La nueva normalidad consiste en hacer ruta todos los fines de semana. En eso coincide con la vieja normalidad. En lo que no coincide es en que los choques de codo han sustituido a los abrazos y en que los besos han pasado a ser solo un recuerdo del pasado.
Esta vez la ruta la iniciamos en el área recreativa de Peña Alta, a la que se accede desde el kilómetro 6,5 de la carretera forestal que sube de Lozoya al puerto de Navafría. Al desembocar en ella lo primero que se advierte es la presencia de un enorme ejemplar de abeto del Cáucaso (abies nordmanniana), que está catalogado como árbol singular.
En los dos primeros kilómetros ascendimos al puerto de Navafría (1.773 m.), remontando en el tramo final un empinado cortafuegos con aspecto de haber sido abierto recientemente.
A partir del puerto, seguimos en dirección NE el cordal de los Montes Carpetanos, que coincide con el límite fronterizo de las provincias de Madrid y Segovia. Superamos una primera cota, conocida como El Reventón (1.922 m.), y posteriormente hacemos lo mismo con el Reajo Capón (2.092 m.). Continuamos nuestra marcha por una vasta planicie cubierta de pinos achaparrados. Dejamos a nuestra derecha el vértice geodésico del Reajo Alto y llegamos finalmente hasta la Peña del Buitre (2.104 m.), una meseta tapizada de escobas en la que no hay ni una sombra que nos proteja del sol.
En la Peña del Buitre
Retrocedemos unos metros e iniciamos una bajada kamikaze, fuera de sendero, por el Monte de los Tejos. Un terreno escabroso en el que tuvimos la oportunidad de probar la ortigaterapia. Finalmente salimos a un borroso camino, invadido en muchos tramos por la vegetación, y nos sentamos a comer a la sombra de unos pinos.
Nos quedaba perder un poco más de altura hasta salir a una pista de tierra por la que volvimos al puerto de Navafría tras rodear el cerro del Hornillo.
Atravesando un canchal
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