viernes, 17 de junio de 2022

De Diakofti al monasterio de Agia Moni, la ermita de Agios Giorgios y Avlemonas (17 de junio de 2022)

La isla de Kythira (Citera o Citerea decimos nosotros) se ha asociado en la Antigüedad, el Renacimiento o el Rococó con la patria de Afrodita y con un lugar de libertinaje, tal como el pintor francés Watteau reflejó en sus cuadros Peregrinación a la isla de Citera (1717) o Embarque a Citera (1718). Según la leyenda, Afrodita nació de la espuma del mar, fruto de la unión entre el cielo y el agua, y saltó a tierra en la isla de Citera, un memorable momento que el pintor italiano Botticelli inmortalizó en el cuadro titulado El nacimiento de Venus. En apariencia, se trata de un bello relato, si omitimos algunos detalles escabrosos e incluso cruentos que hay detrás. Resulta que Gea (la tierra) estaba casada con Urano (el cielo), con el que engendró varios hijos, pero Urano, que no quería que sus descendientes le arrebataran el poder, hizo que permanecieran encerrados en el vientre de su madre. Gea, airada y transida de dolor por no poder dar a luz, decidió entonces dar a Urano su escarmiento, valiéndose para ello del menor de sus hijos, Cronos, quien, con ayuda de una hoz cortó los testículos a su padre y los arrojó al mar. Hay que suponer, entonces, que fueron los restos de simiente los que fecundaron la espuma del mar y engendraron a Afrodita.

A Kythira, en concreto al puerto de Diakofti, llegan barcos desde Kíssamos (Creta) y desde Neapoli y Gythio (Peloponeso). A poco de desembarcar, procedente de Creta, me enteré de que del mismo pueblo salía un sendero circular balizado. Ya tenía plan para el día siguiente. 

El sendero está señalizado con marcas de pintura blancas y azules, y es muy fácil de seguir. Para hacerlo y evitar las horas de más calor, me levanté temprano, desayuné en la habitación una banana y un yogur, y salí a andar pasadas las seis y media de la mañana, cuando el sol apenas había empezado a remontar el horizonte.




La primera parte, que es la más dura, asciende al monasterio de Agia Moni y a la ermita de Agios Giorgios, emplazados ambos en lo alto de sendas colinas. Luego se baja al pueblo de Avlemonas, en el que quedan los restos de una fortaleza veneciana, y se retorna a Diakofti por una senda que discurre a media ladera, con vistas sobre el mar y las dos islas de Dragonera. En total, hice 15,5 kilómetros, con unos 700 metros de desnivel.







































Enlaces

No hay comentarios:

Publicar un comentario