domingo, 28 de septiembre de 2014

Una subida al collado de la Ventana para conmemorar el 10º Aniversario (27 de septiembre de 2014)

A Augusto Monterroso, escritor hondureño de origen guatemalteco, se le atribuye uno de los relatos más cortos jamás escritos en lengua castellana y que consta exactamente de siete palabras que con seguridad habrán leido alguna vez:

Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí

Hace diez años un animoso dinosaurio de este grupo comenzó a proponer rutas semana tras semana, lo mismo por nuestro Guadarrama que por Gredos o por Pirineos. Nada parecía detenerle.




Diez años después nuestro incombustible dinosaurio sigue ahí, al pie del cañón, proponiendo rutas semana tras semana, lo mismo da que llueva, truene o nieve. Nada es capaz de detenerle. Ni siquiera una ciclogénesis explosiva.




Fue un domingo 26 de septiembre de 2004 cuando nuestro dinosaurio propuso su primera ruta a través del foro del grupo (ver mensaje nº 10), una ruta pedricera consistente en una subida al collado de la Ventana. A esta ruta nos consta que asistió al menos Olga. Y Eva, recién vuelta de vacaciones, prefirió tomarse el fin de semana de relax, no sin antes desear a los participantes, con su elegancia habitual, que lo disfrutaran (ver mensaje nº 13).
Cumplimos diez años. Y para conmemorarlo, un sábado 27 de septiembre de 2014 nuestro dinosaurio nos ha propuesto volver a subir al collado de la Ventana, repitiendo aquella pionera ruta.


Nuestro dinosaurio ya estaba allí en el Paleolítico


Nos juntamos en Canto Cochino para tomar el café. El momento fue aprovechado para que los involucrados en la trama sacaran de su chistera la camiseta conmemorativa que habían ideado en secreto.


La dibujante nos muestra la camiseta




Y por fin nos pusimos en marcha. Para ello fue preciso el enérgico toque de atención del hombre del pito, otro clásico que no podía faltar a la cita.








Tras alcanzar el collado de la Ventana hacemos una no muy larga parada para picar algo. Hay también foto de grupo.




Reanudamos la marcha y pasamos junto a la Pared de Santillán, iniciando el destrepe hacia la pradera de Navajuelos.






Desde la pradera de Navajuelos iniciamos una tortuosa y entretenida bajada que nos llevará a pasar al pie de los Cuatro Cestos, el Capuchino, el Cancho Amarillo y las Buitreras.






Salimos finalmente al GR-10 un poco por encima del Tolmo. Por terreno ya cómodo apretamos el paso y sobre las cuatro y media de la tarde nos reunimos en Canto Cochino con algunos senderistas que, aunque no hicieron la ruta, han querido estar presentes en este 10º Aniversario.










Felicitaciones a todos los que tomaron parte en esta ruta, especialmente a la debutante Cristina, a los que se sumaron a la finalización y en general a todos los que nos han acompañado en tantas y tantas rutas a lo largo de estos diez años.

sábado, 20 de septiembre de 2014

La pradera de la Pinosilla y el cerro de los Álamos Blancos (20 de septiembre de 2014)

En esta ocasión hemos hecho una ruta circular desde el embalse de La Jarosa para acercarnos a dos parajes no muy conocidos y que distan entre sí apenas un kilómetro: la pradera de la Pinosilla y el cerro de los Álamos Blancos. Unos 14 km. y en torno a 450 m. de desnivel.

Decidimos dar inicio a la caminata junto al bar El Refugio de la Montaña (antiguo quiosco El Cordobés), donde muere la carreterita que desde el pueblo de Guadarrama conduce hasta el embalse de La Jarosa y lo bordea por su margen derecha. Antes de llegar a este bar se pasa junto a otro que lleva el nombre de Nuestra Señora de Fátima.




A primera hora de la mañana la otoñada parecía haberse instalado en nuestra sierra. Un cielo aborrascado y algunas finas gotas de lluvia no presagiaban un día precisamente halagüeño. Nubes bajas nos impedían ver las cumbres de los montes escurialenses. Sin embargo, con el transcurso de las horas el tiempo fue mejorando ostensiblemente. Y el sol terminó por asomar, tímidamente al principio y de forma más descarada mientras comíamos en la cumbre del cerro de los Álamos Blancos. Luego volvería a esconderse, tan solo momentáneamente, para reaparecer al cabo de un rato y lucir ya casi sin tregua el resto de la tarde. Las nubes continuaron retirándose y dando paso a los claros, en una suerte de veranillo de San Miguel un poco adelantado. De esta forma pudimos disfrutar de dos estaciones en un intervalo de unas pocas horas. 








Zigzagueando por entre pistas y trochas, y cruzando el arroyo del Palazuelo, fuimos ascendiendo por el pinar. Estas laderas fueron repobladas a base de pino resinero hace ya décadas. Al cabo de hora y tres cuartos de marcha desembocamos en la pradera del Asiento del Roble, a unos 1.400 m., en la que, pese al topónimo, encontramos los primeros ejemplares de pino silvestre de un cierto porte.


En la pradera del Asiento del Roble


Seguimos ahora las marcas verdes y blancas del sendero que proviene del alto del León y que en dirección oeste nos deja en menos de un cuarto de hora en la pradera de la Pinosilla, a 1.475 m., en la que descuellan varios ejemplares monumentales de pino silvestre o albar. Destacan especialmente dos de ellos, de más de 20 metros de altura, que figuran incluidos en el Catálogo de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid y que en 1992 se les dató en 215 años. Echando cuentas nos sale que estos dos gigantes han cumplido ya los 237 años, nada más y nada menos. El paraje cuenta con una fuente (de cuyo caño no manaba hoy agua) y desde unas rocas próximas hay unas bonitas vistas del embalse de La Jarosa, que queda 400 m. por debajo.




En la pradera de la Pinosilla



Siguiendo las marcas verdes y blancas en dirección suroeste otro cuarto de hora subimos hasta el curioso cerro de los Álamos Blancos (1.508 m.), en el que sorprende la presencia de un bosquete de álamos, no blancos, sino temblones, que es una rareza, por el hecho de localizarse en una zona alta, rodeados de pinos y sin un curso de agua cercano. No en vano está catalogado como arboleda singular. Dispersos entre los árboles hay también restos de diversas edificiones defensivas que corresponden a posiciones mantenidas por los republicanos durante la guerra civil. Nos sentamos a comer en las rocas cimeras, disfrutando de las vistas de Abantos, la Carrasqueta y otras cumbres.



Continuamos hacia el cerro de los Álamos Blancos


Pasamos junto a una enorme mata de acebo


Buenas vistas sobre el embalse de La Jarosa


Alcanzamos la cumbre del cerro de los Álamos Blancos


Algunos álamos temblones




Volvimos sobre nuestros pasos hasta la pradera del Asiento del Roble y a partir de ahí continuamos nuestra ruta circular de acuerdo a lo previsto. Hubo momentos en que la muchachada se entregó con devoción a la recolección de moras, que estaban muy en su punto.








Para lo único que le sirvió hoy el paraguas


Una última parada poco antes de finalizar la ruta dio pie a la nostalgia. Cumplimos diez años y ello sirvió de pretexto para rememorar viejas batallitas y visionar algunas fotos de los años gloriosos del grupo, que Eva ha cargado en su móvil de última generación (y que en menos que canta un gallo habrá quedado obsoleto, dado el actual ritmo de cambio tecnológico).











Más información
Pradera de la Pinosilla (por Andrés Campos): Se describe una ruta parecida a la que hemos realizado, aunque no coincide en el punto de partida.
Ruta de los Álamos Blancos: Es una ruta lineal, balizada por el ayuntamiento de Guadarrama (con marcas verdes y blancas, y un topo rosa), que nace en el alto del León y va hasta el cerro de los Álamos Blancos, pasando por la pradera de la Pinosilla.