Este invierno tiene mucho de insólito. No solo es insólito que nieve en Aranjuez, aún lo es más que la nieve caída se mantenga una semana después.
Por tanto, no hacía falta coger el coche y meterse en el atasco de Navacerrada para pisar la nieve. Bastaba con sacarse un billete de tren hasta Aranjuez para poder hacerlo.
En nuestro paseo, nos acercamos en primer lugar al Mar de Ontígola, un embalse construido en tiempos de Felipe II, que se encuentra a unos 3 kilómetros del casco urbano. En 1994 fue declarado reserva natural, debido a que acoge a cientos de aves acuáticas, algunas de las cuales son residentes permanentes, en tanto otras son estacionales y vienen aquí para invernar o para hacer una escala en sus migraciones.
A continuación, ascendimos a los cerros de El Mirador (624 m) y de Valdelascasas (642 m). En algunos momentos tuvimos que abrir huella en la nieve y echamos de menos no habernos traído las raquetas. Quién lo iba a decir. En la cima del último de estos cerros hay un vértice geodésico. Las vistas de la vega del Tajo, de los campos de olivos o de la Mesa de Ocaña, cubierto todo de nieve, tenían un aire surrealista y me trajeron a la mente algunas imágenes de la película Doctor Zhivago.
A la bajada, caminamos a lo largo del Jardín del Príncipe, aunque por fuera, siguiendo un paseo flanqueado a ambos lados por plátanos.
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