Esta vez elegimos Santa María de las Hoyas para pasar la Nochevieja, un pequeño pueblo soriano próximo al Cañón del Río Lobos.
En el pueblo hay un albergue en el que algunos ya habíamos estado hacía tres años con las bicis.
Saliendo del albergue un día cualquiera
El albergue estaba un poco frío al llegar, pero entre la chimenea, la calefacción y otras cosas que sería innecesario mencionar, el ambiente iría progresivamente caldeándose.
El salón, preparado para recibir a sus huéspedes
El sitio es el idóneo para culminar por fin todos esos sueños largamente anhelados. ¡Que nos quiten lo bailao!
Las fotos escabrosas las omitimos por una lógica cuestión de privacidad y también para no herir la sensibilidad de nadie.
Al pico Campiña y las lagunas de Neila
El día de Nochevieja decidimos acercarnos a la sierra de Neila para hacer la consabida ruta de cierre del año.
De camino paramos en San Leonardo de Yagüe para comprar pan y tomar un café. Se daría la circunstancia de que en este pueblo caería el Gordo del Niño a la semana siguiente, pero lamentablemente ninguno pillamos un pellizco, al menos que se sepa.
Dejamos los coches en el puerto del Collado (1.404 m.) para desde ahí ascender a la máxima altura de la sierra de Neila, el pico Campiña (2.049 m.). La vuelta la realizaríamos pasando por las lagunas de Neila, que estaban heladas, cosa por otro lado habitual en esta época. Lo que nos sorprendió fue la práctica ausencia de nieve.
Casi no encontramos a nadie durante la ruta. Que yo recuerde, nos cruzamos únicamente con dos chicos, ya por la tarde.
Terminamos la ruta de noche, pero como los últimos kilómetros de bajada los hicimos por carretera con casi nulo tráfico, íbamos la mar de tranquilos.
A continuación, una pequeña selección de fotos de la ruta:
Parada en el cortafuegos
En pleno esfuerzo
Maite, dándole la espalda a la muela del Urbión
Una reducida foto de cumbre en el pico Campiña
La Laguna Negra, al fondo, y la Larga, en primer plano, cubiertas por el hielo
La Negra y, al fondo, el pico San Lorenzo
La Negra en primer plano y la Larga detrás
Esta se nos quiere despeñar
Esta otra va a echar a volar
Este le tiene miedo al vacío
El clásico tío dándole al palito
El pico San Lorenzo
Plan extremo en el Urbión
Hubo dos tipos duros que decidieron hacer plan por su cuenta.
Se fueron hasta la sierra de Urbión y vivaquearon entre los pinos. Eso son dos tipos con un buen par de pelotas.
A la mañana siguiente, día de Nochevieja, subieron al pico de Urbión (2.229 m.) y, no contentos con ello, se acercaron después al risco Zurraquín (2.105 m.). Dos tipos duros de pelar, no cabe duda. Cuentan que la Laguna Negra de Urbión no estaba helada del todo.
No obstante, hay que decir que visto su plan extremo, no se les apuntó ninguna chavala y eso, se mire como se mire, es un ful de Estambul. Todas las chavalas se vinieron a la ruta de Neila.
Los dos duros en el Urbión
El Urbión visto desde el Zurraquín
Nochevieja y las uvas
Y llegó la Gran Noche. Al llegar al refugio hubo que ponerse manos a la obra. Había que dar el do de pecho.
Aunque andamos sumidos en una profunda crisis, en la mesa no se notó mucho. Hacer una relación de todo lo que había resultaría muy extenso, por lo que nos limitaremos a una mínima parte.
A destacar, sin duda, los pimientos rellenos de calamares en su tinta de Bea, unos curiosos pinchos en forma de rollitos rellenos de salmón y con bolitas de caviar, también de Bea, y una especie de tiramisú, nuevamente de Bea, pero con compota de manzana en lugar de café. Hay que reconocer que Bea se lo curró de lujo.
No puedo por menos de mencionar la carne de ternera en salsa que trajo Alicia.
Tampoco se pueden pasar por alto las gambas al ajillo de Marisol, con una buena dosis de guindilla.
Plo nos deleitó con unos riquííííísimos canapés de mojama y tomate, aunque, todo hay que decirlo, no se terminarían hasta la mañana siguiente, con el desayuno.
El pisto de Inés, siempre exitoso, quedó esta vez algo eclipsado entre tanta cosa. Fue más que nada un problema de cantidad.
También había unos canapés de nosequé, hechos, según alguien dijo, "sin amor".
En cuanto a los chicos, hay que decir que no nos esmeramos especialmente en la cocina. Casi no intervinimos en el reparto de la película.
Una larga y exquisita barra
Después de tan pantagruélica cena vino lo habitual, lo de siempre. Hay que reconocer que la Nochevieja no es precisamente la noche más original del año. Un poquito de radio, un poquito de tele, que si la Uno, que si Telecinco, que si Antena 3, que si José Mota, que si cambia de canal, que si pon alguna emisora de radio con música, etc. Todo muy previsible.
Tras las doce campanadas (este año no hubo cuartos porque se los llevó Urdangarín), las habituales rondas de besos y abrazos. Y vuelta a la tele y la radio. Y también había que mover el esqueleto para acabar de pasar la mojama y el tiramisú.
A todo esto, Rayo y Jimena, los más cuerdos, asistían atónitos a este teatro del absurdo. Definitivamente los humanos somos los seres más raros de la creación.
Sobre la una y media algunos decidimos que ya teníamos suficiente. Los más pertinaces decidieron acercarse a un bar del pueblo que estaba abierto para continuar allí la velada. Pero tampoco duraron mucho. Alegan que estaba todo bastante muerto. Lo cierto es que estamos todos para el arrastre.
Cañón del Río Lobos
Día de Año Nuevo. Me levanto fresco como una lechuga. Ni asomo de resaca. Es lo bueno de haber dejado la coca y de llevar por fin una vida sana.
Llega el momento de recoger todos los bártulos y dejar libre el albergue. Como una colmena de laboriosas abejas nos ponemos todos manos a la obra. Sin escaqueos.
Damos un corto paseo por el Cañón del Río Lobos, al que entramos desde Ucero. El modesto objetivo es llegarnos hasta la ermita templaria de San Bartolomé, que en la zona conocen abreviadamente como San Bartolo. Es el momento propicio para sacarnos unas fotos de grupo que sirvan de recuerdo del fin de año que hemos pasado juntos. La gente se muestra fresca, lozana, radiante, sin ojeras. No cabe duda de que hemos entrado en el nuevo año con buen pie. Que nos dure. Y que no pase, como en el chiste del bar, eso de "que venga alguien y lo joda".
Tras un poco de picoteo junto a los coches, los hay que se vuelven ya a Madrid. Cinco afortunados podemos permitirnos el lujo de quedarnos un poco más por la zona. Hemos pensado tirar para el Moncayo. Pero antes de ello tenemos que arreglárnoslas para caber los cinco en el coche. Después de algunas intentonas y de remover de aquí para allá el maletero, lo conseguimos.
De piedra en piedra
Ermita de San Bartolomé
Dentro de la Cueva Grande
Desde la entrada a la Cueva Grande
Solo chicas
Más chicas
Y más chicas
Ahora una de chorbos
Pibitas, chorbos y chuchos, todos mezclados
Rumbo al Moncayo
Los afortunados nos digimos a Beratón, pueblo situado en la vertiente soriana del Moncayo y posiblemente uno de los más altos de toda la provincia, pues se encuentra casi a 1.400 metros de altura. Pueblo fantasma. Muchas casas, algunas ya derruidas, pero pocos habitantes, solo once en invierno.
Nos dan la llave del refugio que hay en el mismo pueblo. El alojamiento colma nuestras expectativas. Pasaremos allí dos noches.
La segunda de las noches acabó a ritmo discotequero. Los disc-jockeys se turnaban frenéticamente para pinchar los temas almacenados en sus móviles. La incombustible pareja Maite-Marisol no paraba de deslizarse por la pista de baile, pero por desgracia no tenemos foto para verlas en acción. Bea demostró tener una voz bien templada, amén de una memoria prodigiosa para recordar las letras de las canciones. Seche y el menda sacamos lo mejor o lo peor de nosotros mismos, según se mire, cuando en contadas ocasiones nos atrevimos a saltar a la pista.
Beratón
Interior del refugio
Aunque no lo parezca, el menda interpreta, a su manera,
el "Como yo te amo" de Raphael
Los mendas clausuran el concierto con el ya clásico
"Moriré con las botas puestas"
Intentona fallida al Moncayo
El tiempo no acompañó. Ya lo intuimos al levantarnos. El viento soplaba con fuerza, incluso en el mismo pueblo. Conque más arriba... El día salió nublado y con niebla, pero eso era lo de menos, porque luego fue despejando. Pero el viento no paraba. Al alcanzar el cordal se hizo insoportable. Mal día para subir al Moncayo.
Hicimos una ruta circular saliendo desde el pueblo por la pista que pasa junto al cementerio, subiendo hasta el collado de los Almudejos. Allí enlazamos con el GR-90.1 y continuamos hasta el refugio de la Majada Baja. El descenso al pueblo lo hicimos desde el collado del Muerto, atravesamos un robledal y entramos a Beratón por el camino, balizado como PR, que desemboca en la fuente techada.
Una vez concluida la ruta nos subimos hasta el cerro de San Roque, en el que se conservan las ruinas de un pequeño castro.
Refugio de la Majada Baja
El horno no estaba para bollos
Arbustos vestidos de blanco
Por la tarde salíó incluso el sol
La fuente techada
En el cerro de San Roque
La Fuentona
De vuelta a casa, dimos un corto paseo hasta el bonito manantial de La Fuentona, un ojo de mar próximo a Calatañazor en el que nace el río Abión. Aunque Maite nos dijo inicialmente que no lo conocía, luego resultó que sí que había estado allí una vez.
La Fuentona
La Fuentona
Un petirrojo
Antiguo palomar de Calatañazor, rehabilitado
y reconvertido en restaurante