miércoles, 14 de enero de 2015

A la Cruz de Rubens desde el puente de la Aceña (11 de enero de 2015)

De Peter Paul Rubens, pintor barroco de la escuela flamenca, es muy conocido su cuadro de Las Tres Gracias, dedicado a las tres hijas de Zeus, cuyas formas opulentas, otros dirán que con algún kilito de más, se corresponden con el ideal de belleza sensual que imperaba entonces.
 
En el monte Abantos, en un risco cercano al puerto de San Juan de Malagón, hay una gran cruz metálica pintada de blanco que lleva el nombre de Rubens y que se alza en el lugar en que, según la tradición, pintó una conocida vista del monasterio del Escorial.
Y es que Rubens, que además de artista era diplomático, vino a Madrid en 1629, en calidad de lo segundo, en un intento de mediar ante nuestro rey Felipe IV para alcanzar la paz con Inglaterra. Durante su estancia madrileña, que duró 9 meses, encontró un hueco para acercarse al Escorial y pintar desde las alturas una vista panorámica del real sitio.
 
Aunque nuestra idea era subir al monte Abantos, al final solo llegamos hasta la Cruz de Rubens. Y es que decidimos comenzar la ascensión desde el lado abulense, en el puente de la Aceña, que está junto a la carretera que va de Robledondo a Santa María de la Alameda, una vez pasados los puertos de la Cruz Verde y de la Paradilla.
Junto al puente de la Aceña hay una explanada amplia en la que poder dejar los coches. El paraje es muy apropiado para pasar un día de campo, en plan dominguero. El río, las pozas, mesas y bancos, ya saben... Hay también un antiguo edificio, con aspecto de haber sido rehabilitado recientemente para Escuela de Pesca.


Escuela de Pesca



 
 
Comenzamos remontando el río de la Aceña por la pista de la margen izquierda. Suenan los escopetazos de los cazadores a nuestra izquierda y los moteros, montados en sus motos todoterreno, nos adelantan, resonando desafiantes sus tubos de escape. Pero nosotros no nos inmutamos y, como los estudiantes aplicados, seguimos a lo nuestro.




Río de la Aceña
 
 
Al llegar a la confluencia del río de la Aceña con el arroyo del Tobar, nos desviamos hacia la derecha por este último. La pista da paso a un sendero que a veces se desdibuja un tanto. Pero el terreno no ofrece dificultades y se trata tan solo de ir remontando el vallecito hasta salir a la presa del Tobar, ya a tiro de piedra del puerto de San Juan de Malagón.
 
 
Llegando al puerto de Malagón
 
 
En el puerto damos por fin vista a la vertiente escurialense. Veinte minutos más de moderado esfuerzo y alcanzamos la Cruz dedicada a Rubens. Impresionantes vistas del Escorial.


En la Cruz de Rubens


Desde aquí se ve ya el vértice geodésico del Abantos. Pero los días son cortos y ya es buena hora para comer. Hay mil y un sitios para elegir. Nos sentamos sobre las rocas a disfrutar del panorama y de las bonancibles temperaturas de este enero que mayea. Nos fijamos en las cuatro enormes torres, erigidas a la mayor gloria del Gallardoncio, y en la boina de contaminación que, con la inestimable colaboración de su alcaldesa, se ha instalado en Madrid.


 
 
La vuelta la haremos por el mismo camino y la cerveza o coca-cola caerá está vez en el puerto de la Cruz Verde, donde nos despediremos de Marcelo, que se vuelve para la ciudad amurallada.
 
 


Enlaces
La Cruz de Rubens por Alfredo Merino
San Juan de Malagón por Andrés Campos

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