viernes, 12 de octubre de 2018

Una clase de matemáticas en la Pedriza (6 de octubre de 2018)

Esta vez el Maestro nos retó a una competición de matemáticas. No hubo más remedio que buscar por casa los libros de matemáticas de la EGB y del Bachillerato, ya olvidados y cubiertos de polvo. El reto era mayúsculo. Hubo que empezar por los fundamentos de álgebra y geometría para terminar con el cálculo integral. Era una contrarreloj. Había que aparcarlo todo para estudiar día y noche, lo mismo el trabajo que las obligaciones familiares. Quien pudo se cogió días libres o de permiso en el curro.




Pero llegó el día esperado. A las nueve de la mañana de este primer sábado de octubre, ahí estábamos todos en El Tranco, con los deberes hechos. La Pedriza nos esperaba. En muchos de nosotros se notaban las ojeras, tras noches de insomnio delante de los libros. Hubo quien necesitó un café bien cargado para espabilarse.



La Integral de la Pedriza o prueba a conocer tus límites

Los Cinco Jotas, con el Maestro a la cabeza, se sentían dispuestos a todo y, sin dudarlo, optaron por el mayor de los retos.
La Pedriza ofrece una compleja integral, cuya resolución no está al alcance de cualquiera. Se exige una buena preparación, mucho trabajo neuronal, capacidad de concentración y una buena condición física. Hay que cuidar la hidratación y calcular bien las fuerzas para que no aparezca la tan temida pájara.
La integral se les resistió, pero finalmente los Cinco Jotas, inasequibles al desaliento, lograron resolverla, tras 22,5 kilómetros y 11 horas caminando en sentido contrario a las agujas del reloj. Eran las nueve de la noche cuando estaban de vuelta en El Tranco. Hacía algo más de una hora que se había puesto el sol.
Tras el duro esfuerzo, los Cinco Jotas se fueron hasta Soto del Real a tomarse unas hamburguesas. No era para menos. Habían consumido unas 2.900 calorías por persona en esta interminable jornada de senderismo y matemáticas.










Una derivada por el Corral Ciego y el Hombre Sentado

A los demás, la integral nos daba mucho respeto y optamos por irnos por la tangente y hacer una de las infinitas derivadas que ofrece la Pedriza. Desde El Tranco tomamos la Senda de las Carboneras, siguiendo a los Cinco Jotas hasta cortar con la Gran Cañada. A partir de ahí, ya los perdimos de vista y continuamos la subida a nuestro ritmo.
Tras acercarnos hasta la Lagunilla del Yelmo, lógicamente seca en esta época del año, y rodear el Yelmo, buscamos la entrada al callejón que conduce al Corral Ciego y el Hombre Sentado, un rincón bastante solitario, próximo al risco de La Maza.
Una bajada bastante empinada por la Umbría de Calderón nos llevó hasta el Tolmo y desde ahí volvimos al Tranco, pasando por el refugio Giner y dejando a nuestra derecha los bares de Canto Cochino.
Sobre las siete y media dimos por concluida esta derivada, que hicimos a un ritmo relajado. Nos sentamos a tomar algo en una terraza y estuvimos esperando como una hora a los Cinco Jotas, pero viendo que no aparecían, nos fuimos a casa.






Yelmo


Lagunilla del Yelmo




Pradera del Yelmo


Corral Ciego y Hombre Sentado










Umbría de Calderón y La Maza


El Tolmo


Refugio Giner







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