sábado, 26 de septiembre de 2015

De Mataelpino a la Maliciosa Baja (26 de septiembre de 2015)

Mataelpino se ubica al pie de la granítica Cuerda de los Porrones, en una sucesión de agrestes picachos que desde la Maliciosa se descuelgan en dirección sureste.
Hasta esta localidad serrana nos acercamos con el propósito de realizar una ruta circular. En principio parecía que la ruta estaba atada y bien atada, pero luego surgieron algunos imprevistos que nos hicieron variar un tanto el plan inicial. El postre fue una bajada kamikaze y fuera de sendero, en la que hubimos de atravesar un mar de jaras que parecía no tener fin.
 
Salimos de Mataelpino por la calle del Guerrero, que no es otra cosa que la carretera que va a Becerril. Al cabo de un cuarto de hora cruza la carretera una pista, antigua cañada, por la que hemos de tirar a la derecha para adentrarnos en el monte.
 
 



 
Llegamos al depósito de agua de Mataelpino 2. Por detrás de él y algo más arriba se inicia, tras una portilla, un sendero que tiene buena pinta y que en breve desemboca en los Rasos de Mataelpino, amplia zona llana en la que los ganaderos deben soltar a las vacas para que se alimenten del abundante pasto que debe crecer tras los periodos de lluvias. Está todo plagado de boñigas. Hasta aquí íbamos bien.
 
 
 
 
Rasos de Mataelpino
 
 
Pero no conseguimos encontrar el sendero que desde este paraje debía ascender hasta el collado del Fraile. Y mira que dimos algunas vueltas y lo intentamos por activa y por pasiva, que diría el añorado José María García.
 
 
 
 
 
 
Al fondo de los Rasos, único punto en que había vacas sueltas, sí que encontramos un camino que ascendía hacia la izquierda por fuerte pendiente. Parecía muy prometedor. Sin embargo, más arriba nos dimos cuenta que por él no íbamos a conseguir ascender hasta el collado de las Vacas, que era lo que pretendíamos. Por el contrario, el sendero, marcado con hitos, alcanzaba la Cuerda de los Porrones ligeramente al sureste de la cumbre de la Maliciosa Baja. Ahora en casa me doy cuenta que el punto en el que alcanzamos el cordal era precisamente el collado Porrón por el que teníamos que haber bajado. Joder, qué lío. ¡¡Alfredo dimisión!!
 
 
 
 
 
 
 Hacia lo que resultó ser el collado Porrón
 
 
 
 
Girando hacia la izquierda ascendemos por el cordal hasta la Maliciosa Baja (1.939 m.) en algo más de media hora y en esta cumbrecilla, dicho con todos los respetos, nos sentamos a comer. El hot sex tea hace sus efectos en la medida en que nos entra la tontería con el nombrecito. Pero no pasa nada más.
 
 
 

 La cara norte de la Maliciosa

 
 
 
 En la cumbre de la Maliciosa Baja
 
 
 
 
Durante el breve rato de la comida el tiempo cambia un tanto y el temple da paso al destemple. La idea de la siesta ya no resulta tan tentadora, por lo que nos ponemos de nuevo en marcha con idea de bajar hasta el collado Porrón. Al cuarto de hora el sol hace tímidos intentos de volver a salir. Esta es la nuestra, nos decimos. Y acto seguido nos tiramos en una zona llana al pie de unas rocas, con la sana intención de sestear un poco y recuperar el tiempo perdido. Ni esto sale del todo redondo. No tanto por algún murmullo de conversación que nos llegaba como porque a los pocos minutos comenzaron a caer algunas gotas de lluvia que luego resultarían no ser nada.
 
 
 
 


Una mano


 
 


Los riscos de La Pedriza
 
 
 
 
 
 





 
 
 
Seguimos bajando por la Cuerda de los Porrones. Y debimos pasarnos bien de largo el collado Porrón para luego tratar de bajar a Mataelpino desde un lugar equivocado, en el que no encontramos senda alguna ni de casualidad. Las cosas son como son. Desde aquí hago como la Volkswagen y emito un comunicado para expresar mis más sinceras disculpas.
 
 
A partir de aquí comenzará el desastre
 
 
Risas pese al desastre
 
 
 Frutos de una peonía
 
 
 
 
 
 
Pero para hacer justicia he de mencionar también el buen talante con que afrontaron mis sufridos compañeros esta larga e incómoda bajada por entre las jaras.
 
 
Hemos salido del lío pero ¿y ahora?
 
 
 
 
Como nunca escarmentamos, probablemente volvamos en breve a Mataelpino para acercarnos a la Cueva de los Maquis y hacer otra circular por esta, pese a todo, atractiva Cuerda de los Porrones. Y a mí personalmente me gustaría más adelante volver a intentar esta ruta tal cual estaba pensada inicialmente. Pero para eso esperaremos algo más. Afortunadamente el paso del tiempo nos vuelve desmemoriados.
 
 
 

sábado, 19 de septiembre de 2015

De Valdepeñas de la Sierra al cerro Udilla, pasando por Tortuero (19 de septiembre de 2015)

Como me sentía magnánimo, les cité a los muchachos en Plaza de Castilla a las nueve y media de la mañana. Una hora que permite conciliar la salida cervecera de los viernes con la ruta del sábado. A veces hay que esconder el látigo y sustituirlo por el azucarillo.
 
Nos plantamos en Valdepeñas de la Sierra (916 m.), un pueblo de tradición ganadera, situado en un altozano.
Fue fundado en el siglo XI tras la Reconquista. Perteneció al común de Villa y Tierra de Uceda y luego al señorío de los Arzobispos de Toledo hasta que Felipe II le concedió a finales del XVI el privilegio de villazgo.
Cuenta con dos bares, el bar La Plaza y el bar Casa Pepe, en el que venden también pan. En el segundo de ellos entramos antes y después de la ruta. Hay una posada rural, La Sierra, que tiene bar y restaurante.
Al norte del pueblo se levanta la que los lugareños denominan sierra de Concha, en la que descuella el pico Centenera (1.810 m.).
 
Echamos a andar por el camino que sale a mano derecha de la carretera a Alpedrete y lleva al cementerio, junto al que se encuentra la pequeña ermita de San Sebastián.
 
 
 
 
Ermita de San Sebastián
 
 



 
Tras atravesar un par de barrancos y remontar un tercero, atravesado por un sifón, llegamos a Tortuero (848 m.), otro pequeño pueblo rodeado de membrilleras y de huertas en las que se cultivan berzas, tomates, acelgas, sandías, cebollas y otras muchas cosas más.
 
 


 
 














El sifón de Tortuero






Nos detenemos un poco antes de llegar a Tortuero, junto a la ermita de La Soledad, a comer y a echar una siestecilla. A algunos se les plantea el dilema de buscar la sombra y quedarse destemplados o tumbarse al sol como los lagartos y torrarse.
 
 
Ermita de La Soledad
 
 

 
De Tortuero salimos por el camino que lleva a Valdesotos por el GR-10 y a los pocos metros torcemos a mano izquierda por un senderito que asciende suavemente entre los jarales por terreno pizarroso.
 
 
Huertos alrededor de Tortuero
 
 
 Tortuero
 
 




Un viejo puente



 
Saliendo de Tortuero





 
Nos adentramos por una zona yerma, con aspecto de haber sufrido recientemente algún incendio. Damos vista al cerro Udilla, al que hemos pensado subir, tras haber descartado el cerro Palancar, que era nuestra idea inicial pero queda un poco más allá. No queremos terminar la ruta muy tarde.
 
 





 
Desde la cumbre del cerro Udilla (1.132 m.), pese a su escasa elevación, se tienen ya buenas vistas: cerro de San Pedro, sierra de la Cabrera, Cancho de la Cabeza, sierra de Concha, pico de Santotis, sierra Gorda, etc.
 
 
En la cumbre del cerro Udilla
 
 






Esto tiene pinta de selfie

 
Descendemos hacia poniente, saliendo a una pista de gravilla oscura, a cuya vera hay plantados bastantes cerezos. Por esta pista regresaremos a Valdepeñas, cruzando el arroyo de Concha a la altura de una aliseda y caminando varios cientos de metros por el GR-10 que se dirige a Alpedrete viniendo de Tortuero.


 
 







 
Finalizamos esta última ruta veraniega, casi circular, con algo menos de 500 metros de desnivel, sobre las ocho de la tarde. Se nota ya cómo los días van acortándose.
A destacar que durante la ruta vimos revolotear por encima nuestro a un águila culebrera.