domingo, 6 de diciembre de 2015

De Braojos al puerto de Peña Quemada, con bajada por la dehesa boyal (6 de diciembre de 2015)

En pleno puente de la Constitución nos hemos acercado hasta Braojos, un pequeño pueblo de la Sierra Norte madrileña, próximo a Buitrago. Hemos disfrutado de un tiempo soleado y templado, muy indicado para la práctica del senderismo pero no tanto para barrer la boina de contaminación que persiste sobre Madrid. Éramos hoy seis senderistas, tres de ellos bilbahianos, y dos chuchos.


Ayuntamiento de Braojos


Tiene Braojos un agradabilísimo punto de reunión, el bar de su casa de cultura, que se encuentra junto al moderno edificio del ayuntamiento. En él venden pan y tienen hasta un futbolín, que nos hace recordar el 8 a 1 que esta misma semana don Mariano Rajoy le metió al panoli de Bertín Osborne, en la propia casa de este último para mayor escarnio.


Aquí falta revisar los nombres del callejero




Salimos del pueblo en dirección norte, por una pista que pasa junto al depósito de agua y rápidamente se interna en un bosque aclarado de robles. Mr. Simon parece hoy algo dubitativo y hace varias paradas para sacar el mapa y confirmar que llevamos el rumbo adecuado. Algún desconfiado sugiere si no sería más competente su compañero Garfunkel...














Remontando primero por un bosquete de delgados y pelados robles, y luego por un cortafuegos, alcanzaremos el collado que se abre entre la Peña de la Muela y La Porrilla.




















Pronto aparece por nuestra derecha un grupo de senderistas que ya habíamos visto en la plaza de Braojos y que prácticamente nos doblan en número. Hablando con algunos de ellos, resultan ser de Singles Madrid y conocen tanto a Raquelchu como al grupo Cresteando.






Marchamos todos juntos durante un rato, pasando por la Peña de la Muela (1.729 m.) y el Alto de la Dehesa (1.706 m.). Esta mezcolanza y confusión de grupos hará que un poco más adelante nuestros perritos se despisten y se vayan detrás de los otros.












Dejando un poco a nuestra derecha el vértice geodésico de Peña Quemada (1.833 m.) alcanzaremos el puerto de Peña Quemada (1.739 m.). En unas rocas próximas, que nos vienen al pelo, nos sentamos a comer, dando vista a la interminable planicie segoviana.








La planicie segoviana






La bajada la haremos en su primer tramo por pinar, enlazando varios caminos carreteros algo en desuso, que los piornos van poco a poco colonizando. Entre los pinos silvestres crecen también dispersas algunas matas de acebo.






Nos topamos con unos paisanos, que nos comentan que hubo ayer por aquí una batida de caza en la que se abatieron veintitrés jabalíes. Últimamente nos persiguen las monterías allá por donde vamos.








Por encima de las ruinas del refugio de la Zorra conectamos con un sendero local, balizado con postes, por el que descenderemos hasta la entrada a la dehesa boyal de Braojos, tierras del común a las que los vecinos solían sacar en el pasado sus ganados a pastar.


Ruinas del refugio de la Zorra


Un acebo




Picados por la curiosidad, buscamos los fresnos de la Reguera, dos árboles monumentales de la especie fraxinus angustifolia o fresno común, y damos con ellos sin excesivas dificultades. Uno de ellos parece estar ya completamente seco y sin vida, sin que por ello deje su esqueleto de ser hermoso. El otro, por el contrario, vive y está incluido en el catálogo de árboles singulares de Madrid con el número 69. Anda que... menudo numerito. No desaprovechamos la ocasión de hacernos una foto de grupo junto a este venerable árbol.












Con el pueblo de Braojos ya a la vista, nos impresiona la enorme concentración de buitres en unas piedras próximas. Pronto reparamos en que hay un caballo muerto. Descubrimos que a nuestro alrededor hay muchos huesos, carcasas y cráneos de ovejas, cabras y otros animales. Y es que el lugar es un comedero de buitres.








Serían las cinco y media cuando damos la bonita ruta de hoy por terminada. El bar de la casa de cultura nos espera de nuevo para poner el broche final.
















Braojos
En la cara sur de los Montes Carpetanos, a 1.194 m. de altitud y a tan solo unos 15 kms. del puerto de Somosierra se encuentra esta villa de unos 150 habitantes, que tradicionalmente vivió de la ganadería y que en el medievo llegó a ser la segunda población en importancia de la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago.
En su entorno se observan tres tipos de paisaje:
  • La dehesa boyal. En estas tierras comunales se alternan los bosques aclarados de roble rebollo y los prados comunales, con sus hermosos fresnos trasmochos, a los que los vecinos han sacado durante siglos y aún sacan hoy en día su ganado a pastar, bueyes, vacas y ovejas fundamentalmente. Su magnífico estado de conservación se debe en buena manera a que sean propiedades del común.
  • El monte bajo. Son tierras baldías en las que crecen plantas aromáticas (tomillo, cantueso, orégano, etc.).
  • El pinar de repoblación. Los pinos silvestres fueron plantados en los años 40 y muchos de ellos alcanzan hoy más de 20 metros de altura. Entre ellos crecen algunos acebos e incluso tejos.


Iglesia de San Vicente Mártir
En la Capilla de los Vargas, en una nave lateral a la derecha del altar mayor, hay un retablo, fechado en 1633, que se atribuye a Gregorio Fernández. En su centro destacan una bellísima talla de la Asunción y un altorrelieve que representa la imposición de la casulla a San Ildefonso por la Virgen. Sorprende poder contemplar aquí una obra del escultor ligado a Valladolid y máximo exponente de la escuela castellana de escultura durante el Barroco, pero ello se debe a que su mujer, hija del señor de Vargas, era natural de la villa e hija de su señor Alonso de Vargas. Este retablo alberga también cuatro lienzos de Vicente Carducho, pintor de cámara de Felipe III, dedicados a Santa Ana, Santa Catalina, San Juan Bautista y San Juan Evangelista.
El retablo del Altar Mayor es de la escuela de Churriguera, con las imágenes de San Vicente Mártir en el centro y las de San Esteban y San Lorenzo a los lados.
En la base del Altar del Ángel, otro retablo que se encuentra frente a la puerta de entrada, se alojan dos pequeñas tablas con imágenes que representan a San Juan y Santiago el Mayor. Estas tablas se atribuyeron durante mucho tiempo a Pedro Berruguete el Viejo, pero estudios recientes han determinado que podrían ser obra del Maestro de Luna.


La Pastorela de Braojos
Es un baile pastoril medieval que rinde adoración al Niño Jesús y se puede contemplar durante las misas del Gallo, Navidad, Año Nuevo y Reyes.
Ocho zagales o niños, dirigidos por un zarragón o maestro de ceremonias, danzan ante el altar mayor de la iglesia, todos vestidos con atuendo pastoril (zamarra, calzas de pana, abarcas, cayado y zurrón), mientras un coro de mozas, vestidas de serranas, canta la misa en latín e interpreta algunos villancicos y coplillas en castellano, compuestos en el siglo XVII. Del acompañamiento musical se ocupan otros vecinos, con guitarras, bandurrias, tambores y otros instrumentos más tradicionales y rudimentarios, como panderetas, zambombas, almireces, botellas de anís y carreñuelas (un xilófono de huesos engarzados con un alambre, que se cuelga del cuello con una cuerda y se hace sonar con ayuda de unas castañuelas).


Jornadas de Música Tradicional
Se vienen celebrando desde hace unos quince años y tienen lugar el último sábado de mayo. Son organizadas por los vecinos y comprenden diversas actividades (charlas, caldereta, taller para la construcción de instrumentos musicales, muestra de bailes, conciertos, etc.). Han pasado por ellas investigadores, musicólogos, instrumentistas y músicos, como los artistas Ismael Peña, Marcos León y Eliseo Parra o los grupos Mayalde, La Musgaña, La Bojiganga y La Enramada, este último un grupo de música y danza tradicional del mismo Braojos, que interpreta jotas y otras canciones.


Los fresnos de la Reguera
Estos dos árboles monumentales, que se encuentran en la dehesa boyal de Braojos, están desmochados, presentan el tronco hueco y tienen en su fuste o corteza varias cruces incisas, talladas a golpe de azadón, siguiendo una tradición que hace unas tres décadas cayó en desuso (eran realizadas, al acabarse los trabajos, por los jóvenes que colaboraban por primera vez en la limpieza anual de las regueras o conducciones de agua utilizadas para el riego de las fincas).
Uno de estos fresnos ha sido catalogado árbol singular. Se le calcula una edad ligeramente superior a los 150 años y aparece desmochado a los tres metros de altura, formando una corona de cinco ramas.


Enlaces
Dehesa Boyal de Braojos (por Andrés Campos)
Peña Quemada (por Andrés Campos)


Folletos


Artículos
El adiós de las Thatcher (El País, junio de 2016)


Bibliografía
Andar por la Sierra de Guadarrama: 75 itinerarios. Manuel Rincón. Libros Penthalon. En la ruta nº 74 se propone la subida al puerto de Peña Quemada desde Braojos.
50 paseos para descubrir bosques y árboles singulares de Madrid. Andrés Campos. Ediciones La Librería. En la ruta nº 3 se propone la visita de la Dehesa de Braojos, combinándola con la ascensión al cerro de la Portilla.
Madrid rural. José María Santamaría. Editorial Sua. En las páginas 226 y 227 se menciona Braojos.

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