Aunque el grajo iba andando, estos tres esforzados se conjuraron para subir a Peñalara desde Cotos. El madrugón debió ser de órdago, pero es la única manera de encontrar sitio para poder aparcar el coche. Contrariamente a lo que se pueda pensar, no necesitaron crampones para hacer la ruta. Es tanto el frío que ha hecho, que la nieve no había transformado y era prácticamente polvo. Algunas fotos son impactantes, especialmente las del refugio Zabala, que parece un iglú.
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