sábado, 26 de febrero de 2011

A Cabeza de Hierro Mayor por la Canal de los Verracos (26 de febrero de 2011)

Dos tipos de Bilbao quedan para verse. Pero no es para irse a chiquitear a las Siete Calles, ni tampoco para ver en el frontón un partido de pelota o comerse un besugo en un asador. Lejos de su tierra natal, estos dos bilbainos salen regularmente por Guadarrama. Es más, presumen de ser buenos conocedores del Guadarrama y sus rincones. Lo de presumir no es nada raro tratándose de dos tipos de Bilbao. Lo llevan en la sangre. Estos de Bilbao van siempre de farol.

El autobús a Cotos de las 8:00 ya se ha llenado. No queda otra que esperar media hora más hasta el siguiente. En época de esquí, y si además sale un día bueno, todo quisque quiere subirse a Navacerrada o a Cotos.
El Señor Etxebe se sube al bus en la parada que hay después de Navacerrada pueblo. Y el tío me viene sin piolet. Si cuando digo que estos de Bilbao van de sobraos...

La Canal de los Verracos, marcada de verde, por la que pretenden subir;
a su izquierda, de rojo, el Tubo Norte

Los dos tipos de Bilbao pretenden subir a Cabeza de Hierro Mayor por la archiconocida Canal de los Verracos, a la que se llega desde Cotos por el mismo camino que lleva a la entrada del Tubo Norte.

Entre pitos y flautas son las once menos diez de la mañana cuando echan a andar en Cotos, por la carretera a Valdesquí y enseguida la abandonan para tomar el sendero que baja al arroyo de las Guarramillas.

El Señor Etxebe estudia desde lejos la subida

Cuando ya tienen de frente el circo de las Cerradillas giran a la izquierda, a la altura de un poste que sirve de baliza, para descender hasta el arroyo de las Cerradillas y cruzarlo. A partir de ahí, deciden atajar por el pinar y tirar de frente siguiendo unas huellas abiertas en la nieve.
Tras un breve y ligero ascenso por los pinos tienen ya a la vista el objetivo. Enfrente, el Tubo Norte, que se abre entre dos espolones rocosos, y un poco a su derecha la amplia Canal de los Verracos.

El Tubo Norte

Se ve a gente haciendo el Tubo Norte y también a otros que han montado dos cuerdas en las cascadas de hielo que hay en su inicio, un poco a la derecha.
Pero los tipos de Bilbao, que ya conocen El Tubo Norte, han optado esta vez por adentrarse en la Canal de los Verracos.

El Señor Etxebe huele ya la canal

El Señor Etxebe respira fuertemente al sentir la proximidad de la canal, se ajusta sus crampones y abre camino. La canal le llama dulcemente, le susurra al oido un canto melodioso y embaucador, juega con él, como las sirenas jugaban con los hombres que acompañaban a Ulises en su retorno a Ítaca. Al Señor Etxebe se le ha nublado ya la vista y asciende prodigiosamente por el lado izquierdo de la canal, sorteando algunas rocas que afloran entre la nieve y buscando la máxima pendiente.

El otro verraco, ciego también, sigue la huella abierta por el Señor Etxebe

El Señor Etxebe no siente el miedo. Clava con firmeza sus crampones en una nieve dura, en la que el sol incide oblicuamente desde hace aún poco rato.
Echándose hacia la izquierda, el Señor Etxebe evita conectar con la subida que viene desde el circo de las Cerradillas. Quiere abrir una vía directa.

Riscos próximos a la cumbre

Alcanzan unos riscos, cubiertos de hielo, que preceden a la auténtica cumbre, que queda detrás.
Son la una y los dos bilbainos se plantan en la cumbre, en la que hay gente. En poco menos de dos horas y cuarto han cumplido el objetivo. No ha sido para tanto esta Canal de los Verracos, comentan, en ese tono fanfarrón propio de los bilbainos. Poca cosa para dos tipos acostumbrados a subir a la carrera al monte Artxanda o a ascender los domingos al Pagasarri y bajar rápidamente para luego, a mediodía, tomarse unos chiquitos antes de volverse a casa, donde, a mesa puesta, los recibe la parienta.

Otros montañeros en la cumbre con sus esquís de travesía

Unos dátiles, unas nueces, unas rosquillas y unos tragos de té ayudan a recuperar las fuerzas, mientras a la cumbre siguen llegando montañeros. Ahora le toca el turno a un grupo numeroso, que probablemente esté haciendo la Cuerda Larga.

Aglomeración de gente

Deciden volverse al puerto de Navacerrada y desandar el itinerario que normalmente se hace en la Cuerda Larga.

Las Cabezas quedan ya atrás

Un poco antes de llegar a la Bola, pasadas las tres, paran a comer y un poco antes de las cinco llegan al puerto donde pillarán el autobús de regreso.
Los dos tipos de Bilbao comentan que ha estado bien, aunque, acostumbrados a ir en grupo, se han sentido un tanto solos y han echado de menos la compañía de alguna nenaza. Y es que estos dos tipos de Bilbao, pese a esa coraza con que se protegen, son en el fondo un par de blandengues.



Perdiguero (19 a 22 de agosto de 2010)

LA PECULIAR VISIÓN DE PALOMA

No sé cómo empezar, con un parte de lesiones, tal vez?
- ampolla tamaño melón en dedo gordo de pie izquierdo
- patitas de cordero con rodillar encebollado
- los famosos riñones al jerez (especialidad de la casa)
- cuelliroto por el lado derecho.....

 
Circo de Armeña

De verdad que no sé por dónde empezar, sólo sé que cierro los ojos y veo una inmensa pedrera tan larga como ancha y una vez que la remonto, otra y después otra....válgame! y luego lo mismo pero de bajada... batimos todos los records de lentitud, que digo batimos, rompimos! gracias a mi menda lerenda... qué penita me doy... con lo que yo he sido... Alfredo me dijo una muy bonita frase ayer.... que lo repiita, que lo repiita...

En plena pedrera

Bajando del Perdiguero

Y lo del alpinismo ligero, la oveja-cabra-vaca y demases lo dejo para mis compañeros de fatigas, es que hasta aquí puedo leer, os tengo que dejar.
Empieza a oscurecer en la larga bajada hasta el coche

Sin más y sin menos se despide esta joven promesa venida a menos, snif.


LA PARTICULAR VISIÓN DE MARISOL

Pues si que fue dura la ascensión al Perdiguero y larga, muy larga, pero tuvimos la gran suerte de que nos hiciese un tiempo estupendo, dándonos la oportunidad de disfrutar de unas estupendas vistas en una más que concurrida cumbre, parecía una romería y eso que muchos ya habían empezado a bajar, entre ellos los del montañismo ligero, que creo que volvieron a tiempo para desayunar...

Muy cerca ya de la cumbre del Perdiguero

Los tres en la cumbre (3.222 metros)

No se nos olvidan los tres zaragozanos con los que compartimos vivac, dos amigos de Huesca, que más bien perecían Jack Lemmon y Walter Matthau, cuando uno le dice al otro: 'pero que mal me comes'. Muy cachandos, traían una bota de vino que no dudaron en compartir, un abogado argentino que decía que eso no era para él y, por supuesto, nuestro gran pastor, con su tremendo rebaño de ovejas, cabras, ovejas-cabras, cabras-vacas, y otros animalillos, bueno y seguro que me dejo a alguien en el tintero.
Tramo final de la larga bajada, con el circo de Cregüeña enfrente

Dos días antes, andábamos buscando un sitio dónde dormir, aunque ya teníamos el plan prácticamente trazado de cómo y cuándo íbamos a subir al Perdiguero. Con la referencia del mapa nos dirigimos a aquellos municipios que disponían de ermita accesible, pero no logramos dar con una que nos pudiese cobijar en caso de lluvia, por lo que finalmente acabamos en el albergue del El Run, regentado por dos salmantinos que eran como el día y la noche.

Albergue de El Run

El mayor de los guardas nos contó que en sus tiempos mozos se pasaba el mes de diciembre haciendo travesía por Gredos con 50 kilos de mochila a cuestas, tremendo! y el más joven, dotado con el secreto de la eterna juventud, pues tenía 35 y le hacíamos como un chaval de veintitantos, y fue él el que nos disuadió de ascender por el valle de Estós, ya que era una vía muy larga, menos mal que le hicimos caso.

Llegando a la collada de Armeña, desde la que contemplamos la basa y el circo

Al día siguiente el plan era ir al Ibon de Armeña desde una pista que se accedía desde la localidad de Barbaruéns y después por la tarde dejar el coche en el puente de Lliterola y empezar a subir con mochilón a la Cabaña de Lliterola.

Subiendo desde el puente de Lliterola a la cabaña para hacer allí noche

Cuando sobre las seis y media llegamos al puente y empezamos a preparar la mochila, aunque con muy pocas ganas, subimos sin pensarlo a la cabaña. Nos precedían 3 chicos, y pensamos que todavía teníamos posibilidades para caber todos en ella, que según el del albergue tenía capacidad para 6 personas, pero
fue llegar y darnos cuenta que la cabaña era realmente el chiringuito del pastor, que venia ladera abajo con sus 2.000 ovejas, así que no nos quedó otra que hacer vivac, que tampoco nos importó pues hacía una noche espléndida. A la mañana siguiente comenzamos sobre las 7 y media nuestro gran recorrido por el Valle de Lliterola, amén Jesús.

Muy de mañanita iniciamos la subida y pasamos junto al Perdigueret

Querida Plo no te castigues tanto, que una mala pedrera la tiene cualquiera... seguro que en cuanto nos descuidemos nos darás mil vueltas a todos, ays y es que no puede ser, ese apasionado romance con Puyol te tiene obnubilada…

Mandándole un saludo al Puyol

Os prometo que mi sana intención era solo escribir unas líneas, pero al final me ha salido así, qué le vamos a hacer.

Ya en la bajada, hubo que ponerse los crampones para atravesar este corto nevero junto al Ibón Blanco de Lliterola


LA PERSONAL VISIÓN DE ALFREDO

Sobre el Perdiguero querría decir, emulando a Hillary cuando descendió del Everest, que "le hemos dado una buena paliza a ese bastardo", supongo que Paloma compartirá también la frase.
Nos hemos pasado al montañismo ligero, que es lo que se está imponiendo en estos tiempos que corren, hay que estar a la última, chavales. Hay que advertir que reciclarnos a nuestra edad y reconvertirnos al montañismo ligero no es fácil y nos exige un esfuerzo mayúsculo, pero lo estamos intentando.

Posando en la cumbre, con cara de circunstancias y el pico Lézat detrás

Aplicamos dos de las máximas del montañismo ligero:
- Aunque pasamos noche en la pleta de Lliterola, lo cual no es muy ortodoxo, subimos una tienda ultraligera (?).
- A poco de iniciar el sábado la subida al pico, Paloma hizo una parada para plantar un pino. Después de la operación, era pura ligereza, a la bajada otro gallo cantaría.

Una instantánea en la subida al Perdiguero

Fue muy curioso coincidir con el pastor en la cabaña de Lliterola, es de esos recuerdos que deja buen sabor de boca. Tenía unas ¡2.000 ovejas! Había pastoreado durante 36 años en el valle de Arán.

Los picos de Cabrioules justo detrás de mí

En la cumbre se veía todo. A nuestros pies el lago francés del Portillón, el pico de Gourgs Blancs con su glaciar colgado, el Spijeoles, el Lezat, el Pico Royo, los Cabrioules, el Maupas, el pico Boum, etc. A un lado el macizo de Maladeta-Aneto; al otro, el imponente Posets, el Bachimala, el macizo del Monte Perdido, La Munia, Néouvielle, Midi de Bigorre, etc.

Lago del Portillón desde la cumbre del Perdiguero

La bajada se nos hizo interminable y no hubo tiempo de disfrutar del spa de Benasque, todo lo contrario que los cabrones del montañismo ligero, cómo los odio, ojalá les salga una úlcera.

La cabaña de Lliterola en la bajada

A destacar que la víspera, el viernes, subimos desde Barbaruéns hasta la Basa de Armeña (sierra de Cotiella). La vista del circo de Armeña es excepcional. Aclarar que en Pirineos se llama "basa" al ibón (o lago) de poca profundidad o de aguas superficiales.

Basa y circo de Armeña

Conseguimos por fin que Paloma se interesara por las ermitas, pero ojo, siempre que sean románicas o mozárabes.

Ermita de la Virgen de Gracia en El Run


viernes, 25 de febrero de 2011

En los pueblos negros de Guadalajara (20 y 21 de febrero de 2010)

Sábado, 20 de febrero: Roblelacasa - Matallana - Pico San Cristóbal

San Cristóbal nos protegió a todos los que el sábado nos animamos a acercarnos a los pueblos negros, nos tendió la mano y nos acompañó hasta su puntiaguda y rocosa cumbre. Como San Fermín, nos echó un capote.
Roblelacasa y la puntiaguda cumbre del San Cristóbal

Y San Cristóbal, colérico, lanzó su maldición a aquellos que no quisieron hacerle una visita, los castigó con la temida peste negra, la "cólera de Dios" y todas sus consecuencias: fiebres altas, delirios, espuramajos por la boca, visiones, espasmos violentos...

Roblelacasa va quedando atrás

Echamos a andar desde Roblelacasa y descendimos hasta el Jarama. El ruinoso puente de los Trillos ha sido sustituido por otro nuevo, con lo que cruzar el río ha dejado de ser una experiencia adrenalítica.

El nuevo puente de los Trillos, que lleva a Matallana

Matallana era el pueblo fantasma. Aunque algunas casas se ven rehabilitadas con esmero, no encontramos ni al Tato. "Es como volver a la Edad Media", decía Inés.

Últimos pasos antes de alcanzar la cumbre

La subida al San Cristóbal se hace larga. No atacamos la cumbre directamente, sino dando un rodeo y salvando el desnivel de forma muy gradual. En los últimos metros pisamos nieve y vamos sorteando los piornos y las rocas pizarrosas.

Otra que también lo consigue

Y esta otra tampoco se queda atrás


En la cumbre, con ayuda del disparador automático, nos hacemos una foto en la que salimos todos, los siete.

Aquí estamos todos junto al mojón de cumbre

En la bajada tomamos un ancho cortafuegos. Durante un buen rato tenemos al Ocejón siempre de frente.

Con el Ocejón
El San Cristóbal, herido por el sol, a nuestra espalda

Por la noche, salvo Paloma e Inés, que se volvieron a los Madriles, nos quedamos a dormir en el supuesto albergue VIP de Tejanegra. Entre nosotros, nada del otro jueves. Me atrevería a decir que un cutrerío. Los cinco metidos en la misma habitación, ¡qué falta de intimidad! Baños compartidos, pero con separación de sexos. Una cena correcta, justo es reconocerlo, aunque algo escasa para unos senderistas que nos habíamos hecho 20 km. ¡Y el vino era co-seche-ro!.

En el albergue VIP, con calcetines de estreno y los pies bien calentitos

La habitación, un horno, y encima nos tuvimos que hacer nosotros mismos la cama, que, por cierto, no era sino una litera. Además, tenía encima a Marisol y su litera chirriaba escandalosamente cada vez que se cambiaba de postura. Pensamos que por el precio del albergue habría servicio de calientacamas, pero de eso nada, al parecer se lo han querido ahorrar poniendo los radiadores a todo meter. Y el desayuno, en la línea cutre de todo lo demás. Nos anunciaron unas tostadas, oh, qué bien, pensaron algunos, pero cuando llegaron resultó que eran de pan de molde y la mermelada tampoco era casera, y la leche de brik.

Eso sí, algunos no nos podemos quejar, me refiero al Sr. Seche y a mi. Es lo que pasa cuando nos juntamos dos tipos de Bilbao. Que arrasamos. Que no dejamos títere con cabeza. Pues la cosa es que después de cenar nos comimos dos roscos, oigan. Sí, sí, voy a repetirlo por si no se me ha entendido. Nos comimos dos
roscos cada uno. El Sr. Seche se comió dos roscos y yo otros tantos. Esto que parece increible, no lo es tanto para dos tipos de Bilbao, que queréis que os diga.


Domingo, 21 de febrero: Retiendas - Monasterio de Bonaval - Hoz del Jarama

El domingo, al despertarnos, nos encontramos con que los pueblos negros habían mudado de color y les habían dado una mano de blanco.

El día amanece de blanco

Como la cosa no estaba para subir al Ocejón, el Sr. Seche y yo nos guiñamos un ojo y nos dijimos, "Vamos a darle una sorpresa a nuestras chicas y vamos a llevarlas de tiendas". Dicho y hecho. Pero no nos fuimos de tiendas, sino de re-tiendas. Quién da mas. Si es que con dos tipos de Bilbao, todo tiene que ser a lo grande.

El camino de Retiendas al monasterio de Bonaval

El monasterio cisterciense de Bonaval, desamortizado en 1821, es pura ruina, aunque da una cierta idea de la grandeza que debió tener antaño.

Las ruinas del Císter

Queda algún que otro duende entre las ruinas

Nos internamos en las hoces del Jarama. Paredones de roca caliza. Buitres planeando, oteándonos desde los riscos. Robles. Arces de Montpellier.

El precioso sendero, cubierto de hojarasca, serpentea por la hoz

Una fina película de nieve da un tono invernal a este tramo

Viejos olivos silvestres en los tramos en que el río se ensancha.

Olivos dispersos

Dejamos la hoz definitivamente atrás

A la vuelta, por las lomas que hay sobre las hoces, la lluvia arreciaba y empezó nuestro particular calvario.

Camino de retorno

Tuvimos que atravesar varios sembrados y los terrones se deshacían bajo nuestras pisadas, resultando el avance penoso.

Los sembrados nevados

¿A dónde irá este hombre con su paraguas? ¿A recoger patatas?

En algunos momentos nos surgieron dudas. No teníamos claro si íbamos en la buena dirección. No sabíamos dónde quedaba Retiendas.

Momentos de confusión

Retiendas a la vista. ¡Al fin salvados!

Hicimos ayuno, pues no había donde resguardarse para tomar un bocado. Al fin y al cabo, estamos en Cuaresma.