Estamos aún en shock. Hemos entrado en la era del posmarianismo, una nueva etapa en la que tenemos por delante el reto de reconstruir el centroderecha entre todos. Pero en estos tiempos de sobresalto e incertidumbre hay cosas que afortunadamente no cambian, como nuestras habituales caminatas de fin de semana por el Guadarrama.
Para hoy el plan es subir a la Majada Hambrienta desde Valsaín, más en concreto desde la Pradera de Navalhorno, que es el conjunto de casas que se extienden a ambos lados de la CL-601.
Junto al bar El Albero, al que entramos a tomar el café, nos topamos con un coche de época, una auténtica reliquia fabricada nada menos que en 1917, según nos comenta su propietario, pero que aún circula por las carreteras.
Comenzamos a andar por la calle que arranca por detrás del Hotel El Torreón y que lleva al Aserradero Maderval. A partir de ahí, seguimos durante varios kilómetros por una pista asfaltada, cerrada al tráfico de vehículos, dejando a mano derecha el desvío que se dirige a la Cueva del Monje.
Salimos más adelante a un camino de tierra que rodea el Cerro del Moño de la Tía Andrea, pasando junto a la fuente del Chotete, y enlaza con el PR-15, que viene de La Granja y asciende al collado de los Neveros.
Al llegar al Raso del Pino, donde hay una estación meteorológica, abandonamos el PR y tomamos el sendero que se dirige hacia la Majada Hambrienta.
Aserradero
Puente sobre el arroyo Carneros
Raso del Pino
Tras superar varias zonas encharcadas, dejar atrás el pinar y sortear varios trampales, alcanzamos el chozo o caseta de Aranguez, que se encuentra a una altitud de 1.885 metros. Desde la última vez que estuve lo han remodelado y hoy puede considerarse un refugio en toda la regla, de acceso libre y con capacidad para unas ocho personas, repartidas en dos literas corridas.
Refugio de Aranguez
Nos sentamos a comer dando vista al desolado canchal que se extiende por la ladera norte de Peñalara, en la que aún resisten algunos neveros de cierta extensión. Un desnivel de poco más de 500 metros nos separa del techo del Guadarrama. Pero hoy no toca.
A continuación, tras ponernos de nuevo en movimiento, comenzamos a perder altura, caminando entre pinos y vadeando varios arroyos que corren muy crecidos. Pasamos junto al chozo de la Majada Hambrienta, este sí muy pequeño y precario, y algo más abajo, ya a orilla de un camino carretero en el que desembocamos, junto a la fuente del Tío Levita.
Chozo de la Majada Hambrienta
En la bajada hacia Valsaín pasamos junto al Pino de la Bota, que se encuentra junto a la Vereda de la Ventana y al arroyo del Prado Redondillo. Conseguimos dar con él gracias a que teníamos sus coordenadas (N 40.85826 y W 4.00904). Se trata de un pino silvestre, aunque no especialmente imponente, que se levanta en medio del bosque, a una altura en la que ya se alternan algunos robles entre los pinos. Un letrero en el que aparecen las iniciales C. M. da cuenta de su nombre. Estas mismas iniciales figuran en los letreros que hay junto a las fuentes del Chotete y del Tío Levita. Todos estos letreros de madera han debido ser colocados, sin duda, por Conrado Martín, vecino de Valsaín, hijo de un miembro del Batallón Alpino y restaurador desde hace años de muchas de las fuentes que hay por estos lares. Hay que aclarar, no obstante, que este ejemplar de pino silvestre junto al que nos encontramos ahora sirve de recuerdo al primitivo Pino de la Bota, que fue talado a principios de los años 30.
Pino de la Bota
En los últimos metros de la excursión pasamos al lado del CENEAM o Centro Nacional de Educación Ambiental, que organiza paseos, talleres y otras actividades relacionadas con el medio ambiente.
Tiempo nublado y fresco, más propio de abril, pero bastante mejor de lo que esperábamos. Solo lloviznó un rato, a parte de las cuatro y media, cuando descendíamos hacia el Pino de la Bota. En cualquier caso, un tiempo excelente para caminar. Once grados marcaba un térmometro que había en la calle al final de la ruta.
En total, habremos hecho unos 18 kilómetros, con unos 850 metros de desnivel. No obstante, tómense estas cifras no como un oráculo, sino como algo orientativo.
Enlaces
Majada Hambrienta (por Alfredo Merino)
CENEAM
Tiempo nublado y fresco, más propio de abril, pero bastante mejor de lo que esperábamos. Solo lloviznó un rato, a parte de las cuatro y media, cuando descendíamos hacia el Pino de la Bota. En cualquier caso, un tiempo excelente para caminar. Once grados marcaba un térmometro que había en la calle al final de la ruta.
En total, habremos hecho unos 18 kilómetros, con unos 850 metros de desnivel. No obstante, tómense estas cifras no como un oráculo, sino como algo orientativo.
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Majada Hambrienta (por Alfredo Merino)
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