viernes, 8 de junio de 2018

En Castelo Branco (de 28 de abril a 2 de mayo de 2018)

En este puente de primero de mayo hemos hecho una nueva incursión por tierras portuguesas. En esta ocasión nuestro destino ha sido Castelo Branco (35.000 habitantes), que es capital del distrito de la Beira Baixa, y nos hemos alojado cuatro noches en su pousada de juventude.










Es Castelo Branco una tranquila ciudad de interior, sin un conjunto monumental que sea especialmente espectacular. Aun así, su casco antiguo conserva encantadoras calles medievales, con empedrados hechos de piedra calcárea y basáltica, que trazan elegantes motivos decorativos (calçada portuguesa).




Vistas desde las ruinas del Castelo




CCCCB


Concatedral






CCCCB




Museu Tavares Proença Junior


Convento da Graça


Jardim do Paço Episcopal






Concatedral








Domus Municipalis


Praça de Camoes


Desde 1771 Castelo Branco ostenta el título de ciudad, otorgado por el entonces rey José I, y es también sede episcopal y cabeza de su diócesos, elevándose la iglesia de San Miguel a la dignidad de catedral. A sus habitantes se les llama albicastrenses.




Restaurante O Pinguim


Castelo Branco dispone de una oferta amplia a la hora de elegir un sitio donde cenar, pese a que hace algunos años se cerró el mítico restaurante Praça Velha, una referencia gastronómica a ambos lados de la raya, que se ubicaba en una antigua residencia que los templarios ocuparon en época medieval. Fuimos dos noches, primera y última, a la Churrasqueira da Quinta, una al Kalifa y otra a O Pinguim. Y no solo eso. Conocimos también la noche albicastrense, que parece tener su epicentro en As Docas, un amplio espacio peatonal, con surtidor de agua, al que se abre la fachada del Centro de Cultura Contemporânea de Castelo Branco (CCCCB), un edificio construido por el arquitecto catalán Josep Lluís Mateo, en colaboración con el portugués Carlos Reis de Figueiredo, e inaugurado en 2013. Hay aquí varios bares y al menos un par de pubs: el Pipas Irish Bar y el Shaker´s Bar. La noche del domingo estaba todo tan muerto como si acabaran de lanzar la bomba de neutrones; sin embargo, la del lunes, víspera de festivo, el ambiente estaba animadísimo.


Shaker's Bar




Enlaces
Rádio Castelo Branco
Rutas a pie por el municipio de Castelo Branco
Castelo Branco tiene arte (La Raya Blog, febrero de 2014)
Una de mero (Hoy, febrero de 2016)
Castelo Branco despunta (Hoy, marzo de 2016)





Nuestra primera caminata estuvo algo pasada por agua, pero a la vez fue muy florida y exuberante, dejándonos un muy buen sabor de boca.
Fue una ruta circular de casi 15 kilómetros y 400 metros de desnivel, con inicio en Sarzedas, que está balizada como sendero de pequeño recorrido, aunque las marcas dejan bastante que desear en muchos tramos.














Un nuevo sendero de pequeño recorrido, ligeramente más largo que el de ayer, permite recorrer la Serra da Gardunha y apreciar las huellas de recientes incendios, toda una lacra en Portugal.
Han sido 17 kilómetros y medio, con inicio en Louriçal do Campo y un tiempo algo más estable que el de la víspera, pero ello no nos libró de que nos pillara un chaparrón en el último tramo de la ruta.




























A 650 metros de altitud, en la ladera del Cabeço de Monsanto, se levanta la que se anuncia como A Aldeia Mais Portuguesa de Portugal, que es el título que ganó en un concurso convocado en 1938 por el Estado Novo salazarista. Es desde luego una aldea pintoresca, cuyas casas se hallan rodeadas de enormes bolos de granito, resultando en conjunto un paisaje muy pedricero.
Tras la visita, nos sentamos a comer en la plaza de Relva, a solo un par de kilómetros de Monsanto. Luego, uno de los coches se puso en viaje, pues sus ocupantes habían decidido volverse hoy para casa.



Casa del escritor Fernando Namora












Cabeço de Monsanto














Esta pequeña aldea, rodeada por una muralla, conserva un notable conjunto de ruinas romanas, visigóticas y medievales, destacando muy especialmente la iglesia de Santa María, antigua catedral visigoda, que es única en su género en toda la península.
Si pasan por aquí, no se dejen enredar por un vendedor de quesos que se anuncia en la puerta de casa con una placa que pone Mário Idanhense. Es un carero.









Iglesia de Santa María



Ponte Velha






Cambiando una lámpara





Al pie de la sierra que lleva su nombre, este pueblo de casi un millar de habitantes, permite dar un corto pero espectacular paseo que no tiene pérdida, A Rota dos Fósseis, y que ofrece dos atractivos: los abundantes fósiles, de trilobites y de cruzianas, que son las huellas dejadas por los trilobites al desplazarse sobre el fondo marino; un conjunto de unos 20 molinos harineros, que se movían gracias a las aguas del río Pônsul y que se han restaurado en buena parte.







No hay comentarios:

Publicar un comentario