Hoy toca una sencilla excursión por la Serra da Estrela (o Sierra de la Estrella), que geográficamente constituye el extremo más occidental del Sistema Central, una sucesión de sierras que se suceden por nuestra Península, en dirección OSO-ENE, a lo largo de 400 kilómetros.
Aunque rozan apenas los dos mil metros, se trata de las montañas más altas del Portugal continental, denominadas montes Herminios en época romana.
Aunque rozan apenas los dos mil metros, se trata de las montañas más altas del Portugal continental, denominadas montes Herminios en época romana.
Vamos a comenzar nuestra caminata en Folgosinho, una aldea serrana a 930 metros de altura, con sus calles empedradas, su bonita plaza mayor y su pequeño castillo en alto. Es una de las 22 freguesías o parroquias que pertenecen al ayuntamiento de Gouveia.
Según la tradición popular, aquí nació Viriato, el caudillo lusitano que mantuvo un tiempo en jaque a los ejércitos romanos hasta caer asesinado víctima de una traición. En un jardín cercano a donde aparcamos el coche se levanta una estatua dedicada al legendario guerrero, representado con su lanza y su escudo.
Fue Sancho I, el segundo rey de Portugal, quien le atribuyó a Folgosinho sus fueros en 1187. Por algo este monarca es conocido en el país vecino con el seudónimo de El Repoblador.
Tradicionalmente las gentes de Folgosinho se han dedicado al pastoreo (gozan en general de buena fama los quesos procedentes de la Sierra de la Estrella) y a la agricultura de subsistencia.
Estatua de Viriato
Tenemos pensado hacer una ruta circular, que se conoce como A Rota dos Galhardos y está señalizada con marcas de pintura amarillas (no blancas) y rojas por el municipio de Gouveia (PR-1). En parte coincide con el trazado de dos antiguas calzadas romanas, la de los Galhardos en la subida y la de los Cantarinhos en la bajada. Entre una y otra caminaremos un rato por una pista que discurre por lo alto de un suave cordal.
En lo alto del castillo
Capilla de San Faustino
El punto de inicio de nuestra ruta se encuentra junto al lavadero público. En la fuente que hay al lado pueden leerse unos versos bastante mordaces impresos en el azulejo, que harían las delicias de todo un Quevedo. Les ofrecemos una muestra de ellos:
Un panel informativo da cuenta de que a la inauguración oficial de este sendero, que tuvo lugar en el otoño de 2002, asistió nada menos que el Presidente de la República, por entonces Jorge Sampaio. Cuesta imaginar algo así en España, donde estamos más acostumbrados a ver al Presidente del Gobierno inaugurando una autovía o un tramo ferroviario de alta velocidad. Pensamos que ya va siendo hora de que don Mariano se moje de una vez por todas y dé un paso al frente por el senderismo.
Al cabo de unos 20 minutos nos encontramos con un tramo empedrado que corresponde, como reza el cartel, a la calzada romana de los Galhardos, que seguiremos a partir de este punto hasta alcanzar la Portela de Folgosinho.
Hay que advertir que los Galhardos es el nombre que se da a unos pequeños genios o diablillos que hicieron la calzada en una noche, según cuenta una leyenda de por aquí. Como tantas otras veces se recurre al mito para explicar aquello que resulta inexplicable, a la manera en que una leyenda irlandesa explica el origen de la Calzada del Gigante, que no es otra cosa que una rarísima formación geológica de columnas de basalto.
Pronto pasamos junto a los muros de una de las cuatro casas de abrigo (o refugios) que se contruyeron por aquí en la década de los cuarenta para uso de pastores y caminantes, todas ellas en ruinas actualmente.
Continuamos nuestro ascenso por el pinar en dirección a la Portela de Folgosinho, que es bien evidente, dejando a un lado el caño de la fuente de Ribeiro Traveço, que proporciona al caminante un trago de agua fresca que siempre se agradece, aunque el día de hoy no sea en absoluto caluroso.
Tras dejar ligeramente a la izquierda otra de las casas de abrigo, alcanzamos la Portela de Folgosinho (1.252 m.), atravesada por una carretera muy nueva que comunica ambas vertientes de la sierra, aunque inacabada, como tendremos oportunidad de comprobar por la tarde.
A nuestra derecha se eleva el alto de Sant'Iago o São Tiago (1.489 m.), al que sin embargo daremos la espalda para torcer a mano izquierda y seguir las marcas de nuestro PR tomando la pista de gravilla que discurre por lo alto del cordal. En este tramo el PR va a coincidir con el GR-22 (Rota das Aldeias Históricas).
Pasamos junto a la roca de O Faraó, que recuerda a la cabeza de un faraón esculpida en el granito.
Ligeramente a la derecha de nuestro camino queda el vértice geodésico del alto de los Galhardos (1.323 m.), al que nos acercamos. Desde la cumbre se acierta a ver la ciudad de Guarda, asentada sobre un altozano. Al girar la vista se divisan los radares que coronan el pico Torre, la máxima altura de la sierra.
Tras reanudar la marcha y volver al camino, encontramos junto a una charca formada por las lluvias, las ruinas de otra casa de abrigo más, la tercera del día.
Llegados a un cruce de caminos, giramos a la izquierda siguiendo las marcas amarillas y rojas de nuestro PR y abandonando definitivamente el GR-22. Seguimos ahora el trazado de la calzada romana de los Cantarinhos. Tras pasar la última casa de abrigo, nos sentamos a comer en el mismo camino, en total soledad, pese a tener las casas de Folgosinho ya a la vista.
En el último tramo de la excursión cruzaremos un riachuelo, la Ribeira do Freixo, y pasaremos junto a las ruinas de unos molinos, los Moinhos da Fórnea. Tras unos últimos metros en ligera subida, desembocamos en Folgosinho muy cerca del lavadero desde el que comenzamos a andar.
Hemos hecho casi 12 kilómetros y algo más de 500 metros de desnivel. No nos hemos cruzado con nadie andando en toda la ruta. Solo un coche que circulaba muy despacio nos adelantó en el tramo de pista que seguía el cordal.
Parte de la ruta ha discurrido por bosque, predominando los robles y las manchas de pino silvestre y pino negral, correspondiendo las de esta última especie a repoblaciones realizadas durante la época del Estado Novo (el régimen instaurado por el dictador Salazar).
Hubo un tiempo en que el lobo habitó en estas tierras, aunque hace ya varias décadas que se extinguió definitivamente. Por el contrario, la perdiz, el conejo, la liebre, la gineta, el tejón, el zorro o el jabalí están presentes por aquí, según leemos. Nosotros, sin embargo, no hemos tenido la ocasión de avistar ninguna de estas especies.
Desde aquí nos hemos dirigido a Guarda (1.056 m.), la ciudad más alta de Portugal, fundada por el antedicho Sancho I a finales del siglo XII, como sugiere su nombre, para defender o guardar la frontera portuguesa. De sus viejas murallas se conservan aún algunos lienzos, torres y puertas. No obstante, su edificio más destacado es la Catedral, una gran mole hecha de granito, en la que destacan las agujas, los pináculos y las gárgolas de estilo gótico. Esta ha sido la última parada en nuestro viaje.
Bibliografía
Portugal Nord mit Nationalpark Peneda-Gerês, Naturpark Montesinho und Serra da Estrela: 50 ausgewählte Touren. Franz Halbartschlager y Gerhard Russ. Editorial Rother. Ver ruta nº 38.
Archivos
Rota dos Galhardos
Nem sempre uma linda cara
traduz encanto no mundo
Ha mil fontes d'agua clara
cheias de lôdo no fundo
Lavadero
Un panel informativo da cuenta de que a la inauguración oficial de este sendero, que tuvo lugar en el otoño de 2002, asistió nada menos que el Presidente de la República, por entonces Jorge Sampaio. Cuesta imaginar algo así en España, donde estamos más acostumbrados a ver al Presidente del Gobierno inaugurando una autovía o un tramo ferroviario de alta velocidad. Pensamos que ya va siendo hora de que don Mariano se moje de una vez por todas y dé un paso al frente por el senderismo.
Al cabo de unos 20 minutos nos encontramos con un tramo empedrado que corresponde, como reza el cartel, a la calzada romana de los Galhardos, que seguiremos a partir de este punto hasta alcanzar la Portela de Folgosinho.
Hay que advertir que los Galhardos es el nombre que se da a unos pequeños genios o diablillos que hicieron la calzada en una noche, según cuenta una leyenda de por aquí. Como tantas otras veces se recurre al mito para explicar aquello que resulta inexplicable, a la manera en que una leyenda irlandesa explica el origen de la Calzada del Gigante, que no es otra cosa que una rarísima formación geológica de columnas de basalto.
Pronto pasamos junto a los muros de una de las cuatro casas de abrigo (o refugios) que se contruyeron por aquí en la década de los cuarenta para uso de pastores y caminantes, todas ellas en ruinas actualmente.
Casa de abrigo
Continuamos nuestro ascenso por el pinar en dirección a la Portela de Folgosinho, que es bien evidente, dejando a un lado el caño de la fuente de Ribeiro Traveço, que proporciona al caminante un trago de agua fresca que siempre se agradece, aunque el día de hoy no sea en absoluto caluroso.
Fuente de Ribeiro Traveço
Folgosinho
Tras dejar ligeramente a la izquierda otra de las casas de abrigo, alcanzamos la Portela de Folgosinho (1.252 m.), atravesada por una carretera muy nueva que comunica ambas vertientes de la sierra, aunque inacabada, como tendremos oportunidad de comprobar por la tarde.
Casa de abrigo
A nuestra derecha se eleva el alto de Sant'Iago o São Tiago (1.489 m.), al que sin embargo daremos la espalda para torcer a mano izquierda y seguir las marcas de nuestro PR tomando la pista de gravilla que discurre por lo alto del cordal. En este tramo el PR va a coincidir con el GR-22 (Rota das Aldeias Históricas).
Pasamos junto a la roca de O Faraó, que recuerda a la cabeza de un faraón esculpida en el granito.
Alto de Sao Tiago
Folgosinho
O Faraó
Ligeramente a la derecha de nuestro camino queda el vértice geodésico del alto de los Galhardos (1.323 m.), al que nos acercamos. Desde la cumbre se acierta a ver la ciudad de Guarda, asentada sobre un altozano. Al girar la vista se divisan los radares que coronan el pico Torre, la máxima altura de la sierra.
Alto de los Galhardos
Tras reanudar la marcha y volver al camino, encontramos junto a una charca formada por las lluvias, las ruinas de otra casa de abrigo más, la tercera del día.
Llegados a un cruce de caminos, giramos a la izquierda siguiendo las marcas amarillas y rojas de nuestro PR y abandonando definitivamente el GR-22. Seguimos ahora el trazado de la calzada romana de los Cantarinhos. Tras pasar la última casa de abrigo, nos sentamos a comer en el mismo camino, en total soledad, pese a tener las casas de Folgosinho ya a la vista.
Alto de Sao Tiago
Hemos hecho casi 12 kilómetros y algo más de 500 metros de desnivel. No nos hemos cruzado con nadie andando en toda la ruta. Solo un coche que circulaba muy despacio nos adelantó en el tramo de pista que seguía el cordal.
Parte de la ruta ha discurrido por bosque, predominando los robles y las manchas de pino silvestre y pino negral, correspondiendo las de esta última especie a repoblaciones realizadas durante la época del Estado Novo (el régimen instaurado por el dictador Salazar).
Hubo un tiempo en que el lobo habitó en estas tierras, aunque hace ya varias décadas que se extinguió definitivamente. Por el contrario, la perdiz, el conejo, la liebre, la gineta, el tejón, el zorro o el jabalí están presentes por aquí, según leemos. Nosotros, sin embargo, no hemos tenido la ocasión de avistar ninguna de estas especies.
Desde aquí nos hemos dirigido a Guarda (1.056 m.), la ciudad más alta de Portugal, fundada por el antedicho Sancho I a finales del siglo XII, como sugiere su nombre, para defender o guardar la frontera portuguesa. De sus viejas murallas se conservan aún algunos lienzos, torres y puertas. No obstante, su edificio más destacado es la Catedral, una gran mole hecha de granito, en la que destacan las agujas, los pináculos y las gárgolas de estilo gótico. Esta ha sido la última parada en nuestro viaje.
Sancho I
Bibliografía
Portugal Nord mit Nationalpark Peneda-Gerês, Naturpark Montesinho und Serra da Estrela: 50 ausgewählte Touren. Franz Halbartschlager y Gerhard Russ. Editorial Rother. Ver ruta nº 38.
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Rota dos Galhardos
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