Era hoy una jornada de reflexión, previa a la cita de mañana con las urnas, y nos dijimos que podía ser buena idea acercarnos al Hoyo Cerrado, un pequeño circo glaciar a casi 2.000 metros, en el cordal de los Montes Carpetanos, y meditar allí sobre el sentido de nuestro voto. A la única a la que se le hizo imposible reflexionar fue a Ana, ya que entre tanto hombre se le iban los ojos y no le resultaba fácil concentrarse.
Hemos salido de Alameda del Valle sin poder tomarnos un café, al estar aún cerrados todos los bares por los que hemos pasado y hemos echado a andar por la pista que sube hasta el Raso del Palancosillo. Nuestros primeros pasos discurren por una dehesa de fresnos, como hace dos semanas en Villavieja, y un poco más arriba nos adentramos en el robledal.
En la fresneda
En la fresneda
Las nieves del Peñalara
Una hermosa peonía en el robledal
En el Raso del Palancosillo pastan las vacas y una de ellas, de color negro, se nos encara. Recuerdo entonces las películas de Bruce Lee que veía de pequeño y le hago unos amagos que le hipnotizan y le hacen finalmente darse la vuelta.
Raso del Palancosillo
Este pibe ya se está liando
A partir de aquí seguimos una senda no muy definida que termina por perderse. Los cambrones en flor salpican el paisaje de tonalidades amarillentas. Hay algunos momentos de pelea con los piornos, los cambrones y otros matorrales, pero logramos salir vencedores del combate.
Tras cruzar el arroyo de Varcialengua volvemos a ascender, aunque por aquí no nos enmarañamos tanto y las cosas se nos dan algo mejor.
Tras un poco más de cuatro horas llegamos por fin a Hoyo Cerrado, un paraje al pie del pico de Peñacabra, en el que dominan las turberas y los cambrones. Varios neveros se descuelgan desde el cordal de los Montes Carpetanos, muy próximo. Es la hora de comer y de echarnos una buena siesta, aunque bien abrigados, pues hace algo de fresquete, más cuando las nubes ocultan el sol.
Este pibe consigue retratarse con las dos únicas chavalas
Qué bien que entra la Mahou
Sobre las cinco de la tarde iniciamos la bajada por el mismo camino. Acertaremos mucho mejor que en la subida con el senderillo que nos deja en el Raso del Palancosillo.
Estamos de vuelta en Alameda sobre las ocho y media. Las cervezas y demás nos las tomamos en el bar El Colorao. Me han pedido que diga que algunos nos tomamos unas croquetas y unos calamares a la romana.
Estamos de vuelta en Alameda sobre las ocho y media. Las cervezas y demás nos las tomamos en el bar El Colorao. Me han pedido que diga que algunos nos tomamos unas croquetas y unos calamares a la romana.
Buscadores de glaciares
Hace unos 50.000 años, durante el periodo glaciar que los geólogos llaman Würm, se formaron en nuestra sierra una veintena de pequeños hoyos glaciares, situados en zonas de cumbres y sostenidos en su base por acumulaciones rocosas. En su mayoría se ubican en la cara sur del cordal montañoso que se extiende entre los puertos de Cotos y Navafría, como los muy conocidos del macizo de Peñalara y los más desconocidos de los Montes Carpetanos. Cabe también mencionar la existencia de algunos otros en la Cuerda Larga.
Fue a finales del siglo XIX y principios del XX cuando todos estos circos glaciares fueron descubiertos y datados, gracias a los trabajos de geólogos como los alemanes Albrecht Penck, Hugo Obermaier, que era sacerdote, y Paul Wernert, discípulo del anterior, o los españoles Lucas Fernández Navarro, Juan Carandell y Eduardo Hernández Pacheco.
Hace unos 50.000 años, durante el periodo glaciar que los geólogos llaman Würm, se formaron en nuestra sierra una veintena de pequeños hoyos glaciares, situados en zonas de cumbres y sostenidos en su base por acumulaciones rocosas. En su mayoría se ubican en la cara sur del cordal montañoso que se extiende entre los puertos de Cotos y Navafría, como los muy conocidos del macizo de Peñalara y los más desconocidos de los Montes Carpetanos. Cabe también mencionar la existencia de algunos otros en la Cuerda Larga.
Fue a finales del siglo XIX y principios del XX cuando todos estos circos glaciares fueron descubiertos y datados, gracias a los trabajos de geólogos como los alemanes Albrecht Penck, Hugo Obermaier, que era sacerdote, y Paul Wernert, discípulo del anterior, o los españoles Lucas Fernández Navarro, Juan Carandell y Eduardo Hernández Pacheco.
Julio Vías, en su libro Memorias del Guadarrama, tiene precisamente un capítulo titulado Los buscadores de glaciares.
Rutas de senderismo desde Alameda del Valle
Hace años se señalizaron un par de rutas, que coinciden en su tramo inicial. La primera de ellas, que hemos seguido hoy, está señalizada con balizas rojas y lleva hasta el Raso del Palancosillo. La segunda, indicada con balizas azules, es la del Arroyo de la Saúca o de la Sabuca y se desvía de la anterior tomando el ramal de la izquierda en una bifurcación.
Enlaces
Hoyo Cerrado (ruta nº 386 de Andrés Campos)
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