domingo, 29 de mayo de 2016

De Arbancón a La Torrecilla (28 de mayo de 2016)

Hoy teníamos planteada una ruta bastante sencilla, de unos 15 kilómetros de longitud y unos 300 metros de desnivel, con inicio en Arbancón (Guadalajara), un pueblo situado a unos 4 kilómetros de Cogolludo. Al final no resultó tan sencilla, primero porque hubo algunas dudas en la primera parte del recorrido y luego porque nos descargó un fuerte chubasco en la segunda, quedándosenos el cuerpo un poquito destemplado.

Tras parar en Humanes a comprar el pan y tomarnos en Cogulludo, en el bar Saboya, el café, nos plantamos en Arbancón para realizar esta ruta circular. 


En Humanes


Bar Saboya (Cogolludo)




Nuestro propósito era combinar tres rutas balizadas que parten de Arbancón, la Ruta de Carrallano, la Ruta de enlace Carrallano-Torrecilla y la Ruta Cañada Real de la Puerta del Sol, que procede de Monasterio y nos permite volver a Arbancón, haciendo el último tramo por el GR-10.
El balizamiento de estas rutas se hizo hace ya algunos años con postes. Como no se han preocupado de su mantenimiento, en algunos puntos no son fáciles de seguir. Cabe destacar también que en buena parte del itinerario se aprecian las huellas del incendio de hace dos años (arbustos calcinados). No obstante, el campo estaba hoy muy verde, gracias a las lluvias caídas en esta primavera.


Ayuntamiento de Arbancón




Echamos a andar en Arbancón junto a la Fuente Vieja. Inicialmente remontamos el barranco del Sotillo, caminando en algunos momentos por el fondo de su cauce, que estaba seco. Pasamos junto a farallones de cuarcita y afloramientos calizos.


Amapooola, lindísima amapola


Una tinaja de vino reciclada






Salimos al camino o cañada que viene de Monasterio, lo atravesamos y giramos levemente hacia el oeste para ir superando el suave desnivel que nos lleva hasta La Torrecilla, que vista desde aquí tiene más la forma de una mesa alargada.


Entre arbolitos chamuscados




En la cumbre de La Torrecilla (1.166 m.) se conserva un búnker subterráneo que data de la Guerra Civil, a la que eufemísticamente se refieren como la contienda en un panel explicativo que hay en la subida.




Al pie de este cerro, mirando hacia el oeste, quedan los escombros de lo que fue el pueblo de Jócar, abandonado en los cincuenta. Los vecinos vendieron sus casas al Estado, que las demolió y cedió las tierras al ICONA.

Las vistas desde aquí son, como no podía ser menos, estupendas y eso que hoy tenemos bastantes nubes en lontananza, que no nos permiten distinguir las cumbres más lejanas. Apenas un barranco nos separa de la Sierra Gorda. Algo más lejanas se encuentran La Centenera, La Tornera, el Ocejón, sobre el que se cierran unas nubes bastante amenazadoras, y el Alto Rey.


El Ocejón visto desde un ventanuco del búnker


De una de las mochilas sale, como por arte de magia, una pils, una Krombacher, que nos bebemos chupito a chupito entre tres. Estamos un poco huevones y con ganas de dejarnos llevar, a pesar de que sopla algo el viento. Pero hay que seguir andando. Todavía no hemos hecho casi nada.




Desandamos en parte el camino de subida hasta salir a la cañada real que viene de Monasterio, tomándola hacia la derecha. Aquí se aprecian las huellas del incendio de 2014, aunque el verdor aportado por las últimas lluvias dé al paisaje un aire amable.

Cruzamos la carretera que viene de Cogolludo y se dirige a Muriel. Seguimos de frente por una pista ancha de tierra, teniendo que hacer una parada para pertrecharnos contra la lluvia, sacando cubremochilas y chaquetas impermeables. 

Terminamos por adentrarnos en un bosquete en el que se alternan los pinos resineros y los robles. Un corzo se mueve sigilosamente entre la floresta, tan sigilosamente que los perros no parecen detectarlo.

Empalmamos con el GR-10 (marcas blancas y rojas), que viene de Tamajón y Muriel. Giramos por él hacia la izquierda, dejando enseguida el bosque atrás. Pasamos junto a varias cárcavas de tierra rojiza.




Dejamos a la izquierda el desvío a un manantial, y sobre las cuatro de la tarde llegamos a la ermita de La Salceda, a apenas dos kilómetros de Arbancón. Bajo el porche de la ermita encontramos acomodo para sentarnos a comer, sacando José Antonio a los postres unas rosquillas compradas en Humanes.


Ermita de la Salceda




Maite, doblemente dogfriendly




Damos la ruta por concluida y paramos de vuelta en Cogolludo, entrando a tomarnos algo en uno de los bares de la plaza mayor, el Martínez, que está en un primer piso.




Llegando a Arbancón


Al salir del bar conseguimos acoplarnos a una visita guiada (dos euros por persona) a lo que queda del Palacio Ducal de los Medinaceli, uno de los primeros palacios renacentistas que se levantaron en España. Lo más destacable y lo mejor conservado es, sin duda, la espléndida fachada que da a la plaza. En la visita pasaremos al zaguán, subiremos a una sala del primer piso con estucos, saldremos a una balconada que da a uno de los patios y pasearemos por sus cuatro patios (los dos patios más bajos estaban bajo tierra y tuvieron que ser excavados en la rehabilitación que se hizo).








El rey emérito


Escudo de los Medinaceli, en estuco


Un león trempante, digo rampante








Panadería Somolinos (Humanes)
Se encuentra en la calle de la Soledad nº 13 y es gestionada por la familia Martínez, que van ya por la quinta generación de panaderos.

Incendio de 2014
A mediados de julio se desató un incendio que afectó a los términos municipales de Cogolludo, Arbancón, Monasterio y Semillas.
Se inició en Aleas, una pedanía que pertenece a Cogolludo. Tras las investigaciones, la versión oficial concluyó que el fuego fue causado accidentalmente por una cosechadora que trabajaba en labores agrícolas, próxima a una zona de matorral.
En total, se calcinaron unas 1.700 hectáreas, mayormente de matorral y encinar (600 en el término de Monasterio, 400 en Arbancón, otras 400 en Cogolludo y 300 en Semillas).

Palacio Ducal de Cogolludo
Fue mandado construir a mediados del siglo XV por Luis de la Cerda y Mendoza, primer duque de Medinaceli.

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viernes, 27 de mayo de 2016

A las Torres de la Pedriza desde Canto Cochino (22 de mayo de 2016)

El Señor BS vuelve a lanzar la propuesta de hace dos semanas, que debido a la lluvia no pudo culminarse.
El objetivo son Las Torres, cuatro riscos graníticos que superan por poco los dos mil metros de altitud y cierran el circo posterior de La Pedriza por su extremo más septentrional.
Es una exigente marcha que se inicia en Canto Cochino y asciende a Las Torres pasando por el collado del Miradero. Se superan en total unos 800 metros de desnivel.
La bajada se hará desde el collado del Miradero para alcanzar la pista de tierra de las Zetas, que bien conocen los bicicleteros. El plan es hacer unos 15 kilómetros.






















Suponemos que se alcanzaron Las Torres y que el plan pudo hacerse en su integridad. A esta redacción no ha llegado noticia alguna de que surgiera alguna adversidad.
Una ruta más de un grupo irrepetible. Estamos haciendo historia, chavales.

sábado, 21 de mayo de 2016

Del puerto de Navacerrada a las Guarramillas y La Barranca (21 de mayo de 2016)

Las Guarramillas es un conjunto de cuatro cumbres que se hallan situadas a levante del puerto de Navacerrada. Suponen el primer obstáculo para el montañero que afronta la Cuerda Larga. De ellas la de mayor altura es la popularmente conocida como Bola del Mundo. Según Cayetano Enríquez de Salamanca, en su libro Por la Sierra de Guadarrama, constituyen el más importante nudo orográfico de la Sierra de Guadarrama. Julio Vías va un poco más allá y en Memorias del Guadarrama define al Alto de las Guarramillas como un auténtico nudo orográfico e hidrográfico en el que confluyen los tres cordales principales de la Sierra de Guadarrama.

Una de las normas que podrían incluirse en el decálogo del buen montañero sería la de recogerse en casa y no trasnochar la víspera de una ruta pero... ¿quién es el guapo que se resistiría a una cena en animada compañía?






Al menos apliqué el viejo dicho de que una retirada a tiempo es una victoria y, tras la cena, me despedí de mis compañeros a la entrada de un garito en el que iban a pedirse unas margaritas.
No me costó en exceso levantarme a la mañana siguiente para reunirme con Súper Paco y afrontar nuestro objetivo de hoy, que era precisamente pasar por esas cuatro cumbres que forman el conjunto de las Guarramillas.
Hemos planteado para ello una ruta lineal. ¿Y cómo así, contando con un solo coche? Pues yendo con el coche hasta el pueblo de Navacerrada y cogiendo aquí sobre las 10:25 el bus de la línea 691 que había salido de Moncloa a las 9:30 y sube hasta el puerto.

Sobre las once menos diez echamos a andar desde el puerto de Navacerrada (1.860 m.) por el sendero que se dirige, en suave ascenso, se dirige al collado del Emburriadero.




Collado del Emburriadero


Desde este collado tomamos el cordal a mano izquierda y seguimos ganando altura, aunque ahora por pendiente mucho más dura, hasta desembocar en la pista de hormigón que sube directamente desde el puerto de Navacerrada.








Nos resta tan solo un último esfuerzo para alcanzar la cumbre de la primera Guarramilla (2.179 m.), en la que se levanta la terminal del telesilla, que cuenta también con un pequeño bar. Hoy no funcionan ni el telesilla, ni el bar. Sobre una roca que mira hacia el puerto de Navacerrada se levanta una estatua que representa a la Virgen con unos esquíes a la espalda.
















Desde aquí se alcanza, sin apenas esfuerzo, la segunda Guarramilla (2.227 m.), que en este caso está coronada por la Cruz del Cristo de los Montañeros, puesta ahí en 1961.






Dejando a nuestra derecha la tercera de ellas, pegamos ahora un salto de la segunda a la cuarta Guarramilla (2.249 m.), la más oriental de ellas, en la que hay un chirimbolo metálico que hace las veces de mesa de orientación. Entre esta cumbre y el cerro de Valdemartín se estrelló en los últimos días de 1980, en medio del mal tiempo, una avioneta que pilotaba un experto aviador.






Ahora sí que nos dirigimos a la tercera Guarramilla, la Bola del Mundo (2.268 m.), coronada por el repetidor de TV que es visible desde tantos puntos.




Dejando a nuestra izquierda las instalaciones de la Bola del Mundo, comenzamos a descender hacia el collado del Piornal (2.074 m.), en el que hay un pluviómetro metálico.




Desde el collado del Piornal, en cuyas proximidades pastan algunas vacas, comenzamos a descender hacia el valle de La Barranca.
Se pierde altura bruscamente por un sendero descarnado, con tierra y guijarros sueltos, que propicia los resbalones.
Tras un rato de bajada, nos adentramos en el pinar, suavizándose la pendiente, y más rápidamente de lo que esperábamos, pues no son aún las dos de la tarde, nos plantamos en la fuente de la Campanilla, sentándonos a comer en unas piedras.




Renudamos la marcha, descendemos hasta el Hotel La Barranca y tomamos el camino de tierra que sale del segundo de los aparcamientos y se dirige directo a Navacerrada, desembocando en la rotonda de la M-617 que hay el noreste del pueblo.




Embalse de La Barranca




Hoy vamos a recomendarles la cervecería Periflú, en la calle de la Audiencia, para tomar la espuela (bravas, tostas, raciones, etc.). Tiene una terraza menos masificada que otras en el centro del pueblo.




Los dos Guadarramas
En las vertientes meridionales de las Guarramillas tienen sus fuentes los dos ríos que durante la Edad Media se llamaron indistintamente Guadarrama.
Por un lado estaba el Guadarrama de Madrid, el actual Manzanares, que tiene su nacedero en el ventisquero de la Condesa.
Por otra parte estaba también el Guadarrama de Calatalifa, hoy el verdadero Guadarrama, que tiene una de sus principales fuentes en el arroyo del Regajo del Puerto.
De esta forma, los dos ríos se distinguían por el nombre de las dos ciudades árabes que se levantaban junto a sus respectivos cauces, Madrid y Calatalifa (esta última se encontraba en las proximidades de la actual Villaviciosa de Odón).

El topónimo Guarramillas
En su libro Memorias del Guadarrama Julio Vías sostiene que la loma de Guarramillas toma precisamente su nombre de estos dos ríos que tenían sus fuentes en sus laderas meridionales. Parece que la loma era conocida como Las Guadarramiellas, al menos desde el siglo XIV, nombre que evolucionaría hasta el actual de Las Guarramillas.

La avioneta desaparecida
Un día de finales de diciembre de 1980, de muy mal tiempo, el oftalmólogo burgalés José A. Alonso Bañuelos, fundador del Aeroclub de Burgos, despegó del aeródromo de Burgos, en Villafría, con destino a Cuatro Vientos. Pero nunca llegó a Madrid. Las alarmas se desataron y, temiéndose lo peor, se inició su búsqueda. Inicialmente se pensó que la avioneta, una Cessna 182, podía haberse estrellado en las proximidades de Somosierra. Pero a los 3 días, un vecino de Rascafría encontró los restos del fuselaje diseminados entre el cerro de Valdemartín y la Bola del Mundo. Unos meses antes, Alonso Bañuelos y su esposa, haciendo de copilota, se habían proclamado campeones de la Vuelta Aérea a España.