martes, 31 de marzo de 2020

Una subida a La Ceja desde la Central del Chorro (27 de enero de 2008)

Fue una ruta invernal muy accidentada, que años después todavía recordamos a la manera en que los abuelos narran sus batallitas a sus nietos. Hicimos cumbre sobre las cuatro de la tarde, una hora desaconsejable, y a la bajada perdimos los hitos que seguíamos y nos cayó la noche.

El Canchal de la Ceja (2.428 m.) es la cumbre más alta de la sierra de Béjar (o de Candelario) y de la provincia de Salamanca. Ascendimos a ella tras dejar el coche en la Central del Chorro (a la que se llega desde Solana de Ávila) y remontar la Garganta del Trampal. Pasamos junto a las Lagunas del Trampal, que estaban completamente heladas, y de ahí para arriba continuamos ganando altura hasta alcanzar el cordal principal de la sierra. Fueron momentos de disfrutar pisando la nieve con los crampones.


Central del Chorro


Garganta del Trampal




















Lagunas del Trampal


















Estuvimos dudando en darnos la vuelta, conscientes de que íbamos a hacer cumbre muy tarde. Pero al final puedo más el corazón que la cabeza y decidimos seguir adelante.
Tras sacarnos unas fotos en la cumbre, exultantes de felicidad, iniciamos el descenso a toda pastilla, pero como ya se ha dicho, perdimos los hitos y pasadas las seis de la tarde se hizo de noche. Fueron horas y horas de descenso por terreno desconocido, en las que nos propusimos seguir tercamente el rumbo que nos marcaba la brújula. Pero la incertidumbre era no saber los accidentes del terreno con que íbamos a encontrarnos.
A eso de las nueve de la noche paramos un rato debajo de unos pinos a comer algo para reponer fuerzas. Pero había que seguir hacia abajo, sin perder la fe, y eso fue lo que hicimos. En algunos momentos nos tuvimos que abrir el paso entre piornos de dos metros de altura y más. Hubo algún frontal que dejó de funcionar porque se estropeó o se agotaron las pilas. Daba igual. Había que seguir avanzando y descendiendo aunque fuera lentamente y a trancas y barrancas. Nuestra esperanza es que seguíamos en todo momento el rumbo que nos marcaba la brújula.
En un momento dado, comenzó a escucharse tenuemente un zumbido, que no podía ser otra cosa que el emitido desde la central eléctrica junto a la que teníamos el coche. Esto nos dio moral. Poco a poco el zumbido se escuchaba más cercano. Hasta que a Santi le dio por sacar del bolsillo de la chaqueta la llave del coche y pulsarla. Su coche, en la distancia, respondió, comenzando sus faros a parpadear. Y entonces se desataron la euforia y los abrazos. Faltaban unos cinco minutos para la medianoche. Tras la aventura, nos volvimos a dormir al albergue de Piedrahita.












Al fondo, el Calvitero






En la cumbre










Bibliografía
Los techos de España. José Martínez Hernández. Ediciones Desnivel. Ver páginas 247 a 252.

Cartografía
Mapa Sierra de Béjar y Sierra del Barco. A escala 1:30.000. Editorial Piolet.

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