Algunos de los sufridos compañeros que se han quedado en este caluroso agosto por Madrid hicieron un vivac para contemplar a campo abierto la lluvia de Perseidas de mediados de agosto.
El Cardoso
Que hay alguien que no le suena esto de las Perseidas. Pues permítanme que me documente un poco, me ponga una peluca blanca a lo Charlie Rivel y haga de Punset.
Las Perseidas son un ejemplo más de estrellas fugaces, denominadas más propiamente meteoros. Se trata de fenómenos luminosos causados por partículas diminutas de polvo, que entran en la atmósfera terrestre a gran velocidad, frenándose y liberándose en el proceso gran cantidad de calor de rozamiento, lo que hace que estas partículas se vuelvan incandescentes y se ilumine su rastro en el aire. En ocasiones, el trazo luminoso desarrolla una cabeza brillante que persiste unos segundos en el cielo como una bola de fuego.
Hay lluvias regulares de meteoros que duran varios días y alcanzan un máximo de intensidad. Se deben a cometas que en su órbita transitan por las proximidades del Sol. Parte de la materia helada que rodea al cometa se sublima o ioniza a consecuencia de la radiación solar (es decir, se produce un deshielo y un paso automático de la materia helada del estado sólido al gaseoso, debido a las altas temperaturas). El viento solar empuja finalmente parte del gas hacia el espacio y se forma la cola, capaz de alcanzar varios millones de kilómetros de longitud a lo largo de la órbita cometaria, repartiéndose las partículas de forma bastante uniforme. Si este reguero de partículas intersecta en algún punto la órbita terrestre, entonces la Tierra atravesará esa nube cada año en la misma época, produciéndose la lluvia de meteoros o de estrellas.
Un ejemplo son las Perseidas, lluvia de estrellas que muestran su pico de actividad a mediados de agosto. Se las llama también Lágrimas de San Lorenzo, debido a que tienen lugar en torno al 10 de agosto, festividad de San Lorenzo.
Nuestros compañeros se acercaron un viernes hasta la localidad guadalajareña de El Cardoso (1.278 m.), lindante con Madrid, a contemplar este fenómeno astral.
Pasadas las ocho de la tarde echaron a andar monte arriba, instalando el campamento para vivaquear en las proximidades del pico del Santuí (1.930 m.), al que los residentes en la zona conocen como pico de la Calahorra.
El Cerrón desde la cumbre del Santuí
Una noche rasa y hermosa, a tenor de las fotos, en las no sabemos qué juego les dieron las Perseidas, pero en la que al menos pudieron disfrutar de un cielo estrellado con baja contaminación lumínica.
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