domingo, 2 de junio de 2019

De Vegas de Matute a Valdeprados y el Cañón de la Risca (25 de mayo de 2019)

En las vísperas de una nueva jornada electoral nos hemos acercado a la localidad segoviana de Vegas de Matute. Al llegar, aparcamos en la plaza del ayuntamiento. Un arbolillo desmochado nos recuerda que hace solo unas semanas se celebraron las Fiestas de los Mayos. La mañana es fresca, el cielo está nublado y no hay prácticamente nadie por las calles. Los dos bares del pueblo tienen aún la persiana bajada. Abre antes el señor de la tienda de comestibles, que apunta que en el pueblo son más de noche que de día.








Vamos a hacer una ruta circular que nos llevará hasta Valdeprados y el Cañón de la Risca, tomando desde el pueblo el camino que lleva a la cercana ermita de San Roque.


Ermita de San Roque












Tras desembocar en el barrio de La Ferrería, perteneciente a Vegas de Matute, caminamos unos metros por la carretera, cruzando el río Moros, para torcer a la derecha y poner rumbo a Valdeprados.




A la entrada de Valdeprados nos asomamos al patio de ltorre-fortaleza de los Condes de Puñonrostro. Han instalado al aire libre varias mesas con mantel, vajilla y cristalería. Parece que va a celebrarse un convite, probablemente una boda.


Torreón de los Condes de Puñonrostro






Iglesia de Santa Eulalia de Mérida






Ahora nos acercamos al Cañón de la Risca, que dista apenas un par de kilómetros. Es un paraje en que el río Moros se abre paso entre paredes verticales de gneis. Hay varias vías de escalada abiertas en sus paredes. Desde el mirador contemplamos a varios escaladores ejercitándose.


Puente de los Enamorados sobre el Río Moros














Cañón de la Risca


Caminamos por la margen derecha del cañón hasta llegar a la pequeña aldea de Guijasalbas, con la mayoría de sus casas medio en ruinas. Solo parece haber vida en una explotación ganadera.


Molino en ruinas


Guijasalbas


Ahora volvemos por la margen contraria del cañón. No hay camino claro. Tan solo algunas sendas desdibujadas. Hay vacas sueltas y quizá algún toro. Procuramos no acercarnos más de la cuenta a los animales, dejando una distancia de seguridad. Un momento curioso es aquel en el que hacemos una especie de encierro a la inversa, con las vacas delante y nosotros detrás.
Más adelante, transitamos por una finca privada, en la que nos salen varios jóvenes vestidos de camuflaje, alguno de ellos cubierto de musgo, para advertirnos de que están haciendo una competición de paintball y de que nos andemos con ojo.






Tras comer bajo la sombra de una encina, completamos esta ruta circular de casi 16 kilómetros y unos 250 metros de desnivel. Nos sentamos en la terraza del bar El Puente, en Vegas de Matute, a tomar un refresco.












Iglesia de Santo Tomás de Canterbury




Bar El Puente






Vegas de Matute
El pueblo se divide en tres barrios: el núcleo principal o parte más antigua, que se concentra en torno a la iglesia de Santo Tomás de Canterbury, un edificio de factura gótica, hecho con piedra de sillería; el barrio de El Zancao, junto al arroyo del mismo nombre; el barrio de la Lobera, que es el más moderno y se asienta en uno de los extremos del pueblo.
En el barrio principal hay dos bares: El Puente y El Caño.
A partir del siglo XVI comenzaron a funcionar en el pueblo los hornos de cal. Esta industria, que abasteció las obras del Monasterio del Escorial, adquiriría gran importancia. Hace algunos años se han recuperado algunas caleras tradicionales que había junto al arroyo del Zancao y se ha habilitado un pequeño parque arqueológico que permite visitar el conjunto y conocer más de cerca los detalles de este antiguo oficio.
Una ruta senderista de 11 kilómetros de longitud parte del pueblo y se adentra en el encinar para ascender a los tres cerros de los Calocos. Esta ruta tendremos que hacerla en otra ocasión en que volvamos por aquí.

Posee un atractivo casco urbano, con predominio de las construcciones de piedra caliza, entre las que destacan la iglesia de Santa Eulalia de Mérida o el torreón de los Condes de Puñonrostro (actualmente propiedad del célebre escultor Luis Sanguino).
Junto a la iglesia se encuentra el local Bar y Punto, que ofrece croquetas, torreznos, albóndigas y platos por encargo.

Luis Sanguino
A lo largo de su vida ha residido muchos años en Estados Unidos (Nueva York) y en México.
Ha realizado encargos escultóricos para diversas ciudades españolas, entre ellas Madrid, Segovia, Guadalajara, Oviedo o Pamplona (busto de Ernest Hemingway).
Es autor de sendos monumentos a los toreros Antonio Bienvenida y El Yiyo, situados en el exterior de la plaza madrileña de toros de Las Ventas. También en la capital, realizó las puertas de la Catedral de la Almudena, tanto las orientadas a la plaza América como las que dan a la calle Bailén.
En 1990 se instala en el torreón de Valdeprados.

Es un cañón fluvial que está catalogado como Lugar de Interés Geológico (LIG).
Entre sus paredes de gneis de casi 30 metros del altura discurre el río Moros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario