Dicen que en el monte, después de una caminata, cualquier cosa sabe bien. Estuve a punto de prepararme un bocata de salchichón El Pozo para comprobarlo, pero no quise arriesgarme tanto y me hice, como tantas veces, uno de tortilla francesa para llevar en la mochila.
Hoy vamos a tomar de nuevo el tren, esta vez el que va a Segovia, para bajarnos en Tablada, que es la estación siguiente a Cercedilla, e iniciar allí una ruta que se va a hacer bastante más dura de lo previsto.
Hoy vamos a tomar de nuevo el tren, esta vez el que va a Segovia, para bajarnos en Tablada, que es la estación siguiente a Cercedilla, e iniciar allí una ruta que se va a hacer bastante más dura de lo previsto.
Estación de Cercedilla
Estación de Tablada
En el pinar nevado reina un absoluto silencio. No hay por aquí indicios de actividad senderista, a excepción de nosotros. Algunas huellas en la nieve delatan la presencia de corzos y de otros animales salvajes.
Tomamos el sendero balizado que asciende hasta la Peña del Arcipreste. Las recientes nevadas dificultan encontrar las marcas de pintura blancas y verdes, que en algunos casos han quedado enterradas. Tampoco hay huella. Cuesta incluso acceder al pie de la Peña del Arcipreste, semicubierta por la nieve.
A partir de este punto caminamos por el cordal que viene del alto de los Leones, siguiendo el GR-10. Aquí si que hay huella abierta en la nieve. Por delante nuestro, ascienden unos senderistas que llevan raquetas, pero no tardaremos en rebasarlos. Coronamos primero el cerro de Matalafuente (1.673 m.) y luego la Peña del Cuervo (1.706 m.). Maldición. Las huellas se terminan. Nos toca abrir huella de aquí en adelante.
Ascendemos al cerro del Mostajo (1.717). Tenemos ya casi a mano nuestro objetivo, La Peñota (1.945), que en realidad son tres picachos escalonados. Pero es una impresión engañosa. La gran acumulación de nieve va a hacer el avance penoso a partir de aquí. Progresar apenas unos metros se hace un mundo y el tiempo se nos irá poco a poco echando encima. No habrá tiempo ni ganas de sacar más fotos. Durante algo más de tres horas, sin siquiera parar para comer, peleamos con la nieve. Las más de las veces nos hundimos hasta las rodillas. Hay veces que incluso hasta la cintura. Casi a las seis de la tarde, algo exhaustos por el esfuerzo realizado, logramos conectar con la bajada hacia el collado de Cerromalejo. Afortunadamente hay huellas de pisadas por este lado. Menos mal.
La chavalería se queda en el albergue Divina Pastora
En el pinar nevado
Tomamos el sendero balizado que asciende hasta la Peña del Arcipreste. Las recientes nevadas dificultan encontrar las marcas de pintura blancas y verdes, que en algunos casos han quedado enterradas. Tampoco hay huella. Cuesta incluso acceder al pie de la Peña del Arcipreste, semicubierta por la nieve.
Peña del Arcipreste
A partir de este punto caminamos por el cordal que viene del alto de los Leones, siguiendo el GR-10. Aquí si que hay huella abierta en la nieve. Por delante nuestro, ascienden unos senderistas que llevan raquetas, pero no tardaremos en rebasarlos. Coronamos primero el cerro de Matalafuente (1.673 m.) y luego la Peña del Cuervo (1.706 m.). Maldición. Las huellas se terminan. Nos toca abrir huella de aquí en adelante.
Todo se ve aún color de rosa
La Peñota y detrás Peña del Águila
Ascendemos al cerro del Mostajo (1.717). Tenemos ya casi a mano nuestro objetivo, La Peñota (1.945), que en realidad son tres picachos escalonados. Pero es una impresión engañosa. La gran acumulación de nieve va a hacer el avance penoso a partir de aquí. Progresar apenas unos metros se hace un mundo y el tiempo se nos irá poco a poco echando encima. No habrá tiempo ni ganas de sacar más fotos. Durante algo más de tres horas, sin siquiera parar para comer, peleamos con la nieve. Las más de las veces nos hundimos hasta las rodillas. Hay veces que incluso hasta la cintura. Casi a las seis de la tarde, algo exhaustos por el esfuerzo realizado, logramos conectar con la bajada hacia el collado de Cerromalejo. Afortunadamente hay huellas de pisadas por este lado. Menos mal.
La Peñota casi a mano pero...
Luz de atarceder bajando al collado de Cerromalejo
Apretamos el paso a la bajada y sobre las seis y media paramos por fin a comer en las inmediaciones del collado de Cerromalejo. Tras la breve pausa emprendemos el descenso por el pinar, siguiendo la Vereda de los Poyalejos (topos rojos en los pinos) y luego el Camino de los Campamentos. Por aquí pasaron, hace exactamente dos semanas, Freddo y Marotti, una pareja de tomo y lomo. En la bajada final a la estación de Cercedilla nos veremos incluso obligados a ponernos los crampones, aunque solo sea para cinco minutos. Y es que el hielo ha hecho de la senda una pista de patinaje. A las nueve menos cuarto damos la ruta por concluida.
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