Nos hemos acercado esta vez a Valtorres, un pequeño pueblo próximo a la A-II y a Calatayud, con la sana intención de celebrar la Nochevieja.
Para llegar hasta aquí hay que abandonar la autovía en la salida de Ateca y, antes de entrar en esta localidad, tomar un desvío a la derecha que pone Munébrega. Pasando por debajo de la autovía y de la plataforma del AVE se llega a Valtorres.
Nuestro albergue se ubicaba en el edificio de las antiguas escuelas, localizadas en un extremo del pueblo, por encima de unos campos de almendros. Desde su terraza se divisaban a lo lejos las dos torres mudéjares de Ateca.
Valtorres resultó ser un pueblo casi fantasma en los días que allí pasamos, sin gente por las calles. Varias veces nos encontramos por la mañana cerrada su tienda-bar. Y es que aquí en invierno no llegan ni a 30 habitantes. Si a eso le unimos que Nochevieja y Año Nuevo son fiestas de guardar...
La última noche cenamos en Ateca. Y al día siguiente, el de la vuelta, dimos un paseo por sus calles para contemplar de cerca esas dos torres mudéjares.
Sus fiestas patronales, consagradas a San Blas, se celebran a primeros de febrero y tienen por símbolo a un personaje muy pintoresco, la Máscara, que va por las calles vestido con traje a rayas rojas y amarillas, del que cuelgan cascabeles.
Sus fiestas patronales, consagradas a San Blas, se celebran a primeros de febrero y tienen por símbolo a un personaje muy pintoresco, la Máscara, que va por las calles vestido con traje a rayas rojas y amarillas, del que cuelgan cascabeles.
Las dos torres
Torre del Reloj
Torre de Santa María
La tropa
Laguna de Gallocanta
A la ida nos salimos de la A-II a la altura de Alcolea del Pinar y, tirando por Maranchón y Molina de Aragón, nos plantamos en menos que canta un gallo en este humedal del Campo de Daroca.
Se trata de una laguna endorreica de aguas salinas, situada en medio de una extensa llanura que barren los vientos.
Dimos un paseo corto por su orilla septentrional, que Andrés Campos recomienda en su web de excursiones, pasando por la ermita del Buen Recuerdo y los observatorios de los Ojos y de los Aguanares. Y vimos grullas a tutiplén.
Albergue de Gallocanta
Ermita del Buen Recuerdo
Finalizado el paseo trepamos hasta las ruinas del cercano castillo de Berrueco. Desde esta atalaya sobre la laguna pudimos contemplar una bella y romántica puesta de sol. La última puesta de sol del año para ser más exactos.
Enlaces
Laguna de Gallocanta (por Andrés Campos)
Pico del Rayo
El pico del Rayo (1.420 m.) es la máxima altura de la sierra de Vicor. Una sierra y un pico perdidos en medio de la nada, que sin embargo nos ofrecieron unas sorprendentes vistas al hacer cumbre (Urbión, Moncayo y hasta los Pirineos).
Iniciamos la subida junto al albergue municipal Sierra de Vicor, al que se llega por una pista que parte junto al Puerto Cavero.
Sufrimos un tanto al ir caminando por el fondo del barranco de Valdepajares y es que el sendero que seguíamos fue poco a poco desdibujándose para terminar por desaparecer entre la vegetación y las zarzas. Entonces me temí lo peor, es decir, acabar a la bajada tirado al pilón. Pero algunos propusieron muy sabiamente remontar la ladera opuesta, que parecía más despejada. E incluso se nos acabó apareciendo un Cristo blanco en lo alto de una roca, que nos anunciaba que estábamos salvados. Un par de pasos más y alcanzamos la fuente de Valdepajares o del Maestro, en la que habían montado el belén, como es costumbre en estas fechas.
A partir de aquí no nos quedaba más que seguir la pista que bordea por su cara sur el pico de la Nevera (1.411 m.), coronado por antenas e instalaciones del Ejército del Aire.
En el pico del Rayo hay, además de vértice geodésico del que colgaban varios papá noeles, otras dos antenas y una caseta de vigilancia de incendios. Esta última nos valió de parapeto para resguardarnos del viento mientras comíamos.
La bajada la hicimos por el mismo camino, si bien evitamos volver a internarnos por el barranco de Valdepajares siguiendo las marcas del PR-Z 94.
El belén de la fuente de Valdepajares
Atención a los papá noeles
Un selfie de grupo
Hoz Seca
Esta sorprendente ruta, que sigue el GR-24 (Por los valles de los ríos Piedra y Mesa) entre los pueblos de Calmarza y Jaraba, nos dejó un muy buen sabor de boca.
Se sale de Calmarza (843 m.) por su parte alta y se asciende por el barranco de los Honcinillos siguiendo el viejo camino a Campillo de Aragón (durante un tramo nuestra ruta va a coincidir también con el PR-Z 30) hasta unos campos de labor.
Calmarza
En este punto hay un cruce bien señalizado en el que los dos itinerarios se separan. A partir de entonces el GR-24 comienza a descender hacia Jaraba por el retorcido Barranco de la Hoz Seca (al que también llaman por aquí Cañada del Campillo). La senda está acondicionada con clavijas para superar algún paso.
Entrada a la Hoz Seca
Tras un rato de bajada paramos a comer junto a unas rocas. El sol nos pega de lleno y se está en la gloria, como si fuera primavera. Inimaginable en un día que es el segundo del recién estrenado año.
Continuamos descendiendo por el sinuoso barranco entre impresionantes paredones en los que anidan los buitres y otras rapaces.
Son numerosos los apriscos para encerrar el ganado, construidos por los pastores aprovechando la protección brindada por las paredes calizas del barranco. Sorprende el tamaño de algunas de estas construcciones, así como su buen estado de conservación, signo de que probablemente siguen utilizándose. En el interior de uno de los apriscos crece un saúco y es que leemos que estos arbolillos eran plantados adrede por los pastores para proteger sus ganados porque se creía que ahuyentaban a las víboras. Uno de nosotros, que ha sido víctima de la mordedura de ofidios, nos confesará luego que se llevó algunas hojitas del árbol en previsión de males mayores.
Un aprisco
A la altura de un aprisco nos desviamos para ascender hasta un abrigo rocoso (la Roca Benedí) y contemplar unas pinturas rupestres descubiertas hace apenas cinco años. Se trata de cuatro figuras pintadas en negro, dos animales y otras dos humanas, que tienen una antigüedad de unos 7.000 años, según los expertos.
Al final del barranco pasamos al pie de la ermita rupestre de la Virgen de Jaraba, que llama la atención por su enriscada ubicación.
Otro aprisco
Ermita de la Virgen de Jaraba
Salimos finalmente al río Mesa y a la carretera que une Calmarza con Jaraba. Un par de kilómetros más caminando en paralelo a la carretera y pasando junto a una planta embotelladora y el balneario de la Virgen para entrar en Jaraba (760 m.), el pueblo de los tres balnearios, y dar por concluida la ruta.
Jaraba: el ayuntamiento y un peirón
En el bar unos chavales juegan al futbolín. Según nos cuentan, los balnearios están cerrados hasta mediados de febrero. Y sí, es cierto, todo parece por aquí muy tranquilo.
La Cocha
La sierra de la Cocha se localiza al noreste de Calatayud. Su cara septentrional cae abruptamente sobre las Hoces del Jalón y pueblos como Embid, Paracuellos o Saviñán.
Nos acercaremos hasta su cota más elevada, el Puntal de la Cocha (1.040 m.) echando a andar desde Huérmeda (550 m.) y siguiendo las marcas blancas y verdes del SL-Z 41. Haremos la subida por el barranco de Valdezarza y el descenso por el barranco de San Blas (paradójicamente nos encontraríamos las zarzas a la bajada). En un determinado punto ambas variantes se unen.
Gracias a que el tiempo se mantiene despejado, volveremos a disfrutar de buenas vistas en la cumbre, distinguiendo la sierra de Vicor, a la que subimos anteayer, día de Año Nuevo.
La bajada por el barranco de San Blas resultó muy vistosa y nos deparó un hermoso atardecer. Finalizamos la ruta con las últimas luces del día.
Huérmeda
En la foto de la derecha, las vías del AVE
Embid de la Ribera
Al fondo, el Moncayo
Calatayud y La Dolores
Un par de días terminamos dando un paseo por la capital comarcal. En concreto fue después de las rutas del pico del Rayo y del puntal de la Cocha.
Un local de la Chunta
Un belén baturro
Inevitablemente, como castizos que somos, nuestros pasos nos llevaron los dos días al Mesón de la Dolores, una antigua y pintoresca hospedería de estilo aragonés. En su interior funcionan un bar y un restaurante.
La tradición dice que a principios del siglo XIX sirvió aquí de mesonera la Dolores, la protagonista de la conocidísima copla y del trágico drama de Tomás Bretón.
Hay también un museo dedicado a esta popular mujer, que nos recuerda su leyenda y sus andanzas. Podemos contemplar los carteles de las versiones cinematográficas en las que hicieron de la Dolores nada menos que Concha Piquer e Imperio Argentina. Y también está el baúl de la Piquer. Ahí es ná.
Miño de Medinaceli
De vuelta a Madrid nos desviamos hasta esta pequeña localidad soriana y nos subimos a tres peñascos que se alzan por encima del pueblo. En el de la izquierda se ha conservado una necrópolis, datada en los siglos IX a XI, con tumbas antropomorfas excavadas en la roca. En los del centro y derecha quedan las ruinas de un castillo que perteneció a los Duques de Medinaceli (entre los restos de los muros aún se reconocen dos aljibes).
Día radiante. Da penita volvernos. Qué mejor sitio para comer que el peñasco de la necrópolis, con sol de cara. Comida y siesta. No perdonamos una.
Buenos baños de sol hemos tomado en estos días, cual si fuéramos turistas nórdicos de piel albina. Quién nos lo iba a decir...
Las tumbas antropomorfas
La cerveza más antigua de Europa
En un yacimiento arqueológico próximo a esta localidad, conocido como el Túmulo de la Sima, se hallaron hace algo más de diez años los restos de cerveza más antiguos de que tengamos hasta ahora constancia en Europa, una primitiva cerveza hecha con trigo. Dichos restos datan de la Edad del Cobre (alrededor del año 2.400 a. C.) y fueron descubiertos en el interior de tres vasos campaniformes, hechas de cerámica, que formaban parte del ajuar funerario de dos tumbas o enterramientos individuales, correspondientes a dos individuos adultos. Los análisis químicos del contenido de los vasos detectaron fitolitos o restos silíceos de los granos de trigo, almidones afectados por el malteado o el ataque enzimático y levaduras, propios de la fermentación.
Enlaces
Información sobre la necrópolis de Miño de Medinaceli en el blog de Enric Villanueva
Santa Cruz de Conquezuela
Una última parada antes de volver a casa en este hermoso paraje en que la carreterita atraviesa el río Bordecorex por un puente. Hay merendero, con mesas, bancos y árboles que en verano darán buena sombra. Un sitio inmejorable para relajarse.
Al lado de la ermita de la Virgen de la Santa Cruz, cuya romería tiene lugar en julio, se abre una cueva de boca alta y estrecha, que en tiempos fue utilizada como santuario prehistórico. Al entrar en su interior descubrimos que sus paredes están obsesivamente grabadas con figuras humanas, representaciones femeninas, serpentiformes y pequeños hoyitos, de los que hay más de mil y que los especialistas llaman cazoletas. Estamos en un antiguo santuario de culto mágico-religioso, dedicado a una diosa-madre relacionada con las cuevas y los manantiales, cuyo culto se extendía por todo el Mediterráneo, aunque con variantes. Los entendidos datan las figuras grabadas en el tránsito de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro (en torno al año 700 a. C.).
La entrada de la cueva está coronada por una bóveda de cañón, probablemente románica, lo que denota que el culto continuó en épocas muy posteriores a las señaladas, cristianizándose y sustituyéndose la diosa-madre por una virgen cristiana. La ermita se levantaría más recientemente.
Las cazoletas
Se aprecia la bóveda de cañón
Enigmático graderío
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Comunidad de Calatayud
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