El pronóstico del tiempo no era para tirar cohetes. Pese a ello, nos aventuramos a hacer esta excursión desde el valle de la Barranca. Estamos hechos unos valientes. Hay que salir aunque haga bueno, como muy bien dice Chuso.
La primera parada técnica del día fue donde Félix el Segoviano, que sirve unos extraordinarios picatostes con sabor a anís. Fuera nevaba débilmente.
Y vuelta a los coches para continuar hasta el aparcamiento que hay junto al Hotel La Barranca, punto de partida de esta excursión.
Echamos a andar remontando el valle por el PR-M 17, balizado con marcas blancas y amarillas, dejando al cabo de un rato la fuente de Mingo a nuestra derecha.
El tiempo ha mejorado algo. Ha dejado de nevar y por momentos el sol parece querer salir de entre las nubes.
Se llega a una bifurcación en la que optamos por el ramal de la izquierda, dejando a la derecha el PR-M 26, que asciende hacia la Maliciosa por la fuente de la Campanilla y el collado del Piornal.
Vamos ascendiendo en zig-zag por el pinar y ganando rápidamente altura. El arbolado va haciéndose más ralo, permitiéndonos disfrutar de unas espléndidas vistas de conjunto del valle de la Barranca, todo cubierto de blanco.
Un poco antes de alcanzar el collado del Emburriadero, abandonamos nuestro PR doblando a la izquierda para seguir por la senda de la Tubería, así llamada porque discurre siguiendo los restos de una tubería cuya finalidad era proveer de agua traída desde el arroyo de Peña Cabrita al viejo sanatorio antituberculoso que había en el fondo del valle y que fue demolido en 1994.
La senda transita durante un buen rato casi en horizontal, a una altura de unos 1.800 metros, al pie de la cuerda de las Cabrillas y de las cumbres de Peña Horcón (1.883 m.) y Peña Pintada (1.858 m.). Los pinos que hasta aquí arriba llegan presentan formas achaparradas.
A la hora de comer buscamos el resguardo de un pino para sentarnos bajo sus ramas y no quedarnos muy fríos.
Ha vuelto a empeorar el tiempo y al reanudar la marcha, nos nieva durante un rato mientras descendemos para internarnos de nuevo en el pinar. Daremos por concluida la ruta cuando aún no son las cuatro de la tarde, algo inusual tratándose de nosotros.
Cuerda de las Cabrillas (por Andrés Campos)
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