Al norte de la villa vizcaína de Durango se extiende el Parque Natural de Urkiola, que comprende varias montañas calizas de perfiles escarpados, como Mugarra, Arrietabaso, Untzillatz, Alluitz o Anboto, entre otras.
Hoy el objetivo era la peña de Untzillatx y para subir a ella comencé a andar en Durango, a donde llegué desde Bilbao por ferrocarril (línea de Eusko Tren, que une Bilbao con San Sebastián).
El recorrido fue circular, en el sentido de las agujas del reloj, con una longitud de unos 18 kilómetros y un desnivel de 1.000 metros.
En la subida pasé junto al molino de viento de Larringan, que según reza una placa, fue edificado en 1723, en plena sequía que hacía poco eficaces los molinos hidrálicos.
A continuación, después de siete kilómetros de ruta, llegué al desfiladero de Atxarte, que se abre como un cuchillo entre las paredes de piedra blanca de las peñas de Astxiki y Untzillatz. No es de extrañar que en el entorno de este lugar haya surgido una de las escuelas de escalada más populares de Euskadi, con numerosas vías equipadas. Hasta aquí puede llegarse también en coche desde Abadiño, un pueblo del que han salido algunos ciclistas de nivel, como Mikel Zarrabeitia.
En Atxarte comienza la ascensión de verdad. Tras un tramo de bosque se sale a terreno abierto, al pie de la Gran Diagonal. El sendero progresa por el filo de la roca, ganando altura constantemente. En algunos pasos hay que ayudarse con la mano. El terreno es entretenido. Hay tramos electrizantes, con un impresionante patio a la izquierda. Se da la vista a la sierra de Aramotz, con cimas como Arrietabaso, Leungana o Mugarra.
Sobre la una y media alcanzo finalmente la cima de la peña de Untzillatx (934 m), con buzón, desde la que se contempla, a vista de águila, el profundo tajo de Atxarte. No hay nadie durante el tiempo que paso en la cumbre, echando algunas fotos y reponiendo fuerzas.
Tras perder altura unos metros por la vertiente opuesta a la que he seguido en la subida, me voy echando hacia la izquierda en busca del sendero que desciende hacia Mañaria. Esta vertiente está mucho más húmeda y el sendero bastante embarrado, por lo que hay que bajar con sumo cuidado para no resbalar.
Después de más de media hora de descenso se llega al paso de Oraieta, en el que se traspone la loma. Desde aquí ya no queda nada para llegar a Mañaria, un pueblo atravesado por la carretera que sube al puerto de Urkiola desde Durango. Entraré a comer en la Herriko Taberna antes de completar los últimos cinco kilómetros de ruta hasta Durango.
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