En el extremo occidental de la provincia de Madrid, lindando con la de Ávila, se encuentra Valdemaqueda. Hasta aquí nos hemos acercado en el día de hoy.
Para llegar a Valdemaqueda (872 m.) no hay más que tomar la M-537 en Robledo de Chavela, avanzar por ella unos kilómetros y vadear por un puente el río Cofio, que un poco más al sur une sus aguas al Alberche en el pantano de San Juan.
Nada más desembocar en el pueblo detectamos la presencia de los temidos cazadores. Se les huele a distancia. Los coches aparcados y las indumentarias que visten los delatan. Empezamos a temer que no pudiéramos hacer lo previsto, pero afortunadamente la montería se desarrollaría por los alrededores del Risco del Águila, que no entraba dentro de nuestros planes.
Nuestra idea era ascender a las cumbres de La Atalaya (1.367 m.), la Risca Grande de Santa Catalina (1.386 m.) y la Risca Pequeña de Santa Catalina (1.244 m.). A la primera de ellas no subiríamos finalmente, como luego comentaremos. No tuvieron nada que ver en ello los cazadores. O quizá sí.
Abandonamos el pueblo en dirección norte, por una amplia pista de tierra arenosa, que rápidamente se interna en el pinar y va ganando altura cómodamente.
Abundan por aquí los pinos resineros, que aún hoy siguen explotándose, aunque no con la intensidad de hace unas décadas. Fue en 1906 cuando la Unión Resinera Española adquirió a los Duques de Medinaceli más del 90 % de las tierras del término municipal de Valdemaqueda, iniciándose a partir de entonces la explotación de estos pinares. Son visibles las huellas de la industria resinera, tanto presente como pasada. Vemos desperdigados por el suelo muchos tiestos de barro, que antiguamente se fijaban al tronco de los pinos para recoger la miera que exudaban. Hoy estos tiestos o potes los hacen de plástico. Encontramos también un par de bidones metálicos, con las siglas de la Unión Resinera Española, que se empleaban para el transporte de la miera.
En nuestro ascenso pasamos por el paraje de los Prados del Hoyo, una extensa pradera en la que crece la hierba cervuna y en la que se levantan la ermita de Nuestra Señora de los Remedios y una casa de resineros. Esta última debía estar derruida, según la descripción que llevábamos, pero nos la hemos encontrado totalmente restaurada.
En los Prados del Hoyo
Ermita de Nuestra Señora de los Remedios
Un pino colonizado por el muérdago
Un poco por encima de estos prados, el camino que ascendía al collado del Turral estaba cortado por el vallado de una finca privada, destinada a coto de caza, según leímos en un cartel. Un contratiempo, porque este era el camino que debíamos seguir, según la descripción del libro de El Senderista.
Nos vemos una vez más obligados a improvisar. Ascendiendo por el pinar, en paralelo al vallado, alcanzamos el collado de Postemas (1.222 m.), que se abre entre La Atalaya, al norte, y la Risca Grande de Santa Catalina, al sur. Por pista ancha de tierra alcanzamos sobre las dos de la tarde esta última cumbre, coronada por varias antenas, que ofrece buenas vistas de otras montañas de los alrededores, como los Altos de Cartagena, Cueva Valiente, Cabeza Líjar, el Barranco de la Cabeza, el pico de San Benito, La Almenara, la Peña de Cadalso, la Peña de Cenicientos o las primeras estribaciones de Gredos. Unos metros por debajo de las antenas, en una zona llana, nos sentamos a comer.
En la Risca Grande de Santa Catalina
Un esforzado senderista y mejor persona
Con el pico de San Benito al fondo
Continuaremos luego por el cordal hacia el sur, alcanzando la Risca Pequeña de Santa Catalina, desde la que descendemos por una pista que da vista al valle del río Cofio, a la línea férrea Madrid-Ávila y a las urbanizaciones Río Cofio y La Suiza Española, que pertenecen al municipio de Robledo de Chavela. Aún se perciben las huellas de los incendios que en septiembre de 2003 y agosto de 2012 arrasaron varios cientos de hectáreas de pinar en el cerro de Santa Catalina. Algunos pinos con el tronco ennegrecido resistieron y con el tiempo, en un alarde de resistencia, han vuelto a verdecer. Las tareas de reforestación iniciadas tras el incendio de 2012 se prolongarán hasta 2018.
La pista pierde altura bruscamente, trazando varias zetas y desemboca en el Camino de los Corrales, que tomamos a mano derecha para plantarnos en un periquete en el camping Canto de la Gallina, a la entrada de Valdemaqueda. Hemos hecho en total unos trece kilómetros y medio. En el suelo, junto a un jeep, yacen los cuerpos de dos jabalíes. La cacería ha debido ser de órdago. No recuerdo haber visto nunca tantos vehículos para el transporte de rehalas.
Sin más preámbulos, nos metemos en el bar El Mirador a por la espuela. Ni nos acordamos de acercarnos a ver la casa-palacio de los Medinaceli, que dicen es, con el permiso de la iglesia de San Lorenzo y del antiguo ayuntamiento, el edificio más destacado de la localidad, destinado actualmente a fines culturales. Otra vez será.
La pista pierde altura bruscamente, trazando varias zetas y desemboca en el Camino de los Corrales, que tomamos a mano derecha para plantarnos en un periquete en el camping Canto de la Gallina, a la entrada de Valdemaqueda. Hemos hecho en total unos trece kilómetros y medio. En el suelo, junto a un jeep, yacen los cuerpos de dos jabalíes. La cacería ha debido ser de órdago. No recuerdo haber visto nunca tantos vehículos para el transporte de rehalas.
Sin más preámbulos, nos metemos en el bar El Mirador a por la espuela. Ni nos acordamos de acercarnos a ver la casa-palacio de los Medinaceli, que dicen es, con el permiso de la iglesia de San Lorenzo y del antiguo ayuntamiento, el edificio más destacado de la localidad, destinado actualmente a fines culturales. Otra vez será.
Al fondo, la Almenara
Camping Canto de la Gallina
Pino resinero
Se le conoce también popularmente como pino negral, negrillo o rodeno, aunque su nombre científico sea pinus pinaster.
Se asienta sobre suelos arenosos y su biotopo se circunscribe al área mediterránea.
Presenta tronco de corteza pardo-rojiza, profundamente fisurada y copa abierta de ramas muy extendidas.
Sus piñas son más grandes que las de otras especies de pino que se dan en nuestra península.
Bibliografía
Las mejores excursiones por la Sierra Oeste de Madrid. Juan Pablo Avisón. Editorial El Senderista. En la ruta nº 13 se describe la subida a La Atalaya, que no pudimos completar, al estar cortado el camino por encima de los Prados del Hoyo.
Enlaces
Cerro de Santa Catalina (por Andrés Campos). El itinerario descrito no coincide con lo que hicimos, salvo en la bajada, pero se ofrecen algunos datos interesantes sobre el oficio de los resineros.
Sierra de Valdemaqueda (por Alfredo Merino). Al sur de la localidad se levanta esta sierra de poco más de mil metros de altitud, que engloba los cerros y riscos de San Pedro, del Boquerón, de Valdecatones, del Águila, del Chaparral, Valdeparaíso y Gelechal.
Sobre las tareas de reforestación iniciadas tras el incendio de 2012 (El País, marzo de 2014).
Sierra de Valdemaqueda (por Alfredo Merino). Al sur de la localidad se levanta esta sierra de poco más de mil metros de altitud, que engloba los cerros y riscos de San Pedro, del Boquerón, de Valdecatones, del Águila, del Chaparral, Valdeparaíso y Gelechal.
Sobre las tareas de reforestación iniciadas tras el incendio de 2012 (El País, marzo de 2014).
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