.) luce el sol, aunque soplan rachas de viento bastante desapacibles. Tanto las nubes como la niebla se agarran a las cumbres del Guadarrama, que se hace imposible distinguir. 








El dueto entra en el bar El Aribel, antiguo Longinos, a tomarse algo rápido y sobre 10:25 echan a andar en busca del Camino del Agua, un sendero marcado con topos azules en los troncos de los pinos, que discurre siguiendo una tubería o conducción de agua. Primero sube ligeramente y luego desciende hasta el embalse de las Berceas.




















Los senderistas pasan junto a Casa Cirilo y tirante de frente en dirección al puente del Descalzo, alcanzan luego la pradera de los Corralillos y salen más arriba a la milenaria calzada romana (era en realidad la vía XXIV del itinerario de Antonino, una especie de guía Repsol de la época, y unía Emerita Augusta y Caesaraugusta). La vía romana coincide en algunos momentos con la posterior calzada borbónica que se dirigía al palacio real de La Granja. 



Casa Cirilo









En el puente del Descalzo








Tras superar un último repecho, la conocida como Cuesta del Reventón, con desniveles superiores al 20 %, desembocan en el cruce de caminos que es el puerto de la Fuenfría (1.790 m.). Persiste la niebla. Varios montañeros desperdigados, equipados algunos con esquíes o raquetas, hacen frente al frío como buenamente pueden.









Puerto de la Fuenfría





Marotti y Freddo toman ahora el GR-10 (marcas blancas y rojas), que se encamina hacia el collado de Marichiva. Se trata de un tramo casi horizontal, que el montañero Domingo Pliego llama Senda de los Cospes en una de sus guías excursionistas.























Al llegar al collado de Marichiva (1.750 m.), son las dos y veinte. Los protagonistas deciden acometer el plan inicial y subir a la Peña del Águila (2.011 m.), lo que les llevará una hora más desde aquí. Las nubes y la niebla van disipándose poco a poco sobre sus, se abren claros azulados en el cielo e incluso el sol llega a lucir tímidamente por momentos. 






En la cumbre de la Peña del Águila



Freddo y Marotti





En la bajada hacia el collado de Cerromalejo, que hacemos por el lado opuesto, el sol sigue ganando terreno, lo que nos permite deleitarnos con el perfil recortado de la Peñota y las vistas del llano, que alcanzan hasta la mancha de agua del embalse de Valmayor.



La Peñota


























Sobre las cuatro, llega el momento de hacer una parada rápida en las inmediaciones del collado de Cerromalejo (1.776 m.) para dar buena cuenta del bocata que espera en el fondo de la mochila. 

En el collado hay que abandonar la ancha pista conocida como Calle Alta para comenzar a descender por el pinar, siguiendo un sendero indicado con topos rojos en los árboles, que no es sino la Vereda de los Poyalejos.

Se sale a la explanada que corresponde al Campamento de la Peñota, casi a la altura del cerro del Reajo Alto, en el que se ubica un puesto de vigilancia de incendios. 


Se tuerce a la derecha y se continúa el descenso a la estación de tren de Cercedilla siguiendo el Camino de los Campamentos. Freddo y Marotti dan por culminada la ruta a las seis menos cuarto y volverán a entrar al bar de la mañana antes de tomar el siguiente tren para Madrid. Han sido unos 19 kilómetros y algo más de 1.100 metros de desnivel acumulado.




Guión de la ruta: Freddo.
Fotografía: Marotti ha aportado las mejores fotos y Freddo algunas más de relleno.
Presupuesto: Unos 17,50 euros por persona (11 del tren, el resto son las consumiciones del desayuno, con napolitana y pincho de tortilla, y de después del rodaje o ruta).

Un intento de subida al pico del Lobo desde la ermita de San Benito (21 de enero de 2018)

Esta iba a ser una ascención al pico del Lobo con un punto innovador, dado que el punto de inicio era la ermita de San Benito, que se encuentra unos dos kilómetros más allá de la estación de esquí de La Pinilla.

Al echar a andar sobre las diez de la mañana, una densa niebla ocultaba los perfiles de la montaña, un escenario en el que Jack el Destripador se hubiera manejado como pez en el agua.



Ermita de San Benito


Después de dar un rodeo en dirección a Riofrío, los senderistas, montañeros o como prefieran autodenominarse, comienzan su ascensión hacia el cordal de la sierra. La nieve blanda les dificulta algo el avance.





Al alcanzar la cuerda, no solo persiste la niebla. Sopla además un viento que se hace un tanto molesto, una china más en el camino de nuestros muchachos, acostumbrados no obstante a luchar como leones contra los elementos.






Los tres figuras, muy conjuntados



Afloramientos pizarrosos en la nieve, negro sobre blanco


Sobre las tres de la tarde, nuestros compañeros toman una difícil decisión. Deciden abandonar el objetivo inicial, que era ascender al pico del Lobo, e inician el descenso hacia la estación de esquí de La Pinilla. Se mantiene la niebla y el estado de la nieve les ha ralentizado bastante la marcha. La prudencia y el buen juicio que les caracteriza se impone.





El descenso les conduce por el pinar. En ciertos momentos la niebla se disipa ligeramente hasta el punto de dejar pasar algunos tímidos rayos de sol. El tiempo es siempre impredecible.





El cielo se abre por fin y se contemplan las cumbres en todo su esplendor. Son las ironías del destino, tan impredecible como inescrutable.





La propuesta inicial de ruta tenía unos 17 kilómetros de longitud, con unos 900 metros de desnivel. Al verse obligados a iniciar el regreso antes de lo previsto, habrán sido al final unos 12-13 kilómetros, con un desnivel también inferior.