En agosto, tras una corta y calurosa ruta por la Pedriza, entramos Josete y yo en el centro de información y atención a visitantes que hay en Canto Cochino. Allí, la chica que aquella tarde lo atendía, nos habló de la cueva de las Brujas, de la que ninguno de los dos, avezados pedriceros y ya entrados en canas, teníamos noticias.
Casi tres meses después, nos dispusimos a comprobar con nuestros propios ojos, y con la ayuda de un track que nos descargamos en Wikiloc, que el lugar en verdad existía y que no se trataba de otra de esas fake-news que a menudo nos intentan colar. No busquen ninguna conexión entre acercarnos a la cueva de las Brujas y estar en vísperas de Halloween. No la hay, al menos conscientemente.
Comenzamos a andar en el Tranco, tomando inicialmente la Senda de las Carboneras (marcas blancas y amarillas). Tras desembocar en la Gran Cañada, continuamos por esta hacia la derecha apenas unos pocos metros para torcer a la izquierda y ascender por la vaguada de las Cerradillas, dejando a un lado los Cinco Cestos.
De súbito llegamos a los pies del Elefantito. Después de una parada, acometemos el tramo más intrincado y más solitario de nuestro recorrido. Tras algunos titubeos, conseguimos alcanzar nuestro objetivo del día, la cueva de las Brujas, a la que entramos por abajo y de la que salimos, tras recorrerla hasta el fondo, por arriba.
Pasamos luego junto al vivac del Bizcocho y cuando caminamos por un estrecho pasadizo pegado al paredón rocoso de la Muralla China, se pone a llover. Decidimos entonces guarecernos en una oquedad para comer. No es el sitio más cómodo, pero al menos estamos secos. Fuera, la lluvia cae copiosamente en algunos momentos y el viento sopla con violencia. Se nota un brusco descenso térmico que nos obliga a sacar forros y chaquetas para abrigarnos con varias capas.
Al reanudar la marcha, salimos enseguida a la Senda Maeso (marcas blancas y amarillas) e iniciamos el descenso. Pasamos al lado del Caracol y dejamos a un lado el desvío a la cueva del Ave María. Con lo hecho ya teníamos suficiente.
En el collado de la Cueva dejamos a un lado las marcas de la Senda Maeso y tomamos la bajada directa al Tranco. Pasamos primero junto al Alcornoque del Ortigal o del Bandolero (en referencia a Pablo Santos), que tiene una edad estimada de unos 300 años y está catalogado como árbol singular y a continuación al pie del Risco del Indio (zona de escalada). Por último atravesamos la pradera del Tamboril.
Fue una ruta circular, realizada en el sentido de las agujas del reloj, de 8,5 kilómetros de longitud y 700 metros de desnivel. En el Tranco nos tomaremos las cervezas en el bar El Peñote, acompañadas de unas croquetas y carne estofada. Ambiente pedricero y música ochentera.
Enlaces
No hay comentarios:
Publicar un comentario