Eran como las nueve y cuarto cuando accedimos a las Dehesas de Carcedilla y ya había bastante gente. Aun así, gracias a las indicaciones de los aparcacoches, encontramos un hueco en el que dejar nuestro coche.
El cuarteto de cuerda se puso en marcha, rumbo a la Peña del Águila. Tras algunos titubeos iniciales, conseguimos dar con la Vereda de la Piñuela (topos rojos en los pinos). Un último tramo de subida nos lleva al collado de Cerromalejo (1.776 m.), donde enlazamos con el GR-10.
Dando la espalda a la Peñota, remontamos el cordal hasta la Peña del Águila (2.011), cuya cumbre aplanada aparece alfombrada de florecillas amarillas. Un poco más abajo, en un lugar idílico, junto a unas rocas, que ofrece estupendas vistas en todas las direcciones, paramos a comer.
Desde el collado de Marichiva (1.750 m.), bajaríamos al punto de inicio siguiendo la Vereda Poyal de la Garganta (de nuevo topos rojos). No ha sido una ruta larga (10,5 kilómetros), ni exesivamente exigente (poco más de 700 metros de desnivel), lo que no quita para que nos dejara un buen sabor de boca. En Casa Cirilo nos esperarían dos rondas, que nos soltarían un poco la lengua, aunque a unos más que a otros.
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