El Manzanares ha sido a menudo objeto de burla por su exiguo caudal a su paso por Madrid. De ello son buena muestra algunos de nuestros mejores escritores del Siglo de Oro, como Quevedo o Tirso de Molina.
Quevedo, sin ir más lejos, se refería al Manzanares como arroyo aprendiz de río, al que se le mueren de sed las ranas y los mosquitos. Y decía también que más agua trae en un jarro cualquier cuartillo de vino.
En esta ocasión, nuestros compañeros han querido remontar el curso alto del Manzanares desde El Tranco, hasta cerca de su nacimiento, al pie de la Maliciosa.
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