domingo, 1 de julio de 2012

Por la Pedriza Anterior: El Vigilante, el Corral Ciego, la Maza y otros riscos (2 de junio de 2012)

Una vez más nos citamos en Canto Cochino (1.050 m.) para dar comienzo a una ruta pedricera. A pesar de llegar sobre las 9 de la mañana, nos encontramos con el aparcamiento casi lleno.
El pronóstico del tiempo es de nuboso a muy nuboso, con chubascos y alguna tormenta. Sin embargo, al final todo se quedaría en un día caluroso y sin apenas brisa.

Ocupamos mesa en la terraza y pronto comienzan a desfilar los cafés y los pinchos de tortilla. El bar está bastante lleno a esta hora. Pero como nos tomamos el asunto con la calma habitual, nos quedaremos al final prácticamente solos.

Se masca la tensión antes de la ruta

Rostro pensativo

¿Qué estará maquinando?

Al dejar el bar nos encontramos con Guzmán, el guarda del refugio Giner, que se está preparando para subir todas las provisiones que ha comprado, con la ayuda de la Leti y de otro burrito joven que no conocemos.


Empezamos nuestra andadura por la orilla derecha del arroyo de la Majadilla. Elegimos esta variante de subida al refugio Giner, que pocos cogen, al tener ya muy vista la llamada Autopista. Se trata de un sendero muy bonito que discurre entre brezos, jaras en flor y vegetación muy variada.


Los fotógrafos se detienen a tomar instantáneas de la lavanda, de las jaras o de los gamones, todos en flor.




Un poco antes de llegar al refugio Giner pasamos junto a un tejo y un álamo, ambos de considerable porte, que quedan a la izquierda del sendero.

En el refugio Giner de los Ríos pararemos un rato para echar un trago de agua. Guzmán, la Leti y Cía., que han debido subir por la Autopista, se nos han adelantado.


Reanudamos la marcha y tomamos el GR-10, balizado con marcas rojas y blancas, que asciende en dirección al collado de la Dehesilla. A los pocos metros pasamos junto a una fuente de la que aún mana abundante agua.




Llegamos al Tolmo (1.258 m.), ese enorme cancho granítico al que Andrés Campos le calcula un peso de 13.000 toneladas. Se dice pronto.

El Tolmo

A partir de aquí el sendero va abriéndose paso entre la gayuba hasta que alcanzamos por fin el collado de la Dehesilla (1.453 m.), donde coincidimos con un numeroso grupo de gente.

En el collado de la Dehesilla

Tomamos el PR M-1 y pronto nos salimos de él por su derecha para ascender hacia el sector de la Pedriza Anterior en el que se encuentran sus máximas alturas, unos metros más elevadas que el propio Yelmo, dato que muchos senderistas ignoran.




Es un lugar fantástico, con esos recovecos, jardincillos y callejones sin salida que son tan típicos de la Pedriza. Aquí se encuentran el Canto del Berrueco (1.724 m.), que es la máxima cota de la Pedriza Anterior y supera al Yelmo en apenas ocho metros, y el Vigilante (1.716 m.), que iguala a este último. Otros riscos de sugerentes nombres son la Torre, la Almena o la Bola de San Bernardo.




Siguiendo unos hitos nos vamos aproximando al Yelmo, que ya vemos al fondo. Es este un tramo solitario en el que no nos topamos con nadie y avanzamos sin ganar ni perder altura.






En la cara norte del Yelmo hay unos temerarios que tratan de hacerse una de sus innumerables vías de escalada.


A poco de empezar el descenso por la Hoz Cimera hacemos la imprescindible parada para la comida y la siesta.

Hoz Cimera

Pasamos por el Corral Ciego, uno de tantos lugares fantásticos que la Pedriza esconde y que se pierden los que siguen los caminos más trillados. La curiosa silueta del Hombre Sentado nos da la espalda.
El Corral Ciego y el Hombre Sentado

En un momento dado, viendo que vamos a meternos por el Hueco de las Hoces, reculamos sobre nuestros pasos y buscamos la manera de bajar hacia el Rocódromo.

Pronto emerge la mole de la Maza, que se asemeja a un gran puño a punto de soltarle un mazazo al primero que pase por ahí.

La Maza


Dejamos a un lado la Cueva de la Mora, que tiene huéspedes trepando por sus paredes, y comenzamos a bajar bruscamente siguiendo los hitos.




El Camello





A la altura del Rocódromo torcemos a la izquierda y bajamos hasta dar con la senda por la que por la mañana nos hemos aproximado hasta el refugio Giner.
Pasamos junto a la Pradera de los Lobos y cruzamos los dos puentes que nos separan del merendero donde nos esperan nuestras cervezas fresquitas. 



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