Estando necesitados de una zona fresca, algunos (Jorge y Jose) nos fuimos a Gredos con la intención de hacernos el Cuchillar de Navajas desde la Garganta de Chilla.
Nos pusimos en viaje el sábado a la una del mediodía, llegando al Santuario de la Virgen de Chilla (680 metros de altura) a eso de las tres. En este mismo sitio hay un bar en el que admiten que uno lleve su propia comida y allí nos sentamos a hacerle compañía a la señora que lo lleva. La mujer estaba sola y más aburrida que Pocholo en medio del desierto, con lo que se desquitó con nosotros. Nos dio charla hasta que nos fuimos y entre otras cosas nos contó que la ruta que pensábamos patear la iba a hacer mañana, como desde hace más de treinta años, un grupo de montaña, el Grupo Almanzor, en homenaje al montañero Ramón Asiain, que tristemente falleció escalando en Dolomitas.
La señora saludó a un grupito y nos indicó que eran parte de la organización. Según parece, la víspera unos cuantos voluntarios se adelantan para ponerse en ciertas zonas y controlar que los participantes no yerren el camino.
Empezamos nuestra ruta en el mismo santuario, tomando una pista de tierra. Aunque hacía algo de calor, más arriba ya corría un poco de aire.
La senda estaba bien marcada. Al ser el desnivel apenas apreciable, fuimos avanzando con bastante facilidad. En un momento dado nos adelantó una gente del grupo de control, se dieron un baño, los adelantamos y nos volvieron a coger en el sitio donde sus compañeros ya habían habilitado una fuente con una manguera y buscaban un lugar donde dormir. Esta zona, denominada El Cruce, está marcada con una cruz blanca y en un texto grabado sobre la roca se lee Jesucristo volverá pronto.
Buscamos un lugar donde poner nuestros aislante, algo bastante difícil para más de dos personas juntas y después de una hora cocinando una sopa y unos tallarines, nos metimos en el saco. Hay que decir que en ese rato nos pusimos casi toda la ropa que llevábamos y hasta que no estuvimos en el saco no se nos quito el frió que teníamos.
Un pelin antes de las 6 de la mañana nos despierta el personal organizador de la ruta, que va a situarse en los collados, por lo que decidimos levantarnos también para desayunar un zumo y unas galletas. Tras guardar los sacos y lo que no nos íbamos a llevar, cogemos aire y p'arriba.
Lo que parecía una subida fácil se complicó por las grandes zonas de piedras y los piornos, y sin apenas senda de subida, tiramos por donde nos parece mejor.
Antes de llegar a la Portilla de Cobos nos cogió el primer participante, un abuelete de más de setenta años, que llevaba un baston, un cinturón con dos botellas de agua y una pequeña bolsita con algo de comer. El tío había salido del santuario a eso de las 6 de la mañana, o antes, y ya nos había cogido. Vamos, esto sí que es una máquina bien engrasada.
Nos lo tomamos con calma. Total, no íbamos a ganar ninguna carrera. Incluso charlamos con unos del control, que habían pasado una mala noche, habían dormido allí y el viento los había castigado por todos los lados. En el rato que nos paramos, nos pasaron seis personas más, tres de las cuales no pertenecían a este club e iban al Almanzor.
Reanudamos la marcha subiendo en dirección a la Portilla de los Machos (2382 metros) y al Casquerazo (2.494 metros). Desde aquí ya podemos apreciar en su mayoría el Circo de Gredos; a la derecha, los Tres Hermanitos, El Perro que Fuma, el Morezón; a nuestra izquierda, el Sagrao, Almanzor, la Galana. El espectáculo es impresionante.
Se nos ha unido otro participante, otro abuelete con setenta años como mínimo, que nos acompaña durante un rato recorriendo volados y terrazas. En vista de que nos paramos en cualquier piedra, sigue su camino.
A nosotros, el cuchillar nos está maravillando y nos lo tomamos muy tranquilito. El lugar es magnifico y merece la pena tomarnos nuestro tiempo para contemplar tanta maravilla.
Llegamos al Sagrao (2.508 metros) y no podemos dejar de subir a esta cima. Las vistas lo merecen y no nos sentimos nada decepcionados.
La Portilla Bermeja (2.418 m.) nos espera a continuación. Hay gente que nos ha ido pasando y están fichando, pues en este sitio ha sido colocado otro control. Desde aquí, algunos se van en dirección del Almanzor (2.596 m.) y los demás bajan un poco hasta la Fuente Bermeja, en la que reponen fuerzas y llenan las cantimploras. Nosotros tomamos un tentempié en la misma portilla y hablamos un rato con el que está haciendo el control. Resulta ser un sobrino del montañero en cuya memoria se hace esta ruta todos los años.
Pasamos al lado de la fuente y sin detenernos seguimos por el Camino del Tío Domingo, un personaje de carne y hueso, uqe fue Guarda Mayor de Gredos e hijo del primer guarda nombrado por el rey Alfonso XIII. Esta senda es lo que, a título personal, más me ha gustado, con vistas a las gargantas de Chilla y de Tejea. Se pasa en medio de piornos en flor, que esparcen un perfume de esos que colocan por lo fuerte de su esencia.
El recorrido es francamente bonito hasta su final en el Sillao de Chilla, sitio perfecto para hacer otra paradita, que coincide con el rescate de uno de los participantes que va mal.
Es recogido con helicóptero a unos metros de nosotros. Parece ser que no es el único que han tenido que recoger.
Nos queda una bajadita larga por una ladera bastante empinada, cubierta de hierba en su mayoria. Con cuidado llegamos hasta nuestro sitio de vivac, recogemos nuestras cosas y continuamos el regreso hasta cierta poza en la que nos refrescamos, donde se une a nosotros precisamente el hijo de Ramón.
El resto de la bajada hasta el santuario se hace algo monótono hasta el santuario. Allí, en el merendero, participantes y visitantes se están refrescando y nos unimos a ellos. Unas jarritas, algo de picoteo y vuelta a casa.
En general, estamos rotos pero muy satisfechos de la ruta de este fin de semana. Gredos tiene muchas formas de verse y no las conocemos todas, con lo cual es una gozada volver.
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