Hoy tuvimos una visita relámpago venida de Berlín. El Maestro volvió, asumió el rol de organizador y nos propuso una anti-ruta desde la presa del Pontón de la Oliva, caminando a la orilla del Lozoya. En estas circunstancias, la ruta o anti-ruta era secundaria y quedaba en un segundo plano. Nuestra visita era, sin duda, el gancho del día.
En una ocasión, hubimos de vadear el río descalzándonos y aún lo cruzamos una segunda vez, en este caso con la ayuda de un tronco caído, en busca de una tranquila pradera en la que nos sentamos a comer. Hicimos unos diez kilómetros y al finalizar fuimos de cabeza a la terraza del bar La Chopera, a unos 200 metros de la presa del Pontón de la Oliva.