sábado, 25 de noviembre de 2017

Una circular desde Montesinho, con vuelta por el Porto Furado (14 de octubre de 2017)

Al norte de Bragança se encuentra el Parque Natural de Montesinho, que hace frontera con España y se extiende por una superficie de unas 75.000 hectáreas, .
Hoy hemos hecho una excursión con inicio en Montesinho, una pintoresca aldea de la que el parque toma su nombre, situada a una altitud de 1.020 metros y muy bien conservada, con sus típicas viviendas de muros de granito y techos de pizarra, algunas de las cuales funcionan actualmente como casas rurales. 








Nuestra ruta va a ser circular, en sentido contrario a las agujas del reloj. Vamos a aprovechar en parte el sendero de pequeño recorrido BGC PR-3, bautizado con el nombre de Porto Furado, un estrecho paso entre dos rocas por el que pasaremos a la vuelta. No obstante, este sendero tiene una longitud de casi 8 kilómetros, lo que nos parece poco, por lo que vamos a tratar de alargar un poco la ruta siguiendo las indicaciones, un tanto imprecisas, de un libro de la editorial Alhena Media que se menciona al final.














Dejamos atrás el pueblo, siguiendo las marcas amarillas y rojas, y ganamos progresivamente altura, caminando al principio bajo un robledal. Pronto salimos a terreno despejado y pasamos junto al alto do Falgueirão, una elevación de forma cónica muy característica, que dejamos ligeramente a nuestra derecha.


















Queda atrás el alto do Falgueirão, de forma cónica


Nos asomamos a unas rocas desde las que tenemos vistas del embalse de Serra Serrada, bastante bajo de nivel en la actualidad. Esta obra de ingeniería fue construida a finales de los ochenta para remansar las aguas del río Andorinhas, producir electricidad y suministrar agua potable a Bragança. En sus márgenes se practica la pesca, principalmente de truchas, según leemos en la descripción.








En este punto abandonamos las marcas amarillas y rojas del BGC PR-3 y continuamos caminando en dirección norte, pero erramos en alguna bifurcación, lo que nos lleva a perder el camino. Remontamos unos prados, bastante secos, en los que hay sueltas algunas vacas con sus terneros, siguiendo las trazas de lo que parece un sendero.

















Acabamos enlazando con un sendero más definido, aunque estrecho, que se abre paso entre los brezos. Otra cosa no crece por aquí. Estaremos a poco más o menos un kilómetro de la frontera con España, que debe discurrir a lo largo de una línea de aerogeneradores que casi tocamos con las manos.








El sendero que seguimos va poco a poco girando hacia nuestra izquierda para iniciar el regreso al punto de partida. Más adelante salimos a un camino más ancho y al cabo de un rato, nos sentamos a comer a la sombra de un solitario árbol, que al menos nos proporciona un poco de sombra.














Reanudamos la marcha siguiendo el camino, que en algún momento perdemos, pero al que enseguida volvemos a salir. El paisaje aparece salpicado por bolos graníticos de formas caprichosas.























Dejamos ahora un poco a nuestra izquierda las aguas y el muro del embalse de Serra Serrada, conectando nuevamente con las marcas amarillas y rojas del BGC PR-3. Un poco más adelante atravesamos el Porto Furado, el estrechamiento entre rocas que da nombre al sendero. Al otro lado del mismo, se abren unas bonitas vistas.















Porto Furado





Hemos de perder altura en dirección a Montesinho, que está ya próximo. No hay más que seguir las marcas del sendero, bien balizado. Sorprende por aquí el color tan negro del granito, que parece casi tiznado de carbón. 

















En total, han salido unos 13,5 kilómetros. Tras cambiarnos de calzado, nos sentamos en la mesa que tiene en la calle una taberna y pedimos unas cervezas. Antes de irnos, algunos compraremos en la propia taberna miel de la zona, que venden en tarros de medio kilo y de kilo. El tabernero nos enseña una foto de un lobo, tomada de noche hace apenas unas semanas, nos dice, con una cámara automática. Hay, en efecto, lobos por aquí, nada extraño por otra parte.











Folletos
Percurso pedestre de Porto Furado

Bibliografía
Paseos y escapadas irrepetibles por Portugal: 30 itinerarios a pie. Manuel Nunes y Jorge Nunes. Editorial Alhena Media. Ver ruta nº 4.
Portugal Nord. Franz Halbartschlager y Gerhard Russ. Rother Wanderführer. En alemán. Ver ruta nº 46.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

La ruta del río Maçãs desde Quintanilha (13 de octubre de 2017)

Tras dormir en un albergue próximo a Miranda do Douro, nos hemos desplazado hasta Quintanilha, otra localidad casi fronteriza con España.
En el desplazamiento hemos vuelto a entrar en España, hemos pasado por la localidad zamorana de Alcañices y hemos tomado ahí la N-122 para pasar nuevamente a Portugal. En la frontera nos topamos con un control policial mixto, con personal tanto de la Guardia Nacional Republicana (GNR) portuguesa como de la Policía Nacional española, que nos para a ambos coches. Una vez mostrados los papeles y verificado que somos gente orden, nos deja seguir. Estamos ya al lado de nuestro destino.

Quintanilha, situada a 675 m. de altitud, es conocida a ambos lados de la frontera por su romería anual a la Capela de Nossa Senhora da Ribeira, popularmente conocida como la Virgen de la Ribera o Riberiña. Es también punto de paso del Camino Portugués de la Vía de la Plata y de hecho la localidad cuenta con un albergue de peregrinos.

Nuestra intención es hacer una ruta circular en paralelo al río Maçãs, un curso de agua que hace frontera entre Portugal y España durante más de 30 kilómetros y que los vecinos de la comarca zamorana de Aliste llaman río Manzana.

Vamos a enlazar dos senderos de pequeño recorrido, los catalogados como BGC PR-1 y BGC PR-2. Hay que aclarar un par de cosas: que la abreviatura BGC hace referencia a Bragança, ciudad que dista de aquí apenas 20 kilómetros, y que en Portugal los senderos de pequeño recorrido se señalizan con marcas de pintura amarilla y roja.

Aparcamos nuestros coches en la parte baja del pueblo, junto a la iglesia, y nos preparamos para la caminata. Echamos a andar calle arriba y despreciamos las primeras marcas de pintura, a mano derecha, que toman un camino que conduce a un área recreativa y que será por donde volvamos al pueblo a la tarde. Encontramos más para arriba una fuente con caño y abrevadero, junto a la cual arranca el camino que esta vez sí tomaremos.




La iglesia



Otra iglesia muy distinta



El pilón


En esta primera parte de la excursión vamos a caminar algo alejados del río Maçãs, a unos 100 metros de altura por encima de su cauce. Estamos por encima de los 25 grados de temperatura, pese a ser ya octubre. Sale algún que otro paraguas a escena, pero para ser usado a modo de quitasol.

















Tras cruzar varias vaguadas, comenzamos a ascender y dejamos ligeramente a nuestra derecha el cerro de Cabees Grande, que no entra en nuestros objetivos.
Pasamos junto a lo que debió ser en tiempos una casa forestal, una edificación grande pero actualmente abandonada, llena de escombros y parcialmente ruinosa. Un poco más adelante decidimos para a comer en el interior del pinar, saliéndonos ligeramente a la derecha de nuestro camino. Después de la comida toca un rato de siesta, momento en que uno de nosotros recibe una buena noticia. No, no es que le hayan hecho papá.














Reanudamos la marcha y enseguida comenzamos a torcer hacia la derecha y a perder altura. Nos encaminamos hacia el río. Se intuye ya el encajonamiento por el que discurre y se divisa, al otro lado y en alto, un pueblo, que debe ser Nuez y pertenece a la provincia de Zamora.


















Nuez allá arriba





Llegados al río Maçãs o Manzana, hay que decir que está prácticamente seco. El río no fluye, como sería lo esperable. Una víctima más de la sequía. Quedan algunas charcas, pero en el punto en el que estamos es posible cruzar al otro lado, el lado español, caminando sobre las piedras que forman su lecho. Hay en España una antigua construcción hecha con lajas de pizarra. Se trata de un molino. Un letrero medio borroso lo llama Molino del Ujo.



Río Maçãs



El cauce seco en algunos tramos



Molino del Ujo






Algo de agua queda








Nuestro sendero continúa ahora a lo largo de la orilla portuguesa del río Maçãs. Curiosamente a lo largo de la orilla española discurre otro sendero de pequeño recorrido marcado con pintura blanca y roja. Los senderos portugueses, ya lo dijimos al principio, tienen marcas amarillas y rojas. Contrariamente a la lógica, los senderos son en Portugal más rojigualdas que en España. Qué cosas. Que alguien haga rápidamente algo por eso del patriotismo constitucional, por favor.








Descendemos el río Maçãs, aunque esté medio seco, disfrutando si no del fluir del agua, sí al menos de los colores otoñales del arbolado de ribera. Pasamos junto a una espléndida aliseda y un poco más adelante junto a un área recreativa. Esta última es el Parque de Merendas do Colado y tiene, al menos en teoría, una fuente, la Fonte Ferrada.


















Aliseda












Parque de Merendas do Colado


En apenas un kilómetros, después de dar la espalda al río y superar una última cuesta, entramos en Quintanilha, dando por finalizada esta ruta. El paseo ha tenido una longitud total de 13,5 kilómetros, con unos 450 metros de desnivel (entre unos 600 metros de cota mínima y unos 750 metros de máxima).

Nos ha sorprendido la variedad de la vegetación que hemos ido observando a lo largo de la ruta. En la primera parte, olivos, encinas, robles, alcornoques, castaños, pinos, madroños, jaras, escobas, brezos, etc.; en la segunda, la que transita a lo largo del río Maçãs, vegetación anterior da paso a otra de ribera, destacando los chopos y los alisos, que se alternan también con los robles.

Uno de los bares del pueblo está aún abierto y entramos en él a tomarnos una ronda. No hay cerveza sin alcohol y es que no parece que la sin alcohol se estile mucho por Portugal, como iremos comprobando en este viaje.

Nos toca ahora coger los coches y dirigirnos a Bragança, que es donde vamos a pasar las dos noches siguientes.

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