Natalia fue esta vez quien hizo una propuesta pirenaica. Natalia hizo de Seche. La propuesta de Nataseche consistía en ascender al Posets o Tuca de Llardana (3.375 m.), que es la segunda elevación de Pirineos.
De todas las variantes existentes para subir al Posets conseguimos que Nataseche se decantara por hacerlo desde el refugio de Ángel Orús, que es la más fácil. Y es que Nataseche no es aún consciente de que se ha topado con un grupo montañero formado por cagarras, con la honrosa excepción de Jorge BS, todo sea dicho.
El primer día nos dimos el madrugón para ponernos en viaje. Quedamos con los mozos de las berlingos en Avenida de América, si la memoria no me falla. Es que escribo esta crónica casi dos meses después de los hechos, a lo cual hay que añadir que uno ya no tiene la memoria de cuando cursaba la E.G.B. Buena culpa de ello tienen las anfetas y otras sustancias psicotrópicas que me metí pal cuerpo en aquellos años en que estaba matriculado, sólo matriculado, en la universidad.
Perdón por desviarme del tema, pero es que tengo una cierta tendencia a la dispersión. Recuerdo que paramos a tomarnos el café en un pueblo, que podría estar en Guadalajara o quizá ya en Zaragoza. Quién lo sabe.
Con Albert, que venía de Barcelona, nos juntamos a comer en unas mesas al aire libre que hay a la altura de El Run. ¿Era así?
Nada más pasar Eriste cogemos una pista a mano izquierda de la carretera que sube, trazando varias revueltas, hasta la Pleta de Estallo (1.550 m.), donde hay un aparcamiento y donde dejamos las furgos. Son casi 5 kilómetros de pista en aceptable estado.
Desde el aparcamiento iniciamos la subida, llegando enseguida al puente d'Espigantosa, junto a la cascada del mismo nombre.
Cascada d'Espigantosa
En la subida por el barranco del Paso del Oso contrasta el verde oscuro de los pinos con los ocres de los robles y otras especies caducifolias.
Contrastes cromáticos
Remontando el barranco
En poco más de dos horas estamos en el refugio de Ángel Orús (2.150 m.), casi un hotel de montaña. Por motivos económicos algunos compañeros tenían ya decidido dormir en tiendas en los alrededores.
El refugio
El segundo día es el de la cumbre. Se remonta el valle de Llardaneta hasta dar con la entrada a la Canal Fonda, en la que nos encontramos con algunos neveros que han resistido toda la temporada. La subida tiene tramos algo empinados y en algún tramo resulta un tanto empinada por la presencia de piedrecilla suelta.
Salimos del refugio
Cruzamos el arroyo de Llardaneta
Sorprendidos por nuestro buen ritmo, alcanzamos el collado que hay al pie del Diente de Llardana en un tiempo récord. Récord para nosotros, quiero decir. Desde ahí hasta la cumbre queda ya sólo el último arreón, en el que la manada se dispersa.
El único montañero de verdad
Al pie del Diente de Llardana
Hay un corto tramo de cresta ligeramente aérea, pero no resulta complicada, ni siquiera para gente de escaso nivel como nosotros. Disculpadme si a alguien le baja la autoestima leyendo esto, pero no es mi intención.
El caso es que vamos llegando a la cumbre con cuentagotas. Los primeros aún disfrutaremos de vistas parciales hacia el sector del Perdiguero, pero la niebla irá echándose rápidamente y quedará todo cubierto. Al menos nos haremos la inevitable foto de cumbre, tras los habituales abrazos, besos y magreos, con mención especial para Nataseche, que fue muy magreada por haber sido quien lanzó la propuesta y porque estaba exultante por haber superado el reto.
Júbilo en la cumbre
Como en la cumbre el tiempo era algo desapacible, decidimos perder algo de altura para sentarnos a comer al pie del Diente de Llardana.
De vuelta al refugio de Ángel Orús, algunos pasaríamos en él nuestra segunda noche. No seríamos más de 20 las personas alojadas en esta noche de sábado, todo lo contrario que la víspera, en la que el refugio estuvo bastante lleno.
El tercer día fue el de la bajada a los coches y vuelta a casa. Hay que mencionar que hubo un espontáneo que se bañó en una poza. Y ojo, que estábamos ya a 3 de noviembre.
El bañista
Albert nos pagó una ronda en el bar con terraza de Eriste y es que era su primer tres mil. Y luego volvimos a parar a comer en Graus. Y de ahí para casa.
Embalse de Eriste
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