Coincidiendo con la romería a la ermita de Peñamira, que se celebra el último sábado del mes de mayo, el mes de las flores, nos acercamos hasta el pequeño pueblo de Muriel, que está a unos siete kilómetros de Tamajón, junto al río Sorbe y debajo de la que en los mapas llaman Sierra Gorda, en la que se enclava el pico Santotis, de inolvidables recuerdos.
Fue inevitable hacer una parada, de camino, en Tamajón y comprar los habituales bollos preñaos en la panadería que hay a la entrada, junto a la carretera.
Unos metros más adelante, sin llegar a la iglesia de Tamajón, sale hacia la derecha la estrecha carretera que nos conduce a Muriel. Aunque está señalizada, es fácil pasársela de largo.
Comenzamos la corta caminata en Muriel, atravesando su calle principal y dejando a la izquierda la iglesia y una casa rural.
En menos de diez minutos pasamos junto a una fuente y un lavadero.
Fuente y lavadero
El camino que nos lleva a la ermita se inicia aquí, de frente, junto a la cancha de deportes roja que queda a la izquierda. Enseguida nos encontramos con una cadena que impide el paso de vehículos.
Al principio, vamos caminando monte arriba, entre olivos y encinas. Aunque el sol luce, para la tarde anuncian tormenta.
Entre olivos y encinas
Un poco más adelante, empieza a predominar el pinar de repoblación. Gracias a las lluvias primaverales el campo presenta un intenso verdor.
El campo está exuberante
A una hora del inicio llegamos al collado Rancho. Hacia la derecha parte otra pista que sube, pero la ignoramos y seguimos de frente, bajando un rato para nuevamente volver a subir. Un poco más adelante avistamos entre los pinos el pantano de Beleña y, en su orilla, la ermita de Peñamira.
Ya se ve nuestro objetivo
Pero no hay desde aquí una bajada directa a la ermita. Se debe continuar de frente, alcanzar el collado de los Yesares y luego ir rodeando el cerro Bermejo por detrás.
Desde el collado de los Yesares se baja en cuesta hasta entroncar con la pista que viene de La Mierla, a orillas ya del pantano.
Raquel y Kiko a orillas del pantano de Beleña
Tomamos la pista que viene de La Mierla hacia la izquierda, bordeando el embalse, y en un cuarto de hora, tras un recodo, se nos aparece la ermita de Peñamira. Hay coches aparcados en sus inmediaciones. La gente, que viene de La Mierla, Beleña de Sorbe, Muriel y otros pequeños pueblos de los alrededores, está congregada por detrás de la iglesia y dirige sus miradas al altar con la virgen, que han montado al aire libre. Pero la misa parece ya haber terminado.
El altar al aire libre
Ahora están subastando las andas, a ver quiénes cargan con la virgen para meterla de nuevo en la iglesia. Subastan los cuatro brazos de las andas y también las cuatro cintas de distintos colores que cuelgan de los brazos (la rosa, la azul claro, la verde y la negra). En cada puja se sube hasta 30, 40 ó 50 euros.
Los romeros cargando con las andas
En la puerta de la ermita se hace una nueva parada y los dulzaineros de Azuqueca de Henares, vestidos de morado, tocan alguna que otra melodía tradicional castellana.
A la entrada de la ermita, con los dulzaineros, de morado, en primer plano
Se repite nuevamente el ritual de la subasta. Ahora se trata de disputarse el honor de meter la imagen en la ermita y depositarla en el altar. Y recaudar más dinerillos, por supuesto. Finalmente la virgen es introducida en la ermita mientras los dulzaineros interpretan los pasos del himno nacional. Una imagen un tanto berlanguiana.
Virgen de Peñamira
Cumplido el ritual, la gente se dispersa por los alrededores de la ermita para comer. Se busca la sombra de alguna encina o el frescor de las aguas del pantano. Es un paraje de una gran belleza.
El pantano de Beleña y la ermita de Peñamira
Es la hora de la comida. La gente se ha traido mesas y sillas para estar más cómoda. Pero tampoco somos una multitud. No más de ciento cincuenta personas. Y es que los pueblos de por aquí se quedaron casi vacíos en los sesenta, por efecto del éxodo rural, y solo a partir de los noventa han ido recuperando algo de población, especialmente en los veranos y en fines de semana. Los dulzaineros se pasan de vez en cuando entre las mesas tocando alguna melodía.
Nosotros nos alejamos un poquito del bullicio y nos tiramos junto a la orilla para comer de lo que hemos traido. Hacia el norte el cielo está cubierto de nubes muy oscuras. Se masca la tormenta.
Javier comparte una manzana con Kiko
Tenemos dos tortillas de patata, queso en aceite y alguna otra sorpresa. Y la bota de Rosa va rulando de boca en boca.
Atleeeeeeeeti
Como parece que la tormenta no acaba de venir y se disipa un tanto, nos echamos un rato la siesta.
Sobre las cuatro decidimos iniciar la vuelta a Muriel. Se nos ocurre hacerlo bordeando el pantano, pero pronto desistimos de la idea. El nivel de las aguas está muy elevado. Probablemente los senderos que haya por la orilla están tapados por el agua e ir sorteando la vegetación puede ser un infierno. No nos queda otra que volver por el camino de ida. Pero no nos importa, pues era un camino bien bonito.
Ya se divisan las casas de Muriel
Y, finalmente, nos libramos de la tormenta. Incluso disfrutamos, a la entrada de Muriel, de unos momentos de relax.
Momentos de relax
Pero los truenos retumban ya cerca y a poco de llegar a los coches cae un buen aguacero primaveral.
EMBALSE DE BELEÑA:
Construido en 1982 para remansar las aguas del río Sorbe.
Sus aguas se emplean para el regadío y para el abastecimiento de localidades como Alcalá de Henares. Guadalajara, Azuqueca, Fontanar, Yunquera, Alovera, Mohernando, etc.
ERMITA ANTIGUA DE PEÑAMIRA:
Se hallaba a la vera del río Sorbe, en lo más profundo del valle, frente al barranco de Peñamira, pero quedó sumergida por las aguas al construirse el embalse de Beleña.
En los años de extrema sequía, sus ruinas emergen de entre las aguas y quedan al descubierto.
Cuenta una leyenda que fue fundada en el lugar exacto donde la Virgen salvó a un caballero de morir a manos de los moros, llevándolo por los aires de un lado a otro del río Sorbe.
En su interior se guardaba una talla románica de la Virgen, con el Niño en las rodillas, pero fue destruida en el verano de 1936, al comienzo de la Guerra Civil, y sustituida por otra talla que no tenía un especial valor artístico.
En 1984, a propuesta del periódico Nueva Alcarria, un grupo de buceadores madrileños intentaron rescatar la moderna talla, pero fue en vano. Tan solo lograron recuperar algunos sillares esquineros y dovelas, utilizados en el levantamiento de la nueva ermita.
ERMITA NUEVA DE PEÑAMIRA:
Se alza al pie del cerro Bermejo, en la orilla occidental del embalse de Beleña, en un lugar con magníficas vistas sobre sus verdes aguas. Fue erigida en 1997.
Es de color ocre y su puerta da la espalda al pantano.
Su zócalo de cantos procede de un antiguo corral de ganado.
En su interior, se aprecian los sillares y arcos de la antigua ermita.
ROMERÍA A PEÑAMIRA:
Se celebra el último sábado del mes de mayo.
Acuden gentes de La Mierla, Muriel, Aleas, Beleña de Sorbe, Torrebeleña, Puebla de Beleña y Montarrón.
El éxodo rural afectó fuertemente al campo de Peñamira en los años sesenta, sus pueblos quedaron semiabandonados y dejó de hacerse la romería a la antigua ermita. A raíz de la construcción de la nueva ermita, volvió a celebrarse la romería, aunque en su nuevo escenario.
BIBLIOGRAFÍA:
"Rutas fáciles para conocer Guadalajara" (M.J. Ramos, A. Ramos y S. Rubio). Editorial Aache. Ver ruta nº 4.
"Veredas y caminos de la Ribera" (Francisco Martín). Editado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Ver páginas 99 a 103.
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