Hoy nuestro reto consistía en llegar desde Mataelpino a la Cueva del Maquis, el escondrijo en el que se ocultaba la partida de guerrilleros comandada por Reguilón García. Y lo conseguimos.
Tras tomar el café en el bar El Espliego, salimos de la plaza de Mataelpino por la calle de la Chorreta, que pronto enlaza con una antigua vía pecuaria, la señalada en el mapa como Colada de las Covachuelas.
Tras tomar el café en el bar El Espliego, salimos de la plaza de Mataelpino por la calle de la Chorreta, que pronto enlaza con una antigua vía pecuaria, la señalada en el mapa como Colada de las Covachuelas.
Bar El Espliego
Hay que estar muy atentos para tomar, al cabo de unos veinte minutos, un discreto sendero que asciende serpenteando en dirección al Alcornoque Singular, un enorme y vetusto árbol de ocho brazos, que ya de por sí merece una visita.
Queda aún subir un poco más para alcanzar la escondidísima Cueva del Maquis o de La Paz, utilizada a mediados de los 40 para ocultarse por una banda de media docena de guerrilleros, de la que era jefe Adolfo-Lucas Reguilón García, natural de Villa del Prado y conocido con el seudónimo de Severo Eubel de la Paz. Es más un abrigo rocoso que una cueva y se dice que en él los guerrilleros tenían una pequeña imprenta con la que editaban propaganda subversiva que luego repartían clandestinamente cuando bajaban a Madrid, cosa que hacían con bastante frecuencia.
Hemos luego de bajar en dirección a la ermita de San Isidro, junto a la que hay un área recreativa. Por detrás de la ermita arranca el sendero que asciende por terreno empinado hasta el collado de Valdehalcones (1.345 m.), que ofrece unas estupendas vistas de la Cuerda Larga, La Pedriza y El Yelmo. Nos sentamos a comer pegados a unas rocas para quitarnos un poco el aire. Con los postres hacen acto de presencia los mazapanes, los polvorones y los roscones de vino, que hay que acompañar con unos sorbitos de té caliente. Y es que queda solo una semana para la Navidad.
A escasos pasos del collado de Valdehalcones, remontando el cordal hacia la izquierda, se llega a la Cruz de El Mierlo o El Mirlo, cuatro piedras grandes dispuestas en tierra en forma de cruz, que según la tradición marcan el lugar en que fue enterrado un pastor de cabras, asesinado en el s. XIX por unos bandoleros.
El desvío a la Cueva del Maquis nos ha llevado tiempo y se nos ha hecho bastante tarde para continuar por la Cuerda del Hilo en dirección al collado del Porrón. Decidimos, por tanto, volver a Mataelpino por donde hemos venido.
A la bajada pasamos junto al Covacho o Canto del Horno, uno de los escondites que utilizaba para ocultarse el bandolero pedricero Pablo Santos.
Desde la ermita de San Isidro tomamos el GR-10 que viene de Manzanares el Real y desembocamos por él en Mataelpino. Acaban de encender en la plaza del ayuntamiento las hogueras navideñas.
Hemos luego de bajar en dirección a la ermita de San Isidro, junto a la que hay un área recreativa. Por detrás de la ermita arranca el sendero que asciende por terreno empinado hasta el collado de Valdehalcones (1.345 m.), que ofrece unas estupendas vistas de la Cuerda Larga, La Pedriza y El Yelmo. Nos sentamos a comer pegados a unas rocas para quitarnos un poco el aire. Con los postres hacen acto de presencia los mazapanes, los polvorones y los roscones de vino, que hay que acompañar con unos sorbitos de té caliente. Y es que queda solo una semana para la Navidad.
La Maliciosa
En el collado de Valdehalcones
El Yelmo
A escasos pasos del collado de Valdehalcones, remontando el cordal hacia la izquierda, se llega a la Cruz de El Mierlo o El Mirlo, cuatro piedras grandes dispuestas en tierra en forma de cruz, que según la tradición marcan el lugar en que fue enterrado un pastor de cabras, asesinado en el s. XIX por unos bandoleros.
Cruz de El Mierlo
El desvío a la Cueva del Maquis nos ha llevado tiempo y se nos ha hecho bastante tarde para continuar por la Cuerda del Hilo en dirección al collado del Porrón. Decidimos, por tanto, volver a Mataelpino por donde hemos venido.
A la bajada pasamos junto al Covacho o Canto del Horno, uno de los escondites que utilizaba para ocultarse el bandolero pedricero Pablo Santos.
Canto del Horno
Desde la ermita de San Isidro tomamos el GR-10 que viene de Manzanares el Real y desembocamos por él en Mataelpino. Acaban de encender en la plaza del ayuntamiento las hogueras navideñas.
Archivos
De Mataelpino al Alcornoque Singular y la Cueva del Maquis
Enlaces
La Cruz del Mierlo (por Andrés Campos)
La leyenda de Pablo Santos, el bandido de La Pedriza (blog Bandoleros del Guadarrama)
Reguilón García y su banda
En 1943, tras ser excarcelado, el militante comunista Adolfo-Lucas Reguilón García, que tiene su entrada en la wikipedia, formó en Piedralaves (Gredos), con la ayuda de su esposa, Isabel Villalba Herrada, un grupo armado, al que bautizaron como las Guerrillas Carpetanas. Se integraban también en él los hermanos Mariano y Manuel Gómez Sánchez, conocidos como los Tabanques.
Posteriormente, Reguilón García y los suyos se desplazaron a la provincia de Madrid, pasando a llamarse Agrupación Guadarrama y actuando en Villa del Prado, El Escorial, Galapagar, Guadalix, etc.
En el libro titulado Maquis: historia de la guerrilla antifranquista, su autor, Secundino Serrano, cuenta que Reguilón García tenía un especial cuidado de no realizar hechos violentos. La actividad de su banda se limitaba a controles de carreteras, pequeños golpes económicos y audaces gestos.
Una de las acciones más curiosas que protagonizó Reguilón García tuvo lugar el 26 de agosto de 1946. Acompañado de algunos de los suyos, entró en el pueblo de Alameda del Valle, ocupó por unas horas el ayuntamiento y colgó una bandera republicana en el balcón. Exigió, además, al secretario del ayuntamiento que dejara constancia de la liberación del pueblo en el libro de actas.
Publicó también un periódico, titulado El guerrillero carpetano, e incluso editó unos bonos de la resistencia, con la intención de financiarse sin tener que recurrir a los secuestros y los atracos.
En 1945, en un enfrentamiento con la Guardia Civil, murió Manuel Gómez Sánchez. Su hermano, Mariano, el otro Tabanque, sería detenido.
Otro de los miembros de la banda, al que Reguilón García llama Rubén, alias El Potaje, resultaría muerto en Madrid, en un tiroteo con la policía.
La partida de Reguilón García abandonaba su actividad en 1947. A partir de esta fecha no hay más noticias de ellos.
La mayoría de datos que hemos recogido aquí están tomados del libro de Secundino Serrano. No queremos emular al Rector de la Universidad Rey Juan Carlos y apropiarnos de lo que es de otros.
De Mataelpino al Alcornoque Singular y la Cueva del Maquis
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La Cruz del Mierlo (por Andrés Campos)
La leyenda de Pablo Santos, el bandido de La Pedriza (blog Bandoleros del Guadarrama)
Reguilón García y su banda
En 1943, tras ser excarcelado, el militante comunista Adolfo-Lucas Reguilón García, que tiene su entrada en la wikipedia, formó en Piedralaves (Gredos), con la ayuda de su esposa, Isabel Villalba Herrada, un grupo armado, al que bautizaron como las Guerrillas Carpetanas. Se integraban también en él los hermanos Mariano y Manuel Gómez Sánchez, conocidos como los Tabanques.
Posteriormente, Reguilón García y los suyos se desplazaron a la provincia de Madrid, pasando a llamarse Agrupación Guadarrama y actuando en Villa del Prado, El Escorial, Galapagar, Guadalix, etc.
En el libro titulado Maquis: historia de la guerrilla antifranquista, su autor, Secundino Serrano, cuenta que Reguilón García tenía un especial cuidado de no realizar hechos violentos. La actividad de su banda se limitaba a controles de carreteras, pequeños golpes económicos y audaces gestos.
Una de las acciones más curiosas que protagonizó Reguilón García tuvo lugar el 26 de agosto de 1946. Acompañado de algunos de los suyos, entró en el pueblo de Alameda del Valle, ocupó por unas horas el ayuntamiento y colgó una bandera republicana en el balcón. Exigió, además, al secretario del ayuntamiento que dejara constancia de la liberación del pueblo en el libro de actas.
Publicó también un periódico, titulado El guerrillero carpetano, e incluso editó unos bonos de la resistencia, con la intención de financiarse sin tener que recurrir a los secuestros y los atracos.
En 1945, en un enfrentamiento con la Guardia Civil, murió Manuel Gómez Sánchez. Su hermano, Mariano, el otro Tabanque, sería detenido.
Otro de los miembros de la banda, al que Reguilón García llama Rubén, alias El Potaje, resultaría muerto en Madrid, en un tiroteo con la policía.
La partida de Reguilón García abandonaba su actividad en 1947. A partir de esta fecha no hay más noticias de ellos.
La mayoría de datos que hemos recogido aquí están tomados del libro de Secundino Serrano. No queremos emular al Rector de la Universidad Rey Juan Carlos y apropiarnos de lo que es de otros.
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